Capítulo 37
Antes de seguir le pedí a Javier que me dejara hacer un pequeño receso para ir al baño. Necesitaba echar un pis y limpiar el estropicio que me había originado. Estaba mareado y me costó mear, apoyado contra la pared como un borracho de bar.
A pesar de sentirme asqueado conmigo mismo, necesitaba seguir escuchando al necio de Javier, quería saber de primera mano cómo había humillado a mi novia, y ella se había rebajado prestándose a cualquier cosa que él quiso hacerle.
A mí jamás me había chupado la polla, ni me había dejado metérsela a pelo, ni probar su increíble culo y mucho menos correrme en su cara o en su boca. Y Javier le hacía eso y más cada vez que tenían uno de sus encuentros furtivos en los hoteles por toda la geografía española.
Estuve unos minutos hasta que limpié el corridón que bañaba mi vello púbico y cuando terminé, ya volvía a estar semiempalmado. En ese estado regresé a la cafetería. Javier ya había pedido otros dos cócteles y degustaba el suyo pasándose la lengua por los labios, como si estuviera saboreando el coñito de mi novia.
¡Lo que le gustaba el alcohol!
Tomé asiento y Javier reanudó su relato casi de inmediato, sin que yo se lo pidiera.
―Pues como te iba contando, me quedé en su cama, tumbado en pelotas. Ella estuvo un buen rato en el baño, y yo pensando: «Lo mismo se ha arrepentido de que yo esté aquí y ahora no quiere salir»; pero debió estar arreglándose un poco y limpiándose, pues cuando salió, ya no había ni rastro de mi corrida y no llevaba el pelo tan despeinado. Vino directa hacia mí, ¡uffff, impone ver a esa jaca desnuda!, con esas tetas tan grandes y el coño depilado…, se subió a la cama y se recostó a mi lado…
―¿Te la volviste a follar?
―No, Pablito, uno tiene ya una edad y en ese momento no la tenía todavía…, bueno, ya sabes…, necesito unos minutos para recuperarme. Y ella se dio cuenta enseguida, ¡no se le escapa una a la niñata!, y me soltó: «¿Vas a poder seguir?». No sé si lo preguntó para putearme por el tema de los años y tal…, pero conmigo lo llevaba claro…, y contrataqué: «¿Qué tal tu culo?, se notaba que hacía tiempo que nadie te lo follaba; me ha costado bastante meterla». Se lo apreté con fuerza y luego le solté un azote. Ella se avergonzó y bajó la cabeza, «Bien, bien, mejor de lo que pensaba», susurró. Entonces le acaricié el coñito, mmmmm, ¡lo seguía teniendo empapadísimo!
―Joder…
―Dejó que le clavara un par de dedos, ¡en ese momento me encantó follármela despacito! Ella me miró suplicante, todavía estaba muy cachonda, y nos comimos la boca, mmmmmm, un morreo más tranquilo mientras le metía y sacaba los deditos… Ella, gimiendo suave, fue abriendo las piernas y también me la agarró con un par de dedos, aunque todavía no la tuviera dura, pero la niñata se esforzó, ja, ja, ja…, ¡otra vez tenía ganas de polla! Se puso a hacerme una paja moviendo las caderas, arriba y abajo, dejando que me la siguiera follando con los dedos, cada vez gimiendo más alto… y me la apretó con fuerza, sacudiéndomela deprisa… Volvimos a comernos la boca y con eso ya se me puso dura del todo, mmmmm…
―Entonces te la follaste…, a pelo, seguro…
―Todavía no, ese era el momento de denigrarla un poquito más, quería ver hasta dónde estaba dispuesta a rebajarse la niñata… y le empecé a decir cerdadas, «A partir de hoy quiero que seas mía, cada vez que salgamos de viaje voy a follarte, me la vas a chupar y después voy a terminar dándote por el culo, así ya no se te va a cerrar nunca más, ¿te parece bien?»…, y ella negó con la cabeza y me dijo que no podía hacer eso, que tenía novio, ja, ja, ja, ¿te puedes creer lo zorra que es esta tía?, allí abierta de piernas, dejando que le metiera los putos dedos, y se me hace la digna, ja, ja, ja.
―¡Qué asquerosa!
―Y yo seguí: «Me da igual tu novio, si no sabe follarte, que se joda, ¿o te corres con él igual que conmigo?», y la niñata gemía, jadeaba, pero no quería contestar, y yo insistí: «Contesta, ¿te folla igual de bien que yo o es un puto inútil?». ¿Te puedes creer que después de esto cerró los ojos?, se le escapó un gemido y sentí los dedos más empapados, tenía el coño mojado no, lo siguiente…, y me dijo en bajito: «Tú me follas mejor», ja, ja, ja…, y seguí: «Ya lo sabía, que te follo mil veces mejor que el cornudo de tu novio». Y ahí fue cuando le pregunté si le había sido infiel más veces o solo conmigo.
En ese instante me puse en alerta, quería escuchar aquello bien, y ya volvía a tener la polla dura bajo los pantalones.
―Me dijo que no, y me pareció sincera, ¡era la primera vez que le ponía los cuernos a su novio!, eso me puso más cachondo, lo reconozco, y fue cuando le pregunté: «¿Es que no quieres ser mi niñata?, mira cómo te chapotea el coño, seguro que con tu novio no te has mojado así en la vida», y tensó las caderas y las sacó hacia fuera, se me estaba derritiendo, tío… «Estás demasiado buena para follar con un solo tío, yo creo que todos deberían disfrutar del cuerpazo este de guarra que tienes, cualquiera estaría dispuesto a follarte en la auditoría. ¿No te daría morbo tirarte a cada compañero cada vez que salieras de viaje con alguno?, ¡serías la puta de todos!, pero solo lo harías con quien yo te ordenara». Ja, ja, ja, ¿qué te parece, Pablito?, podría decirle que la siguiente vez que salgáis juntos de auditoría se acueste contigo, ¿no te molaría tirarte a la niñata?
Eso ya era demasiado, Javier ordenando a mi novia que hiciera el favor de acostarse conmigo. Aquello no podía ser más humillante.
―Era solo una fantasía, pero a ella le estaba volviendo loca imaginárselo. Luego le dije que tendría que tatuarse «niñata» en el coño para mí, así con unas palabras bien bonitas en vertical y luego se lo cubriría dejándose un poquito de vello…, ja, ja, ja, le dije que tenía que pedir cita a última hora con el tatuador, antes de cerrar, porque se iba a poner muy cachonda dejándose tatuar eso en el coño, allí tumbada en la camilla, abierta de piernas, y después se lo tendría que follar…, ja, ja, ja…, y fue cuando le pregunté si se tatuaría eso por mí, ¡joder, menuda cara se le puso! Nos dimos otro muerdo, ella me miró con los ojos semicerrados y me dijo: «Sí». Eso me puso muchísimo, tío, así que insistí en que se lo decía muy en serio…, y ella suspiró: «Si me lo pides…, lo hago»…, uffff, ¡menudo morbazo!, aquello hizo que se me pusiera muy dura…
No daba crédito a las palabras de Javier, Sara no solo no tenía ningún tattoo, es que además no le gustaban, siempre decía que eso de marcarse la piel para toda la vida no iba con ella, y de repente, dejándose meter los dedos en la cama, se le ofrecía a Javier para tatuarse en todo el coño.
―¿Y tú crees que se haría eso… por ti? ―pregunté yo.
―No lo sé, pero allí abierta de piernas y chapoteando mientras jugaba con los dedos en su coñito parecía muy sincera…, ja, ja, ja… Le dije que eso me pondría muy cachondo, entonces me levanté de la cama y le pregunté si tenía un rotulador negro. Ella me dijo que tenía uno en su maletín… Luego volví a subir a la cama. Sara me miró extrañada, pero no cerró los piernas, me esperó abierta y expectante. Le pedí que se recostara y comencé a escribir en su pubis, justo encima de su coño.
N
I
Ñ
A
T
A
»Así, en vertical, me ocupó unos tres o cuatro centímetros. Ella lo miró. «Más o menos sería algo parecido a esto», le comenté, y ella bajó la mano, se acarició el coño y suspiró; luego me dijo: «Quiero que me vuelvas a follar» y se tumbó en la cama bocarriba. Estábamos los dos muy cachondos con la chorrada de lo del tatuaje y me puse encima de ella y se la clavé mientras nos comíamos la boca otra vez. Estaba tan cerdo que la informé de que me iba a correr dentro, que me ponía mucho hacerlo en su aniversario y que al día siguiente, cuando quedara con el panoli del novio, todavía llevaría mi lefada. Ella miraba hacia abajo viendo mi polla entrar justo por debajo de su tatuaje. Yo creo que eso le excitaba como no había estado en su puta vida y sin que se diera cuenta cogí el rotulador y le escribí en un pecho «zorra» y en el otro lo mismo, y luego, desde el nacimiento de sus tetones hasta el ombligo, le puse en grande «PUTA» y en la frente «cerda», ja, ja, ja, y me la seguí follando, ¡era la hostia! Tuve que sacarla de la cama para que se viera así de pie frente al espejo y ella jadeaba; luego seguí escribiendo en su espalda, otro «NIÑATA» en grande, y en el culo PU-TA, la mitad en cada glúteo, ja, ja, ja…, y le dije que me gustaba tenerla así, «marcada como si fuera ganado, y que era mía». Le pregunté que si le ponía cachonda verse de esa manera en el espejo y me contestó que sí, luego la arrastré hasta la cama por el pelo, como si fuera una perra, gateando…, y allí me la follé en un misionero, pero metiéndole bien un dedo por el culo, hasta que me corrí dentro, tío…, ufffff…
―¿Y ella te dejó?
―¿Que si me dejó?, ja, ja, ja, pues claro, no solo eso, es que me puso las manos en el culo para no dejarme escapar…
―¡Qué zorra!
―Ni que lo digas. ¡Qué gustazo derramarse dentro de una tía que está tan buena como Sara, mmmm, dos polvazos en menos de treinta minutos, ¡madre mía!, y todavía quería más la nena, a esta no te la acabas en una noche, Pablito, hazme caso…
―¿Te dijo que quería seguir?
―Se quedó tumbada, con toda mi leche saliendo de su coño, ¡menuda imagen!
Cogió el móvil y se puso a rebuscar en la galería, luego me lo pasó y lo que vi en la pantalla me heló la sangre. Era un primer plano del coño de Sara, del que emanaba un viscoso líquido blanco, y justo encima, escrito a rotulador, «NIÑATA».
―Ey, tío, de esto ni una palabra a nadie, me pidió por favor que no dijera nada, al fin y al cabo, es normal, tiene novio…
―¿Y, aun así, te dejó hacer una foto?
―Lo tiene bonito, ¿verdad? ―dijo hablando del coño de mi chica como si fuera lo más normal del mundo.
―Sí…
―¿Te lo habías imaginado así?, porque seguro que alguna vez has fantaseado con ella, no me digas que no, Pablito…, pasáis mucho tiempo juntos, seguro que te pone…
―Bueno, no te voy a decir que no…
―Mira cómo le brillaba, seguía empapada y cachonda. Me encanta ver salir mi semen de su interior. Y luego la palabra escrita a rotulador, es muy morboso…
―Sí, mucho, ufffff…, lo que no entiendo es que te dejara hacer esa foto, es muy comprometida…
―Solo se ve un coño, podría ser de cualquiera… Le dije que no se preocupara, que no se vería su cara…
―Joder, vaya historia…, ¡es alucinante!
―¿Verdad que sí?, pues no me he inventado ni una coma…
Aquello había terminado, como nuestras copas. Javier degustó el final de su cóctel y cuando me iba a levantar, le quiso poner el punto final a su relato.
―Allí la dejé, tío, con marcas por todas las partes del cuerpo, con el culo abierto, con mi semen saliendo de su interior… y pintada de arriba abajo con toda clase de insultos, ¡menudo cuadro!, yo creo que en ese momento hubiera hecho cualquier cosa que le pidiera…
―¿Tú crees que te la podrías haber follado otra vez?
―Cero dudas, mientras yo me vestía, ella seguía en la cama, con las piernas abiertas, sobándose las tetazas de manera vulgar…, aunque no decía nada, solo suspiraba…, y me largué de la habitación sin tan siquiera decir adiós…
―¿Y eso?
―Para pasar de ella, y humillarla todavía más…, quería que se quedara con ganas de polla, ja, ja, ja. Pobrecito el novio, al día siguiente lo debió destrozar de lo cachonda que estaba…; aunque la niñata seguro que esa noche se hizo un dedo en la ducha mientras se borraba todo lo que le había escrito por el cuerpo…, ja, ja, ja…
―¿Y a partir de ahora te la vas a follar más veces?
Nos pusimos de pie para dirigimos hacia el ascensor. Nos costaba mantener la línea recta y hablábamos de manera pastosa. Quizás nos habíamos pasado un poco con el alcohol.
―Joder, Pablito, tan inocente como siempre, como tú te vas de la empresa, la niñata tiene todas las papeletas para ser mi nueva compañera en un 99 %, así que imagínate lo que van a ser nuestros viajes a partir de ahora, me la pienso follar en todas las auditorías que pueda…, me la suda que tenga novio, ¿o es que tú no harías lo mismo?
―No sé, si tuviera novio…, quizás respetaría que…
―Pero si es un pichafloja, ¿cómo puede tener desatendida a una zorra así?, hay que ser muy pero que muy capullo para no darle a la niñata lo que se merece…, y yo desde luego no voy a desaprovechar cada oportunidad que tenga para hacer de todo con esa putita, je, je, je…
―Bueno, visto así ―dije apesadumbrado.
―Pues claro, Pablito…, si al final le estás haciendo un favor, ja, ja, ja, estás satisfaciendo a su novia, seguro que luego está más contenta, te lo tendría que agradecer y todo el muy cornudo…
Llegué hasta mi habitación. No me atreví ni a levantar la mirada y nos despedimos con un escueto «buenas noches». Pasé y me senté derrotado en la cama.
Se acabó.
Mi historia con Sara había sido muy intensa, pero acababa de llegar a su fin. Lo que me había contado Javier ya no lo podía dejar pasar por alto. No solo había sido una infidelidad, había sido una degradación total. El día de nuestro primer aniversario Sara lo había invitado a su habitación y había dejado que Javier la sodomizara, que se la follara a pelo, que se corriera en su boca y dentro de ella, le había permitido que escribiera todo tipo de insultos por su cuerpo y lo que era peor, al día siguiente actuó conmigo como si nada hubiera pasado.
Con una frialdad absoluta.
Solo el alcohol que llevaba encima mitigaba en parte mi dolor, pero sabía que me iba a tocar pasar unos días muy jodidos. Asqueado me senté en la taza del baño y terminé la noche con una paja. No puedo decir que la disfrutara, porque esta vez incluso me costó llegar al orgasmo, y cuando lo hice, ni tan siquiera sentí un mínimo de placer.
Nada.
Me arrastré hasta la cama y me dejé caer derrotado, enseguida alcancé un sueño profundo, solo quería despertar en casa con mis niñas y que toda esta pesadilla ya hubiera pasado, pero todavía quedaba lo más difícil.
Encontrarme cara a cara con Sara y terminar mi relación con ella… Y cuando todo esto saliera a la luz, no se presumía una ruptura nada pacífica…
¡Tendría que escupirle cuatro cosas bien dichas a esa zorra! ¡Esto no podía quedar así!