Memorias de una solitaria

Hay maneras y maneras de decir las cosas y Claudia no usa las más adecuadas, por lo cual Luis no entiende a ciencia cierta lo que Claudia quiere decirle en ese momento y lo interpreta como el cree.
Todo lo que puede generar al no ser claro uno al hablar.
 
Si pues, un poco tosca Claudia al hablar. Que si, que su carrera es lo primero, es joven y no se va a atar a nadie, es lógico, pero, la forma de manifestarlo puede hasta hacer más daño que una traición.

Realmente podemos culpar de todo a Luis?, ya no lo veo tan claro como antes.

Lo intentó hacer lo mejor posible, pero no le salió muy bien.
 
Aquella noche se rompió algo más que mi culo, que el muy cabrón terminó por reventarme cuando me folló sin pensar. ¿Me corrí? Sí. Pero me había gustado más la primera vez cuando concentrado en mí me masturbaba con su polla clavada en mi culo.

Pero como decía se había roto algo más y fue nuestra relación. Mi tardanza en contarle lo de la beca, mi error de ofrecerle mi culo en tales circunstancias, y su actitud al contárselo se habían cargado para siempre la relación que habíamos creado en la residencia. Y aunque seguimos juntos más tiempo ya nunca fue igual.

El día que nos quedaba estando juntos resultó hasta incómodo y no sólo por la quemazón y el dolor que sentí cuando fui al baño. Luis no dejaba de disculparse cada momento llegando a resultar pesado. Sé que se sentía culpable de que hubiera terminado sangrando en la ducha. Pero no sé cuantas veces que le insistí en que yo quería probar y él seguía y seguía.

Además el tema de mi marcha no había quedado claro del todo. Ambos teníamos claro que no nos queríamos separar, pero mientras yo había tomado una decisión firme asumiendo las consecuencias que pudiera conllevar, Luis mostrando de nuevo una inmadurez que yo ya conocía se negaba a aceptar la realidad.

La despedida de aquellos días fue en cierto sentido silenciosa. Luis estaba a la vez dolido y se sentía culpable por haberme hecho daño. Yo temía más las consecuencias para nuestra relación que los días que me doliera el culo.

Para más inri cuando hablamos la semana siguiente por teléfono terminamos discutiendo varias veces. El colmo fue cuando se empeñó en acompañarme a Madrid a llevar documentación. Quería dejar sus clases particulares para acompañarme como si yo me fuera a perder si no llevaba a mi hombre al lado. O al menos yo lo interpreté así.

Por supuesto que le dije que se ahorrara el dinero pues no era necesario, pero se puso tan pesado que casi lo mando a la mierda. El problema es que yo lo seguía queriendo igual. Yo interpretaba su actitud dentro de la falta de experiencia y en ese cierto tono machista de los hombres jóvenes de no darte rienda por miedo a lo que pueda pasar. Le dejé muy claro que no necesitaba a mi novio al lado para llevar tantos papeles a Madrid. Ni siquiera haría noche pues iría en un tren de madrugada y volvería en otro por la noche. ¿Tenía necesidad de perder dos días de su trabajo de verano para ni siquiera poder pasear? Nos veríamos al otro fin de semana. Confiaba en que viéndonos en persona, ya más tranquilos pudiéramos sincerarnos y superar la situación generada. Al menos yo confiaba en ello.

Por eso cuando Alex, el camarero griego años después me folló por el culo sin pedir permiso me sentí tan mal. Y no fue daño físico, pues por la forma de su polla, fina y alargada, y el uso que hacía de ella se notaba que era una práctica que dominaba y había realizado asiduamente. No me dolió. Incluso si mi cabeza no hubiese estado pensando en otras cosas habría incluso disfrutado del juego con aquel chico que me había llevado a la cama después de bastante tiempo sin follar. Yo ya sabía controlar que me penetraran por detrás.

Ni siquiera me sentí forzada. No preguntó pero tampoco se lo impedí, ni por gestos ni por palabras. Simplemente me dejé hacer, en actitud sumisa. La misma actitud que en realidad había tenido con Luis después de ser yo la que se sentía culpable por como llevé las cosas.

Mi problema cuando Alex me folló el culo es que me recordó todo lo sufrido con Luis a partir de aquel momento en que cometí el error flagrante de ofrecerle sexo a cambio de un disgusto. No creo que nuestro fin tuviera que ver con la enculada, pero desde luego en mi mente seguía clavado que el principio de nuestro fin ocurrió en aquella habitación de la residencia de estudiantes del campus de mi ciudad donde le conté a Luis que me habían dado una beca importantísima.

Todo lo que ocurrió después y como terminamos me dio bastante más por culo que la polla gorda de mi novio reventándome sin compasión y sus disculpas posteriores.
 
Y así lo vivió Luis

Me asusté un poco pero como suele pasar en estos casos preferí no alarmarla. De hecho me limité a levantarme de la cama y observar sus gestos. Los habituales tras nuestros polvos. Claudia estaba totalmente floja, abandonada, con so rostro contraido en una mueca que podía ser de placer o de dolor. Preferí inclinarme por lo primero y tras coprobar el estado poc higiénico de mi polla morcillona me dirigí al baño por papel higiénico y haciendo una almohadita con él se lo coloqué por donde chorreaba la mezcla de grumos de semen y sangre bajo su ano dilatado. Le besé la frente sin que reaccionara y me fui a darme una ducha rápida y limpiarme bien.

Durante la ducha medité sobre todo lo ocurrido. Su marcha. Mi cabreo. El sexo anal. El dolor que podría haberle provocado. Estaba inseguro ante como reaccionar. Salí del baño con la toalla anudada a la cintura y regresé a la cama. Todo seguía igual.

-Claudia., lo vas a poner todo perdido...

No respondió. Me senté a su lado. Insistí. Sin abrir los ojos mi chica movió el brazo chocando con mi muslo y sin esperarmelo me dió un manotazo fuerte.

-Cabrón, me has reventado...-dijo con media sonrisa sin abrir los ojos.
-¿Te he hecho daño?-pregunté asustado.
-Literalmente me has partido el culo...
-No tendríamos que haberlo hecho...pero te has empeñado.
-Quería probarlo...contigo...
-Estás loca, Claudia...ven que te ayudo.

La ayudé a levantarse haciendo gestos de dolor. Llegaos hasta el baño mientras mi chica intentaba qu no escurriera todo el contenido de su recto y admito que se escapaba algún olor poco agradable. Me echó del baño para tener intimidad para asearse y yo la esperé inseguro e impaciente sentado en la cama.

Tardó bastante pero al salir estaba cariñosa y recibió con ganas mi abrazo envolvente y mis besos.

-Perdóname Claudia...
-No tengo nada que perdonar, no has hecho más que lo que te he ofrecido aunque me has dado fuerte, cabrón, jajaja...
-Me vine arriba...
-Me encanta cuando te pones así, pero creo que no vamos a repetir, me ardía el agua al limpiarme.
-¿Pero tú has disfrutado?
-Me he corrido dos veces ggordo, y bien, pero ahora me duele, me arde...tu pollón me ha reventado.
-Ven aquí princesa...

La ayudé a tumbarse y se quedó dormida sobre mi pecho mientras yo acvariciba su cabello y dibujaba con mi dedo el contorno de sus caderas y sus pechos. Ya los echaba de menos y los tenía conmigo. No sé porqué me vino de nuevo el enfado anterior, el pensar que su marcha sería nuestro fin, aunque a la vez decidí no mostrar ese sentimiento y dejar que el tiempo mandara y no mis prejuicios.

Lo cierto y verdad es que se despertó totalmente incómoda y cuando entró al baño lo pasó bastante mal. Viendo que no podíamos follar me llevó por la mañana en autobús a hacer turismo. De vez en cuando notaba un gesto de dolor y me sentía culpable. Si el sexo anal era así no merecía la pena. No soy un macho que necesite dominar a su hembra para estar agusto. Ni había sentido el morbo que pensaría que sentiría ni el placer experimentado merecían el daño aparentemente provocado.

Me disculpé varias veces con ella pero siempre me negaba la culpa. Pero no estaba disfrutando con la situación. Me sentía mal por todo. Y cuando tras la entrega de los trofeos a los ganadores del torneo me acompañó a la estación de ferrocarril no fue una despedida como las anteriores. Fue más silenciosa. Con alguna disculpa todavía. Me abracé a ella sin decir nada como si ya no nos viéramos más a pesar de haber hecho planes aquel verano. Parecía que nuestra relación empezaba a torcerse por culpa de lo mal que yo aceptaba que se fuera acompañada de un mal paso sexual. Mi diosa era mortal y yo estaba empezando a no saber gestionarlo. Necesitaba de ella más de lo que ahora encontraba. Mi idealización se derrumbaba y en vez de reforzarme como su compañero de fatigas empezaba a alejarme de ella. Y yo era consciente y en mi mano estaba cuidar la relación con alguien tan maravilloso como Claudia.

La semana siguiente estuvo marcada por dos hechos. Mis relación con Claudia y el inicio de mis clases particulares.

Con respecto a mi relación mis sentimientos eran encontrados entre el cabreo por como me había ocultado su marcha hasta el último momento y el sentimiento de culpa por como había dejado a mi chica al irme, pues al daño inflingido por mi falta de cuidado al follarmela por el culo se sumó su fastidiosa regla por lo que estaba pasando unos días bastante incómodos entre dolores menstruales y cieto ardor todavía en la zona anal especialmente al sentarse en el trono. Yo ejercí de novio bueno llamándola por teléfono todas las noches en vez de hacerlo por mensajes para que me sintiera con ella.

Las clases particulares me pusieron más nervioso de lo esperado. Los tres chicos de Latín eran apenas de una año menos que yo. Temía no cumplir sus espectativas o que no confiaran en que apenas un año antes yo era como ellos. Sin embargo rápidamente conectamos echando mano de mis consejos cuando yo estaba en 2º de bachillerato y engatusándolos con historias universitarias. Eran como ya conté dos chavalas y un chaval. De las chicas una era de esas niñas gorditas pero muy monas de cara. Debía estar acomplejada con sus kilos de más porque siempre vestía ropa suelta. La otra era alta y muy delgada y solíavenir con ropa deportiva. El chico era compañero de la misma clase que las dos chicas y era el típico chaval alto y fortote, noble pero con pocas luces, así que el Latín y sus declinaciones se le convertía en un berenjenal de difícil solución, por no hablar de participios, infinitivos... En dos clases me había ganado su confianza e incluso ya me hablaban de acompañarlos a algún botellón, algo que me recordó a como empecé con Viqui.

Cuando terminé el lunes con mis clases de Latin en el salón de mi casa cambié a la Lengua de 1º de bachillerato. Un sólo año más y ya se notaba la diferencia de edad. Los chicos más cortados que los anteriores y yo más seguro. Eran un chico y una chica de 16 años. Ella bajita pero con curvas, pelo rizado y piel muy clara y pecosa a pesar de ser castaña de ojos marrones. El chico era también bajito y delgado con cierto amaneramiento que me hizo pensar que era gay aunque el intentara mostrar no serlo con algunos comentarios.

El contraste llegó el martes cuando fui a casa de la amiga de mi madre a darle clases a su hija. Mi madre me advirtió que era una hija única muy consentida y mala estudiante. Había repetido dos veces y se pasaba de edad para conseguir el título de ESO sin tener que ir a clases para adultos. En realidad era un marrón pues no me veía capaz de ayudar a la chica. La madre no la había apuntado a una academia pues sabía que le niña se saltaría las clases y aunque yo dije que sólo la podía ayudar en las asignaturas de letras entre ella y mi madre me convencieron.

Las clases las habíamos acordado martes y jueves de 11 a 13. Llegué el primer martes a las 10:55 y llamé al porterillo pero nadie me abría. Yo sabía que la chica estaba sola pues los padres trabajaban por la mañana. Insistí. 5 minutos más tarde se abrió la puerta sin que nedie preguntara. Subí a la planta correspondiente y llamé al timbre. Se abrió la puerta y me encontré a la chica, que yo no conocía despeinada con el pelo sobre la cara frotándose los ojos con un pijama de verano descolocado.

-¿Tú eres el maestrillo?-preguntó sin mirarme.
-¿No te había dicho tu madre que venía a las 11?
-Yo paso de mi madre...-respondió bostezando.
-Bueno. Entonces me voy y vosotras os entendeis.
-Espera, espera, que no quiero broncas. Pasa al salón que ya voy.

Entré al salón de la casa y escuché como la chica pasaba al baño y al poco sonaba la cisterna. Después el grifo abierto y a los 5 minutos reapareció con el pelo recogido y el pijama bien colocado con un sujetador asomando entre las tirantas. Era una niña mona a pesar de su mal carácter. 1,60 aproximadamente, castaña con media melena rapada en un lado y por fin pude verle unos ojos castaños más vivos que los que frotaba a mi llegada. Llevaba la oreja del lado rapado llena de piercings. El pijama era suelto pero marcaba unos pechos bien puestos y por un hombro asomaba un tatuaje como de tela de araña. La verdad que su imagen contrastaba con el ambiente algo pijo de la casa.

Le pedí los informes de sus profesores para ver que tenía que recuperar. Le habíanq uedado 5 pero yo con las matemáticas tenía poco que hacer, así que me centré en ver los informes de Lengua, Inglés, Latín y Francés. Mientras yo miraba sus informes, Paula, o mejor dicho Pau que es como la llamaban, se preparó un colacao en la cocina y volvió al salón con la taza y un cigarro encendido.

-¿No es muy temprano para eso?- le dije seco.
-Me apetece...
-¿Tu madre te deja fumar en casa?
-No, pero diré que has sido tú...
-Ella sabe que no fumo...-mentí.
-Eres un poco muermo maestrillo- respondió saliendo al balcón.
-Yo cobro por esto así que apaga el cigarro y pasa para adentro.-dije buscándola.
-Mi vais a amargar el verano...-dijo apagando el cigarro y siguiendome al salón.
-Mira Paula...
-Pau...te he dicho.
-Vale, Pau. Si te esfuerzas un poco te sacas el título este año. No tienes tan mal como me temía las asignaturas pero tenemos sobre todo que practicar la sintáxis y la redacción. Ahora te voy a hacer unas pruebas para ver como llevas de mal las partes que tienes suspendidas pero te tengo que aclarar una cosa. Esto depende de tí. Si tu quieres y te aplicas podemos hacerlo si la actitud va a ser lo que he visto hasta ahora yo te dejo por imposible y le digo a tu madre que se ahorre el dinero.
-Joder, tío. ¿Qué plaste y amargado eres para ser tan joven no?
-Jajajaja- reí- Mira Pau, yo cuando estoy de fiesta puedo ser el más divertido y hasta el más bebedor, pero cuando estoy con el trabajo me lo tomo en serio. No está reñida una cosa con la otra.
-¿Tienes novia?-preguntó a bocajarro.
-Sí. ¿A qué viene eso?
-Será otra muerma como tú...
-Jajajaja. Es una belleza inteligente y muy loca cuando quiere- respondí orgulloso.
-Y empollona como tú...
-No te voy a contar detalles de mi vida íntima pero mi chica y yo lo pasamos muy bien juntos.
-¿Mi chica? Jajajaja. Que moñas suena eso, jajaja.
-¿Tú no tienes novio?
-Yo paso de líos maestrito.
-Me llamo Luis...

Por fin conseguí hacerle unas pruebas de sintáxis, morfología y redacción. Colaboró entre quejas pero lo hizo y cuando llegaba la hora de irme le pedí que el jueves me recibiera ya despierta, espabilada y vestida demostrando su interés. Me contestó de mala gana y me despedí de ella hasta el jueves convencido de que no iban a durar mucho aquellas clases.

odo marchaba bien. El jueves cuando legué Pau estaba despierta, duchada y algo más dispuesta. Se lo agradecí y le puse tarea para el siguiente martes tras comprobar los fallos que tenía en sus cuadernos. Nos hicimos un planning y me sosprendió que a pesar de su actitud arrogante era una chica inteligente. Quizá demasiado consentida o con una adolescencia difícil.

El fin de semana sin embargo estuve un poco de bajón. Casi todos mis amigos estaban fuera y no salí por la noche aunque Pablo me había invitado a salir con él y Leyre. Incluso me picó diciendo que Nieves había preguntado por mí. Pero estaba algo depre por Claudia y al final mi viernes noche lo pasé mandándome mensajes con ella tirado en el sofá. Mi maravilloso verano se desinflaba. Mi esperanza era que el siguiente fin de semana y tras cobrar dos semanas de trabajo yo me iría apasar el fin de semana con Claudia.

La cosa empeoró el lunes. Por la tarde tumbado en la cama me puse a charlar con Claudia por el móvil. Tenía que ir a Madrid a hacer gestiones para la beca. Cosas de convalidacions y no sé que historia. Se iba el viernes y si le daba tiempo volvía el mismo día. Me ofrecí a acompañarla porque ese finde nos tocaba juntos y no sólo se molestó sino que me negó toda posibilidad. Me dijo que no necesitaba ayuda, que ella era capaz de hacer sus cosas y que por tener novio no era más tonta que antes. No entendí su reacción pero terminamos discutiendo. Y aunque terminamos arreglándolo me dejó mal sabor de boca y la sensación de que me apartaba antes de irse.

Durante la semana intenté olvidarme del bache con Claudia con las clases. Pau no estaba resultando tan difícil como me temía. En el fondo daba lasensación de ser una persona con necesidad de reclamar atención de unos padres que la colmaban de todo lo material pero no le dedicaban tiempo y yo me estaba conviertiendo en un compañero "agradable" de sus mañanas de estudio de verano. De hecho empezó a estar realmente amable ofreciéndome café al llegar y sustituyendo los pijamas de los primeros días por shorts y camisetas reivindicativas o de temativa heavy.

El viernes me llamó Pablo de nuevo. Iba a hacer botellón con los amigos de Leyre y como yo era el único que quedaba en la ciudad quería que lo acompañara sí o sí. Claudia estaba en Madrid y llegaría a su ciudad de madrugada. Ya hablaríamos el sábado por la tarde. Sin muchas ganas me arreglé. Hasta me puse pantalón largo por si después ibamos de discoteca.

Era un grupo de gente bastante pija. Aunque lo más destacado es que allí estaba Nieves y no se separó de mí en toda la noche dándome palique y lanzando sonrisitas. A ratos me olvidé que Claudia estaba en Madrid. De hecho hasta varias copas después de haber llegado no me fijé en su ropa: minifalda ajustada tan pegada que debía llevar tanga para que no se marcara la ropa interior y un top anidado a la espala muy escotado por delante suelto hasta el ombligo. Al fijarme no pude reprimirme decirle:

-¿Tu madre te deja salir así de casa?
-Evidentemente mi madre no elige mi ropa...-repsondió.
-No sabía que las pijas de colegio de monjas salieran los fines de semana a cazar...
-¿No serás de los que se piensan que vamos provocando?
-Para nada. Estás espectacular. Vas a tener que apartar moscones....
-Eso se me da muy bien...

El alcohol y mi conversación aquel día en el chalé me soltaron la lengua y le dije:

-Cualquiera que te vea sabe que debajo sólo llevas un tanguita...

Puso cara de escándalo con una vuelta de ojos muy graciosa y me contestó:

-A lo mejor voy más fresquita...pero eso no lo vas a saber, jajaja...
-¿Me estás calentando?
-Yo no voy buscando niños con novia, Luis...ni voy enseñando la mercancía como tú...-me soltó recordandome cuando me abrí el bañador para mostrarle mi vello púbico recortado dejando que me viera la polla morcillona.
-Fíjate pues ahora tengo también una sorpresa para tí...-le dije con picardía.
-Ahn, ¿sí?
-Pero tampoco lo vas a saber...

Así estábamos cuando nos avisaron que íbamos a entrar en la terraza de una discoteca de moda. Tras una breve cola pues no era demasiado tarde entramos y se repitió el típico ritual de chicas bailando y chicos bebiendo a su alrededor. Lo bueno es que evitábamos los buitres. Pero en un momento Nieves se perdió. la busqué con la mirada y no la veía hasta que pensé que estaría tonteando con cualquier tio cachas de los que había por allí. Fui al baño a mear y me la encontré haciendo cola. Era yo el malpensado. Entré al masculino y al salir me quedé a esperarla. Por mi mente pasaban ideas en ese momento y no olvidaba la conversación de un rato antes. ¿Me estaba tirando los tejos? ¿Qué pasaría si me lanzaba a por ella?

Cuando Nieves salió del baño tomamos el camino de regreso con el grupo pero había que salir del salón de invierno de la discoteca a la terraza por una zona con setos altos y un muro detrás con una separación aproximada de un metro. Vi un hueco y tiré de la cintura de Nieves quedando los dos en aquel espacio fuera de la vista de los que entraban a los baños. Por la forma de entrar ella quedaba contra la pared y yo no tuve reparo en pegarle el paquete al culo.

-¿Tienes algún problema, Luis?-me preguntó.
-Sí...
-¿Y yo puedo ayudarte?
-No lo sé...

Me sorprendí a mí mismo empalmado apretando mi polla contra sus nalgas. Nieves no colaboraba pero no se zafaba de mí.

-Llevo toda la noche deseando empotrarte...-le dije con total descaro.
-¿Esa era tu sorpresa?- me dijo creyendo intuir su respiración agitada al sentir mi cuerpo pegado al suyo.
-Para descubrir la sorpresa tendrías que darte la vuelta y agacharte...-no me conocía a mi mismo hablandole así a la chica.
-Ni me has dado un beso ¿y quieres que te coma la polla?
-Yo no he hablado de comer...eso ha sido idea tuya.-respondí frotándome contra su culo.-Además necesito comprobar algo desde hace un rato.

No tenía ni idea de como podía acabar aquello, si Nieves me quitaría de encima y me mandaría a la mierda o si terminaríamos enrollándonos allí mismo. Sin embargo quité mis manos del muro contra el que la aprisionaba y las bajé a sus muslos.

Me fue imposible así que al estar fuera de la vista de la gente que pasaba tras el seto subí su falda lo suficiente para llegar a su pubis y me tropecé con una tela fina que parecía encaje al tacto.

-No vas tan fresquita- le dije mientras la chica se estremecía al sentir mi mano rozar su entrepierna.
-Te dije que podría...-respondió con la voz entrecortada.
-Pero ahora no me voy sin ver que tan suave estás...
-Cuidado donde vas...-me dijo.
-¿Me vas a parar?-pregunté.
-Te puedes quemar...-me respondió estirándose.
-Lo soportaré...-contesté intentando colar las manos entre sus muslos y la estrechez de la falda.
-Parece que te pongo más caliente que tu novia...-me dijo en el instante en que mi dedo se abrió paso entre sus labios invadiendo su chocho caliente y ¡húmedo!.

Colé mi mano dentro del tanga comprobando su pubis totalmente rasurado y muy suave mientras sentía su culo apretarse a mi polla.

Nieves estaba empapada disfrutando aquel momento de calentón. Y muy sensible. Al sentir mi mano en su chocho empezó a gemir. Yo empecé a desatarme aun más apretando con más fuerza mi paquete a sus nalgas casi en pompa por la presión de mi mano en su coño.

-No me imaginaba lo zorrita que eras...
-Pues yo siempre he sabido lo cerdo que eras y que acabarías follando conmigo aunque tuvieras novia...¿o si no porque me enseñaste la polla?

Según me decía eso yo clavaba dos dedos en su chocho entre gemidos de Nieves. El calentón era grande. La chica lo había conseguido y yo colaboraba con facilidad. A pesar de nombrar a mi novia yo sólo tenía cabeza en ese momento para su cuerpo.

-Voy a tener que follarte entonces...me voy a follar a la zorrita de Nieves en una discoteca. ¿A cuántos te has tirado así?
-Vas a ser el primero cabrón...
-No me lo creo...-respondí sin dejar de masturbarla con mi mano.
-Me he liado con tíos en su coche pero nunca dentro de la discoteca...
-Pues ahora te voy a dar hartón de polla para que te enteres....¿llevas condones?

Nieves sacó cun condón de su bolsito mientras yo me abría el pantalón y me sacaba la polla del calzoncillo. Estaba empalmadísimo. Me pasó el condón sin mirar y le dije que se diera la vuelta. Miró mi pubis rasurado y se mordió el labio.

-¿Lo has hecho porque sabías que me gustaba?
-Sí...-mentí.

Me puse el condón y al terminar la chica acarició mi pubis y mi polla. Yo la volví a colocar de cara a la pared y terminé de subir la falda dejando su culo con un tanga de hilo azul ante mis ojos. Le di un cachete y lo aparté dirigiendo mi nabo a su chocho. Nieves me ayudó a colocarme a la entrada y cuando sentí su calor en mi glande apreté sintiendo como me deslizaba en su interior. Se la clavé entera entrando despacio y Nieves se estiró vaciando el aire de sus pulmones.

-Mmm., que chochito tan estrechito para ser tan zorra....-le dije.
-Sólo lo he hecho con tres...
-¿Solo? ¿Con lo zorrita que eres?
-Solo follo con quien me apetece...ya te lo dije...

La cogí por la cintura y empecé a bombear. Primero despacio y después más rápido. Nieves gemía aunque la música de la discoteca ahogaba sus gemidos. Yo estaba concentrado sólo en el roce de mi polla en su vagina. En apenas 5 minutos sentí como Nieves temblaba aunque de forma leve. Yo seguí bombeando. Estaba dándole bastante fuerte a la chiquilla que recibía mis embates entre gemidos y temblores. 5 minutos más y me corrí entre fuerte gritos ahogados por la música. Me había follado a Nieves sin un beso. Le había puesto los cuernos a Claudia. Y lo peor es que no tenía remordimientos...
 
El pobre Luis lo estaba pasando tan mal, después de enterarse de la beca de Claudia y haberle roto el culito, que tuvo que tirarse a Nieves para poder superarlo. Eso sí, sin remordimientos.

Vale que Claudia ta había dado permiso, pero joder, que aún no se había ido a Italia. Respétala un poco ¿no?
 
El pobre Luis lo estaba pasando tan mal, después de enterarse de la beca de Claudia y haberle roto el culito, que tuvo que tirarse a Nieves para poder superarlo. Eso sí, sin remordimientos.

Vale que Claudia ta había dado permiso, pero joder, que aún no se había ido a Italia. Respétala un poco ¿no?
Lo único criticable de Claudia fué no haber puesto las cartas sobre la mesa al comienzo de la relación y quizás también, haberle soltado esos permisos por su sentimiento de culpa.
La madura de la relación era ella.
Solo nos falta saber que sucedió de verdad en Italia
 
Y así lo vivió Luis

Me asusté un poco pero como suele pasar en estos casos preferí no alarmarla. De hecho me limité a levantarme de la cama y observar sus gestos. Los habituales tras nuestros polvos. Claudia estaba totalmente floja, abandonada, con so rostro contraido en una mueca que podía ser de placer o de dolor. Preferí inclinarme por lo primero y tras coprobar el estado poc higiénico de mi polla morcillona me dirigí al baño por papel higiénico y haciendo una almohadita con él se lo coloqué por donde chorreaba la mezcla de grumos de semen y sangre bajo su ano dilatado. Le besé la frente sin que reaccionara y me fui a darme una ducha rápida y limpiarme bien.

Durante la ducha medité sobre todo lo ocurrido. Su marcha. Mi cabreo. El sexo anal. El dolor que podría haberle provocado. Estaba inseguro ante como reaccionar. Salí del baño con la toalla anudada a la cintura y regresé a la cama. Todo seguía igual.

-Claudia., lo vas a poner todo perdido...

No respondió. Me senté a su lado. Insistí. Sin abrir los ojos mi chica movió el brazo chocando con mi muslo y sin esperarmelo me dió un manotazo fuerte.

-Cabrón, me has reventado...-dijo con media sonrisa sin abrir los ojos.
-¿Te he hecho daño?-pregunté asustado.
-Literalmente me has partido el culo...
-No tendríamos que haberlo hecho...pero te has empeñado.
-Quería probarlo...contigo...
-Estás loca, Claudia...ven que te ayudo.

La ayudé a levantarse haciendo gestos de dolor. Llegaos hasta el baño mientras mi chica intentaba qu no escurriera todo el contenido de su recto y admito que se escapaba algún olor poco agradable. Me echó del baño para tener intimidad para asearse y yo la esperé inseguro e impaciente sentado en la cama.

Tardó bastante pero al salir estaba cariñosa y recibió con ganas mi abrazo envolvente y mis besos.

-Perdóname Claudia...
-No tengo nada que perdonar, no has hecho más que lo que te he ofrecido aunque me has dado fuerte, cabrón, jajaja...
-Me vine arriba...
-Me encanta cuando te pones así, pero creo que no vamos a repetir, me ardía el agua al limpiarme.
-¿Pero tú has disfrutado?
-Me he corrido dos veces ggordo, y bien, pero ahora me duele, me arde...tu pollón me ha reventado.
-Ven aquí princesa...

La ayudé a tumbarse y se quedó dormida sobre mi pecho mientras yo acvariciba su cabello y dibujaba con mi dedo el contorno de sus caderas y sus pechos. Ya los echaba de menos y los tenía conmigo. No sé porqué me vino de nuevo el enfado anterior, el pensar que su marcha sería nuestro fin, aunque a la vez decidí no mostrar ese sentimiento y dejar que el tiempo mandara y no mis prejuicios.

Lo cierto y verdad es que se despertó totalmente incómoda y cuando entró al baño lo pasó bastante mal. Viendo que no podíamos follar me llevó por la mañana en autobús a hacer turismo. De vez en cuando notaba un gesto de dolor y me sentía culpable. Si el sexo anal era así no merecía la pena. No soy un macho que necesite dominar a su hembra para estar agusto. Ni había sentido el morbo que pensaría que sentiría ni el placer experimentado merecían el daño aparentemente provocado.

Me disculpé varias veces con ella pero siempre me negaba la culpa. Pero no estaba disfrutando con la situación. Me sentía mal por todo. Y cuando tras la entrega de los trofeos a los ganadores del torneo me acompañó a la estación de ferrocarril no fue una despedida como las anteriores. Fue más silenciosa. Con alguna disculpa todavía. Me abracé a ella sin decir nada como si ya no nos viéramos más a pesar de haber hecho planes aquel verano. Parecía que nuestra relación empezaba a torcerse por culpa de lo mal que yo aceptaba que se fuera acompañada de un mal paso sexual. Mi diosa era mortal y yo estaba empezando a no saber gestionarlo. Necesitaba de ella más de lo que ahora encontraba. Mi idealización se derrumbaba y en vez de reforzarme como su compañero de fatigas empezaba a alejarme de ella. Y yo era consciente y en mi mano estaba cuidar la relación con alguien tan maravilloso como Claudia.

La semana siguiente estuvo marcada por dos hechos. Mis relación con Claudia y el inicio de mis clases particulares.

Con respecto a mi relación mis sentimientos eran encontrados entre el cabreo por como me había ocultado su marcha hasta el último momento y el sentimiento de culpa por como había dejado a mi chica al irme, pues al daño inflingido por mi falta de cuidado al follarmela por el culo se sumó su fastidiosa regla por lo que estaba pasando unos días bastante incómodos entre dolores menstruales y cieto ardor todavía en la zona anal especialmente al sentarse en el trono. Yo ejercí de novio bueno llamándola por teléfono todas las noches en vez de hacerlo por mensajes para que me sintiera con ella.

Las clases particulares me pusieron más nervioso de lo esperado. Los tres chicos de Latín eran apenas de una año menos que yo. Temía no cumplir sus espectativas o que no confiaran en que apenas un año antes yo era como ellos. Sin embargo rápidamente conectamos echando mano de mis consejos cuando yo estaba en 2º de bachillerato y engatusándolos con historias universitarias. Eran como ya conté dos chavalas y un chaval. De las chicas una era de esas niñas gorditas pero muy monas de cara. Debía estar acomplejada con sus kilos de más porque siempre vestía ropa suelta. La otra era alta y muy delgada y solíavenir con ropa deportiva. El chico era compañero de la misma clase que las dos chicas y era el típico chaval alto y fortote, noble pero con pocas luces, así que el Latín y sus declinaciones se le convertía en un berenjenal de difícil solución, por no hablar de participios, infinitivos... En dos clases me había ganado su confianza e incluso ya me hablaban de acompañarlos a algún botellón, algo que me recordó a como empecé con Viqui.

Cuando terminé el lunes con mis clases de Latin en el salón de mi casa cambié a la Lengua de 1º de bachillerato. Un sólo año más y ya se notaba la diferencia de edad. Los chicos más cortados que los anteriores y yo más seguro. Eran un chico y una chica de 16 años. Ella bajita pero con curvas, pelo rizado y piel muy clara y pecosa a pesar de ser castaña de ojos marrones. El chico era también bajito y delgado con cierto amaneramiento que me hizo pensar que era gay aunque el intentara mostrar no serlo con algunos comentarios.

El contraste llegó el martes cuando fui a casa de la amiga de mi madre a darle clases a su hija. Mi madre me advirtió que era una hija única muy consentida y mala estudiante. Había repetido dos veces y se pasaba de edad para conseguir el título de ESO sin tener que ir a clases para adultos. En realidad era un marrón pues no me veía capaz de ayudar a la chica. La madre no la había apuntado a una academia pues sabía que le niña se saltaría las clases y aunque yo dije que sólo la podía ayudar en las asignaturas de letras entre ella y mi madre me convencieron.

Las clases las habíamos acordado martes y jueves de 11 a 13. Llegué el primer martes a las 10:55 y llamé al porterillo pero nadie me abría. Yo sabía que la chica estaba sola pues los padres trabajaban por la mañana. Insistí. 5 minutos más tarde se abrió la puerta sin que nedie preguntara. Subí a la planta correspondiente y llamé al timbre. Se abrió la puerta y me encontré a la chica, que yo no conocía despeinada con el pelo sobre la cara frotándose los ojos con un pijama de verano descolocado.

-¿Tú eres el maestrillo?-preguntó sin mirarme.
-¿No te había dicho tu madre que venía a las 11?
-Yo paso de mi madre...-respondió bostezando.
-Bueno. Entonces me voy y vosotras os entendeis.
-Espera, espera, que no quiero broncas. Pasa al salón que ya voy.

Entré al salón de la casa y escuché como la chica pasaba al baño y al poco sonaba la cisterna. Después el grifo abierto y a los 5 minutos reapareció con el pelo recogido y el pijama bien colocado con un sujetador asomando entre las tirantas. Era una niña mona a pesar de su mal carácter. 1,60 aproximadamente, castaña con media melena rapada en un lado y por fin pude verle unos ojos castaños más vivos que los que frotaba a mi llegada. Llevaba la oreja del lado rapado llena de piercings. El pijama era suelto pero marcaba unos pechos bien puestos y por un hombro asomaba un tatuaje como de tela de araña. La verdad que su imagen contrastaba con el ambiente algo pijo de la casa.

Le pedí los informes de sus profesores para ver que tenía que recuperar. Le habíanq uedado 5 pero yo con las matemáticas tenía poco que hacer, así que me centré en ver los informes de Lengua, Inglés, Latín y Francés. Mientras yo miraba sus informes, Paula, o mejor dicho Pau que es como la llamaban, se preparó un colacao en la cocina y volvió al salón con la taza y un cigarro encendido.

-¿No es muy temprano para eso?- le dije seco.
-Me apetece...
-¿Tu madre te deja fumar en casa?
-No, pero diré que has sido tú...
-Ella sabe que no fumo...-mentí.
-Eres un poco muermo maestrillo- respondió saliendo al balcón.
-Yo cobro por esto así que apaga el cigarro y pasa para adentro.-dije buscándola.
-Mi vais a amargar el verano...-dijo apagando el cigarro y siguiendome al salón.
-Mira Paula...
-Pau...te he dicho.
-Vale, Pau. Si te esfuerzas un poco te sacas el título este año. No tienes tan mal como me temía las asignaturas pero tenemos sobre todo que practicar la sintáxis y la redacción. Ahora te voy a hacer unas pruebas para ver como llevas de mal las partes que tienes suspendidas pero te tengo que aclarar una cosa. Esto depende de tí. Si tu quieres y te aplicas podemos hacerlo si la actitud va a ser lo que he visto hasta ahora yo te dejo por imposible y le digo a tu madre que se ahorre el dinero.
-Joder, tío. ¿Qué plaste y amargado eres para ser tan joven no?
-Jajajaja- reí- Mira Pau, yo cuando estoy de fiesta puedo ser el más divertido y hasta el más bebedor, pero cuando estoy con el trabajo me lo tomo en serio. No está reñida una cosa con la otra.
-¿Tienes novia?-preguntó a bocajarro.
-Sí. ¿A qué viene eso?
-Será otra muerma como tú...
-Jajajaja. Es una belleza inteligente y muy loca cuando quiere- respondí orgulloso.
-Y empollona como tú...
-No te voy a contar detalles de mi vida íntima pero mi chica y yo lo pasamos muy bien juntos.
-¿Mi chica? Jajajaja. Que moñas suena eso, jajaja.
-¿Tú no tienes novio?
-Yo paso de líos maestrito.
-Me llamo Luis...

Por fin conseguí hacerle unas pruebas de sintáxis, morfología y redacción. Colaboró entre quejas pero lo hizo y cuando llegaba la hora de irme le pedí que el jueves me recibiera ya despierta, espabilada y vestida demostrando su interés. Me contestó de mala gana y me despedí de ella hasta el jueves convencido de que no iban a durar mucho aquellas clases.

odo marchaba bien. El jueves cuando legué Pau estaba despierta, duchada y algo más dispuesta. Se lo agradecí y le puse tarea para el siguiente martes tras comprobar los fallos que tenía en sus cuadernos. Nos hicimos un planning y me sosprendió que a pesar de su actitud arrogante era una chica inteligente. Quizá demasiado consentida o con una adolescencia difícil.

El fin de semana sin embargo estuve un poco de bajón. Casi todos mis amigos estaban fuera y no salí por la noche aunque Pablo me había invitado a salir con él y Leyre. Incluso me picó diciendo que Nieves había preguntado por mí. Pero estaba algo depre por Claudia y al final mi viernes noche lo pasé mandándome mensajes con ella tirado en el sofá. Mi maravilloso verano se desinflaba. Mi esperanza era que el siguiente fin de semana y tras cobrar dos semanas de trabajo yo me iría apasar el fin de semana con Claudia.

La cosa empeoró el lunes. Por la tarde tumbado en la cama me puse a charlar con Claudia por el móvil. Tenía que ir a Madrid a hacer gestiones para la beca. Cosas de convalidacions y no sé que historia. Se iba el viernes y si le daba tiempo volvía el mismo día. Me ofrecí a acompañarla porque ese finde nos tocaba juntos y no sólo se molestó sino que me negó toda posibilidad. Me dijo que no necesitaba ayuda, que ella era capaz de hacer sus cosas y que por tener novio no era más tonta que antes. No entendí su reacción pero terminamos discutiendo. Y aunque terminamos arreglándolo me dejó mal sabor de boca y la sensación de que me apartaba antes de irse.

Durante la semana intenté olvidarme del bache con Claudia con las clases. Pau no estaba resultando tan difícil como me temía. En el fondo daba lasensación de ser una persona con necesidad de reclamar atención de unos padres que la colmaban de todo lo material pero no le dedicaban tiempo y yo me estaba conviertiendo en un compañero "agradable" de sus mañanas de estudio de verano. De hecho empezó a estar realmente amable ofreciéndome café al llegar y sustituyendo los pijamas de los primeros días por shorts y camisetas reivindicativas o de temativa heavy.

El viernes me llamó Pablo de nuevo. Iba a hacer botellón con los amigos de Leyre y como yo era el único que quedaba en la ciudad quería que lo acompañara sí o sí. Claudia estaba en Madrid y llegaría a su ciudad de madrugada. Ya hablaríamos el sábado por la tarde. Sin muchas ganas me arreglé. Hasta me puse pantalón largo por si después ibamos de discoteca.

Era un grupo de gente bastante pija. Aunque lo más destacado es que allí estaba Nieves y no se separó de mí en toda la noche dándome palique y lanzando sonrisitas. A ratos me olvidé que Claudia estaba en Madrid. De hecho hasta varias copas después de haber llegado no me fijé en su ropa: minifalda ajustada tan pegada que debía llevar tanga para que no se marcara la ropa interior y un top anidado a la espala muy escotado por delante suelto hasta el ombligo. Al fijarme no pude reprimirme decirle:

-¿Tu madre te deja salir así de casa?
-Evidentemente mi madre no elige mi ropa...-repsondió.
-No sabía que las pijas de colegio de monjas salieran los fines de semana a cazar...
-¿No serás de los que se piensan que vamos provocando?
-Para nada. Estás espectacular. Vas a tener que apartar moscones....
-Eso se me da muy bien...

El alcohol y mi conversación aquel día en el chalé me soltaron la lengua y le dije:

-Cualquiera que te vea sabe que debajo sólo llevas un tanguita...

Puso cara de escándalo con una vuelta de ojos muy graciosa y me contestó:

-A lo mejor voy más fresquita...pero eso no lo vas a saber, jajaja...
-¿Me estás calentando?
-Yo no voy buscando niños con novia, Luis...ni voy enseñando la mercancía como tú...-me soltó recordandome cuando me abrí el bañador para mostrarle mi vello púbico recortado dejando que me viera la polla morcillona.
-Fíjate pues ahora tengo también una sorpresa para tí...-le dije con picardía.
-Ahn, ¿sí?
-Pero tampoco lo vas a saber...

Así estábamos cuando nos avisaron que íbamos a entrar en la terraza de una discoteca de moda. Tras una breve cola pues no era demasiado tarde entramos y se repitió el típico ritual de chicas bailando y chicos bebiendo a su alrededor. Lo bueno es que evitábamos los buitres. Pero en un momento Nieves se perdió. la busqué con la mirada y no la veía hasta que pensé que estaría tonteando con cualquier tio cachas de los que había por allí. Fui al baño a mear y me la encontré haciendo cola. Era yo el malpensado. Entré al masculino y al salir me quedé a esperarla. Por mi mente pasaban ideas en ese momento y no olvidaba la conversación de un rato antes. ¿Me estaba tirando los tejos? ¿Qué pasaría si me lanzaba a por ella?

Cuando Nieves salió del baño tomamos el camino de regreso con el grupo pero había que salir del salón de invierno de la discoteca a la terraza por una zona con setos altos y un muro detrás con una separación aproximada de un metro. Vi un hueco y tiré de la cintura de Nieves quedando los dos en aquel espacio fuera de la vista de los que entraban a los baños. Por la forma de entrar ella quedaba contra la pared y yo no tuve reparo en pegarle el paquete al culo.

-¿Tienes algún problema, Luis?-me preguntó.
-Sí...
-¿Y yo puedo ayudarte?
-No lo sé...

Me sorprendí a mí mismo empalmado apretando mi polla contra sus nalgas. Nieves no colaboraba pero no se zafaba de mí.

-Llevo toda la noche deseando empotrarte...-le dije con total descaro.
-¿Esa era tu sorpresa?- me dijo creyendo intuir su respiración agitada al sentir mi cuerpo pegado al suyo.
-Para descubrir la sorpresa tendrías que darte la vuelta y agacharte...-no me conocía a mi mismo hablandole así a la chica.
-Ni me has dado un beso ¿y quieres que te coma la polla?
-Yo no he hablado de comer...eso ha sido idea tuya.-respondí frotándome contra su culo.-Además necesito comprobar algo desde hace un rato.

No tenía ni idea de como podía acabar aquello, si Nieves me quitaría de encima y me mandaría a la mierda o si terminaríamos enrollándonos allí mismo. Sin embargo quité mis manos del muro contra el que la aprisionaba y las bajé a sus muslos.

Me fue imposible así que al estar fuera de la vista de la gente que pasaba tras el seto subí su falda lo suficiente para llegar a su pubis y me tropecé con una tela fina que parecía encaje al tacto.

-No vas tan fresquita- le dije mientras la chica se estremecía al sentir mi mano rozar su entrepierna.
-Te dije que podría...-respondió con la voz entrecortada.
-Pero ahora no me voy sin ver que tan suave estás...
-Cuidado donde vas...-me dijo.
-¿Me vas a parar?-pregunté.
-Te puedes quemar...-me respondió estirándose.
-Lo soportaré...-contesté intentando colar las manos entre sus muslos y la estrechez de la falda.
-Parece que te pongo más caliente que tu novia...-me dijo en el instante en que mi dedo se abrió paso entre sus labios invadiendo su chocho caliente y ¡húmedo!.

Colé mi mano dentro del tanga comprobando su pubis totalmente rasurado y muy suave mientras sentía su culo apretarse a mi polla.

Nieves estaba empapada disfrutando aquel momento de calentón. Y muy sensible. Al sentir mi mano en su chocho empezó a gemir. Yo empecé a desatarme aun más apretando con más fuerza mi paquete a sus nalgas casi en pompa por la presión de mi mano en su coño.

-No me imaginaba lo zorrita que eras...
-Pues yo siempre he sabido lo cerdo que eras y que acabarías follando conmigo aunque tuvieras novia...¿o si no porque me enseñaste la polla?

Según me decía eso yo clavaba dos dedos en su chocho entre gemidos de Nieves. El calentón era grande. La chica lo había conseguido y yo colaboraba con facilidad. A pesar de nombrar a mi novia yo sólo tenía cabeza en ese momento para su cuerpo.

-Voy a tener que follarte entonces...me voy a follar a la zorrita de Nieves en una discoteca. ¿A cuántos te has tirado así?
-Vas a ser el primero cabrón...
-No me lo creo...-respondí sin dejar de masturbarla con mi mano.
-Me he liado con tíos en su coche pero nunca dentro de la discoteca...
-Pues ahora te voy a dar hartón de polla para que te enteres....¿llevas condones?

Nieves sacó cun condón de su bolsito mientras yo me abría el pantalón y me sacaba la polla del calzoncillo. Estaba empalmadísimo. Me pasó el condón sin mirar y le dije que se diera la vuelta. Miró mi pubis rasurado y se mordió el labio.

-¿Lo has hecho porque sabías que me gustaba?
-Sí...-mentí.

Me puse el condón y al terminar la chica acarició mi pubis y mi polla. Yo la volví a colocar de cara a la pared y terminé de subir la falda dejando su culo con un tanga de hilo azul ante mis ojos. Le di un cachete y lo aparté dirigiendo mi nabo a su chocho. Nieves me ayudó a colocarme a la entrada y cuando sentí su calor en mi glande apreté sintiendo como me deslizaba en su interior. Se la clavé entera entrando despacio y Nieves se estiró vaciando el aire de sus pulmones.

-Mmm., que chochito tan estrechito para ser tan zorra....-le dije.
-Sólo lo he hecho con tres...
-¿Solo? ¿Con lo zorrita que eres?
-Solo follo con quien me apetece...ya te lo dije...

La cogí por la cintura y empecé a bombear. Primero despacio y después más rápido. Nieves gemía aunque la música de la discoteca ahogaba sus gemidos. Yo estaba concentrado sólo en el roce de mi polla en su vagina. En apenas 5 minutos sentí como Nieves temblaba aunque de forma leve. Yo seguí bombeando. Estaba dándole bastante fuerte a la chiquilla que recibía mis embates entre gemidos y temblores. 5 minutos más y me corrí entre fuerte gritos ahogados por la música. Me había follado a Nieves sin un beso. Le había puesto los cuernos a Claudia. Y lo peor es que no tenía remordimientos...
En esta época, me cabreaba su actitud. Por esto sigo pensando que la culpa fue de el
 
Lo único criticable de Claudia fué no haber puesto las cartas sobre la mesa al comienzo de la relación y quizás también, haberle soltado esos permisos por su sentimiento de culpa.
La madura de la relación era ella.
Solo nos falta saber que sucedió de verdad en Italia

Sí, será interesante conocer esas vivencias de Claudia.
 
Lo único criticable de Claudia fué no haber puesto las cartas sobre la mesa al comienzo de la relación y quizás también, haberle soltado esos permisos por su sentimiento de culpa.
La madura de la relación era ella.
Solo nos falta saber que sucedió de verdad en Italia

Tardó mucho en decirle lo de la beca, un error que pagó caro, pero eso no justifica la reacción posterior de Luis. Pero ya sabemos como era Luis en esa época.
 
Lo que no tiene sentido es que se fuera a Italia y enseguida ya le estaba poniendo los cuernos. Y encima pa na, porque luego termino como termino su historia con Nieves.
Menos mal que luego apareció en su vida un ángel llamado Alba.
 
Lo que no tiene sentido es que se fuera a Italia y enseguida ya le estaba poniendo los cuernos. Y encima pa na, porque luego termino como termino su historia con Nieves.
Menos mal que luego apareció en su vida un ángel llamado Alba.

Le puso los cuernos con Nieves mucho antes de irse a Italia, vamos, que no esperó mucho. Es verdad que luego Luis cambió y gracias a eso está ahora con Alba, pero podía haber cambiado por Claudia.
 
En aquella época Luis quería una "mamá" que lo llevase de la mano y una "niña" que le vaciase los huevos. Nada tiene que ver si Claudia le comunicó mejor o peor la concesión de la beca, si él la hubiese querido como una compañera de vida, como creía Claudia que Luis podría ser, un compañero de vida, nada de eso habría importado. El único error de Claudia fue idealizar al inmaduro de Luis, cosas de una mujer enamorada de un niño educado y zalamero. El cabreo de Luis era porque su "mamá" lo iba a dejar solito, lo de vaciar los huevos lo resolvió rápidamente con la primera "niña" que encontró a mano.
Años después Alba también cometió "errores", y distaba mucho de ser perfecta, pero él la había elegido como compañera de vida, si hubiese tenido la misma actitud que con Claudia, Luis hoy no estaría con Alba ... y no sería responsabilidad de los "errores" de Alba.
Ya puede autoinculparse Claudia todo lo que quiera, lo hace a beneficio de Luis, como a quien le obligan a firmar una confesión que han redactado otros, confiesa lo que sea por algún interés, por salvar su vida o la de algún otro.
 
Última edición:
Pero dos semanas después nos volvimos a reunir. Luis vino a mi ciudad de nuevo con el dinero que estaba ganando. Como no era mucho el que teníamos, y entre billete de autobús y comidas, nos quedamos en un hostal en el centro. No tenía buena fama pues era el típico donde iban las parejitas que querían cama e incluso se decía que también algunas prostitutas ejercían allí su oficio. Bueno, yo en realidad iba allí a lo mismo, a estar con mi novio y follar con él. Para sólo dormir me habría quedado en mi casa.

Pensaba que hablando y dejando que nuestro deseo fluyera solucionaríamos todo. Pues el amor por encima de todo es confianza. Tenía que explicarme. Y estaba segura de que Luis me entendería.

Sin embargo al llegar lo sentí algo frío a pesar de que me abrazó con fuerza nada más verme. Quizá fuese sentimiento de culpa por nuestras discusiones. Pero sus besos intensos con muchas ganas me hicieron sentirme de nuevo con él como si no hubiera pasado nada.

Nos fuimos al hostal y nos registramos, pero en vez de irnos directamente a la cama para tener sexo como en ocasiones anteriores se notaba entre nosotros la tensión por las palabras que faltaban. Nos fuimos a comer algo y allí fue donde me expliqué. ¿Cuáles fueron mis argumentos? Pues los reales. No iba a engañarlo.

Le reconocí que la beca había sido una sorpresa para mí misma. Que nunca le había hablado de ella porque había echado varias y no contaba con conseguir más que las que ya había disfrutado ese curso. Admití mi error en no habérselo dicho según me la concedieron pero le confesé que no sabía como decírselo por no romper los días tan bonitos que habíamos vividos desde que nos habíamos confesado en la residencia apenas un mes antes.

Él también empezó a soltarse y se disculpó por su actitud egoísta. Había pensado sólo en él, en tenerme, y no en la oportunidad que significaba para mí. Mientras lo hacía yo no soltaba su mano. Parecía que al fin todo volvía a su cauce. Pero tenía algo guardado que no tardó en lanzarme para hacerme sentir doblemente culpable: no entendía por qué quise ir sola a Madrid.

Me dolió la forma en que me lo espetó y la ira que vi en sus ojos más que en sus palabras al pedirme cuentas y no pude evitar llorar. ¿Dónde había quedado aquella Claudia fuerte que había superado todo? Luis la había desarmado, pero él no se daba cuenta.

Entre lágrimas traté de explicarme. Era sencillo. Yo no quería depender de nadie. No necesitaba a nadie para echar unos papeles y prefería gastar nuestro tiempo y dinero en poder estar juntos en mejores circunstancias como aquel fin de semana. Pero Luis no me entendía. Su visión romántica entendía mi independencia como un rechazo. Admití que yo también prefería estar con él, pero que quería elegir los momentos. ¿De qué habría servido gastar el dinero en horas de autobús para echar unos papeles y volver?

Pero no se bajaba del burro y tuve que reconocer que intentara comprenderme, pues con argumentos no avanzábamos. De hecho su respuesta final fue un dardo que me dolió tremendamente:

-Yo apoyaré todas tus decisiones siempre que no sean para dejarme de lado...

Me dolió que creyera que lo estaba dejando de lado. No sabía como responderle pues realmente su rencor me estaba lastimando. Así que tuve que ser sincera:

-Justo esto es lo que he querido evitar todo el curso. Y ahora me haces dudar. Al final está pasando y no quiero elegir, Luis.

-Yo no quiero que elijas -respondió muy nervioso -yo quiero que lo hagas conmigo. Contando conmigo, no dejándome de lado.

-Luis, de verdad. No me lo hagas más difícil. Yo quiero estar contigo. Pero necesito tener esa libertad. Te juro que no es para estar con nadie. No es eso. Es que no quiero depender de ti.

-Pero yo no te pongo impedimentos. Sólo quiero compartirlos...

Aquello no tenía sentido. Él no me entendía y yo chocaba contra un muro. Si nuestra voluntad era seguir juntos, ese detalle se convertiría en una anécdota. Así que ante el bloqueo tiré de él para irnos al hostal a descansar o quizá a algo mejor.

En la calle parecíamos habernos olvidado de todo y caminábamos abrazados parándonos de vez en cuando a besarnos. Me gustaba andar con mi mano en su bolsillo trasero acariciando su culo mientras su brazo rodeaba mi cintura. Estaba segura de superar el bache. Y además tenía unas ganas enormes de compartir nuestras pieles.

Hacía muchísimo calor así que al llegar al hostal lo primero que hice fue quitarme la ropa y refrescarme en el baño. Salí a la habitación y ver a Luis tirado en la cama en calzoncillos encendió mi deseo. Quería que a pesar de la cierta frialdad que habíamos tenido supiera que para mí todo seguía siendo igual, así que no le oculté mis intenciones:

-Llevo tres semanas deseando follar contigo...

Luis pareció sorprendido por mi frase tan directa, pero al tumbarme a su lado me besó. Lo notaba raro, como apagado. ¿Tan mal estábamos que ni siquiera la apetecía echar un polvo? Quise comprobar si era así y al bajar mi mano a su paquete noté como se endurecía su polla entre mis dedos.

-¿Mi chica está caliente?-preguntó ya más mimoso.

-Te he echado mucho de menos...

Parece que había sido una sensación mía el pensar que Luis no tenía ganas de sexo pues tras mi respuesta se quitó los calzoncillos mostrando su polla lista para jugar de pie frente a la cama. En ese momento pensé que como ese trozo de carne podía ser tan apetitosa y a la vez tan dolorosa.

-Alguien más te ha echado de menos también...- respondió apoyando su mano en mi hombro dándome a entender que se la chupara.

Yo misma tenía ganas aunque el gesto pudiera parecer sumiso, así que me arrodillé a su lado y tras acariciar su polla y dejar su glande libre para mi lengua lo lamí. Luis se estremeció. Estaba sensible y repetí el movimiento, pero cuando yo pensaba que quería una buena mamada se tumbó en la cama a mi lado.

Me quité las bragas pensando que ya quería metérmela. Yo estaba tan entregada que me daba igual lo que fuera por tal de pegar nuestros cuerpos. Pero ante su pasividad opté por volver a chupársela, eso siempre me excitaba mucho. Y a él también. Me abrí paso entre sus piernas con las rodillas y me lancé esta vez a chupar con mamadas profundas y apretándole las pelotas. ¿Cómo podía estar yo tan caliente y Luis no? Prefería no pensar en el motivo.

Estaba tan encendida que chupe su polla y sus pelotas. Luis se estremecía y estuve un rato metiéndome sus testículos en mi boca mientras lo masturbaba. Me hizo parar y ahora sí me arrastró sobre su cuerpo para besarme y al fin me dijo:

-Qué ganas te tenía...

Me deslicé quedando a su lado mientras Luis se colocaba sobre mí ahora sí colándose entre mis piernas dirigiendo con su mano su polla a mi raja donde entró fácilmente pues con la breve mamada me había mojado bastante. Al sentir como me penetraba quise retenerlo rodeando su cuerpo con mis piernas mientras él empujaba con sus caderas para follarme. Llevaba dos semanas sin sentirlo, pero con tanta discusión me parecía un siglo y no pude reprimir verbalizar mi deseo de nuevo:

-Ains Luis...fóllame, por favor, déjame sentirte...

Me faltaba piel por recorrer con mis manos. La quería toda, su pecho, su espalda, su culo que se contraía al golpe de sus pollazos. Luis me daba caña y después se frenaba como queriendo prolongar nuestro encuentro hasta que sin esperármelo se salió de mí. ¿Qué quería? Pues fácil puso sus piernas a mis costados y me plantó la polla en la boca recibiéndola de nuevo entre mis labios. Pero ahora Luis era quien me follaba la boca. Me daba igual lo que hiciera sólo por tenerlo. Además tenía mis manos libres para acariciar su pecho pasando mis uñas por sus pezones mientras me masturbaba. Aparentemente su polla me ahogaba pero yo era capaz de tragar sus embestidas.

De golpe sentí como su polla se hinchaba aun más y empezaba a soltar el néctar de sus pelotas que yo sorbía como podía. Fue automático. Su placer en mi boca provocó que mi mano consiguiera el éxito de un orgasmo intenso por súbito. No podía dejar de levantar instintivamente la cadera mientras chupaba y chupaba la polla de mi novio. En medio de mi éxtasis Luis bruscamente me arrebató mi manjar tumbándose a mi lado. Yo no podía verlo pues tenía los ojos cerrados pero él seguramente podía comprobar como mi boca seguía ávida de su churra y mi mano no abandonaba mi chocho.

En realidad parecía uno de nuestros polvos explosivos. Sin embargo, sin esperármelo, Luis se bajó a comerme el coño. Yo estaba supersensible, y en cuanto su lengua rozó mi raja no pude evitar estremecerme. No sólo pensaba en él. Era mi Luis…
 
La vivencias de Luis

Nieves se recolocó el tanga y se bajó la falda mientras yo me quitaba el condón, lo andaba y lo tiraba en un contenedor que teníamos al lado. Me sorprendió la rápida recuperación tras sus orgasmos, si es que los había tenido, pues acostumbrado a los largos orgasmos de Claudia y como tardaba minutos en reaccionar, que Nieves se recompusiera tan rápido me desconcertó. Incluso dudé que mi follada le hubiese gustado. Pero de inmediato salí de dudas pues la chica se acercó a mí mientras cerraba mi pantalón y por primera vez me besó los labios con dulzura y me dijo: "Ha estado muy bien".

No sé si notó mi incredulidad al responderle con ptra pregunta:

-¿Por el morbo?

A lo que contestó con una sonrisa:

-Y por el chico...

Salimos del pasillo aquel y volvimos donde el grupo. Pablo se me acercó y me dijo con naturalidad:

-¿Qué tal tira la niña?

Me desconcertó. Sabía algo que yo no sé. Se dió cuenta y añadió:

-La niña está enchochada contigo. Y sabía que tú terminaría cayendo. Era cuestión de tiempo. Aprovéchate. Te puedes pasar todo el verano follando.
-Tengo novia...
-Pues mejor...te follas a dos.

Aquella conversación me hizo reaccionar y darme cuenta de lo que acababa de ocurrir. Aún así como buen caballero aquella noche acompañé a Nieves a su casa y me despedí de ella con picos y un abrazo pero sin hacer planes.

Me acosté ya amanecido y me costó dormir sopesando lo que había hecho, mi situación con Claudia y las palabras de Pablo. Conseguí dormir un par de horas y me desperté al mediodía con varios mensajes de Claudia. Había tenido que quedarse en Madrid porque no había plaza en el bus y había pasado la noche en un hostal de mala muerte con algo de miedo pero ya iba en el autobús de vuelta. La llamé y tras palabras tiernas y contarme lo que había hecho y tal terminamos de nuevo discutiendo por no haberme dejado acompañarla. Su perorata de que no necesitaba que nadie hiciese las cosas por ella y que si me ponía en plan macho protector íbamos a acabar mal me cabreó. Tras disculparnos una vez más mutuamente quedamos en hablar más tarde cuando stuviera ya en su casa. Mi reacción fue mandarle un mensaje a Nieves para tomar café. Su respuesta afirmativa rápida me confirmó lo que Pablo me había dicho. Pero estaba tan enfadado con Claudia que no pensé. Sólo actué.

Quedamos en una cafetería muy tranquila por el calor de la calle. Y la verdad es que Nieves resultó ser una chica muy divertida e imaginativa. Asomaba en ella la misma curiosidad preguntona que cuando nos habíamos conocido en el chalé de Leyre. Sin embargo me tomé una libertad que la molestó. En un momento dado buscando la complicidad de la noche anterior le dije:

-Nunca me habría imaginado que una niña bonita de colegio de monjas pudiera ser tan zorrita...

Se le cambió la cara y poniéndose muy seria me dijo:

-Luis no te cueles. Anoche dormaba parte del juego pero no admito que me hables así...

Me quedé muy cortado y me disculpé:

-Perdona, pensé que te iba ese juego...
-No pasa nada pero no me gusta que me digas eso por liarme contigo. No me quiero sentir así aunque estuviera divertido anoche...
-Ya, ya. Lo siento. No volveré a decirtelo...-bueno pregunté entonces -¿y te gustaría repetir?
-¿A tí te gustó?
-No me lo esperaba y estuvo muy bien. Muy morboso. Nunca hebia hecho algo así en una discoteca...
-Ni yo...-respondió poniéndose colorada con una inocencia como no habóa mostrado desde que la conocí.
-Pues si te apetece repetir algún día podemos prepararlo mejor...

Ahora sí me estaba complicando pues de un polvo loco en un calentó en una noche de cabreo estaba pasando a proponerle a Nieves ser foliamigos. Y ¿Claudia?

Pese a la conversación no pasó nada más con Nieves aquel fin de semana. Yo no forcé y ella tampoco. El lunes retomé mis clases y me serené un poco. Claudia me había llamado el sábado por la tarde triste por nuestras peleas reconociendo que había estado borde conmigo y proponiéndole reunirnos el fin de semana siguiente. Estaba tiesa pues se había gastado mucho dinero con el viaje a Madrid así que decidimos buscar un hostal en su ciudad para pasarnos juntos el fin de semana. Si recuperabamos nuestra relación lo de Nieves solo habría sido un tropezón sin importancia.

Los chicos de las clases trabajaban bien y disfrutaba de mis clases. Incluso con Pau que empezaba a responder a mis ejercicios y a mostrarse más motivada y abierta a mis explicaciones. De hecho a ratos charlábamos de nuestras cosas y estábamos también ganando confianza. De hecho con mis historias de fiestas y novatadas en la universidad la estaba engatusando para estudiar aunque ella ya iba un poco tarde para sacarse el bachillerato.

Así se fue pasando la semana hasta que el viernes por la mañana me cogí el autobús para reunirme con Claudia e intentar recomponer nuestra relación. El remordimiento que no tuve tras follarme a Nieves sí me llegó ahora pero sabía que si mi chica sabía lo que había pasado me dejaría. Y a pesar de mi enfado o mejor dicho, la causa de mi enfado era precisamente cuanto la quería y el daño que me estaba haciendo su actitud de las últimas semanas rompiendo la dinámica tan bonita del fin de curso y de la semana en la playa.

Llegué a su ciudad antes del mediodía del viernes. Estaba nervioso. Pese a nuestras discusiones y malos rollos Claudia seguía siendo mi chica. De hecho ni me acordaba de Nieves. El polvo en la discoteca no había significado nada. Suena a excusa pero era verdad. Un desliz con el cabreo pero a pesar de lo mona que es la niña y lo morosa en esas situaciones mi cabeza y mi corazón sólo pensaban en reconstruir lo que había tenido con Claudia.

Desde el autobús la vi esperándome. Que bonita estaba. El mismo vestidito de tirantas ajustado al pecho y con falda de vuelo que s ehabía puesto en la playa. El corazón se me aceleró al verla. Bajé lo más rápido que pude del autobús y nos abrazamos como si lleváramos meses sin vernos. Antes de coger mi mochila de la bodega del autobús nos habíamos comido la boca varias veces ante la mirada censuradora de alguna señora.

Sin soltar nos y parando nos cada poco besarnos llegamos al hostal que no quedaba lejos de la estación. Nos inscribimos y subimos a la habitación. A diferencia de encuentros anteriores no follamos directamente. Necesitábamos hablarnos y sacar lo que teníamos guardado. Pero no fue en la habitación. Tras soltar mi equipaje nos fuimos a comer unos montaditos y allí fue donde por fin pudimos hablarnos sin rencor.

Claudia me confesó que había pedido la beca en marzo pero que no me había contado nada porque creía que no le daría la nota para que se la dieran. Yo me disculpé por pensar antes en mí que en su formación. Y el momento que más me encogió el corazón fue cuando mi chica, la dura Claudia, la que siempre tenía una respuesta racional para todo me confesó que tenía miedo a perderme. Evidentemente le afeé que no me dejara acompañarla a Madrid. Y ahí se le saltaron las lagrimas. No entendía que pesaba pero me abalandaba mucho verla así. De modo que le rogué que me lo contará pues nedie mejor que yo iba a entenderla.

Su respuesta no me convenció. Ni el alegato feminista trasnochado. Y se lo dije. Que pudiendo estar juntos no entendía su rechazo. Reconoció su error pero me pidió comprensión. Mi respuesta fue algo lacónica:

-Yo apoyaré todas tus decisiones siempre que no sean para dejarme de lado...

Se quedó en silencio. Bajó la mirada y se quedó pensativa hasta que al fin tras un periodo incómodo me miró y contestó:

-Justo esto es lo que he querido evitar todo el curso. Y ahora me haces dudar. Al final está pasando y no quiero elegir, Luis.
-Yo no quiero que elijas -respondí con carraspeo por lo acelerado que tenía el corazón--yo quiero que lo hagas conmigo. Contando conmigo, no dejándome de lado.
-Luis, de verdad. No me lo hagas más difícil. Yo quiero estar contigo. Pero necesito tener esa libertad. Te juro que no e spara estar con nadie. No es eso. Es que no quiero depender de tí.
-Pero yo no te pongo impedimentos. Sólo quiero compartirlos...

Al comprobar que la conversación no iba por donde quería llevarla se levantó de la mesa y me cogió de la mano para que la siguiera:

-Vamos al hostal, que ahora hace mucho calor y allí vamos a estar más cómodos.

Salimos del restaurante con mi chica abrazada a mi costado sin tocar el tema y de nuevo como en el camino al hostal entre abrazos, paradas con besos y caricias. La conversación no había bajado mi deseo y verla tan dispuesta me hizo no insistir.

En apenas 5 minutos estábamos en la habitación. Claudia entró al baño a orinar y salió sólo con sus braguitas dejando su cuerpo a mi vista. No se si era naturalidad o provocación. Yo mientras ella meaba me había quedado también en calzoncillos y había abierto la cama. Nos quedamos uno frente al otro observándonos, deseándonos pero sin atrevernos a tocarnos, como si nunca antes lo hubiéramos hecho, pero cuando me esperaba un momento de caricias y de redescubrir nuestros cuerpos Claudia me sorprendió diciéndome:

-Llevo tres semanas deseando follar contigo...

Su frase, que en otro momento me habría encendido me resultó forzada tras nuestro último episodio de la enculada. De hecho me sorprendí al ver que mi polla no reaccionaba. La besé y me respondió. Pero en vez de acariciar me la espalda o el pecho como otras veces su mano se dirigió directamente a mi paquete amasándolo.

-?Mi chica está caliente?-pregunté.
-Te he echado mucho de menos...-respondió mimosa.


Me separé de ella y me quité los calzoncillos dejando mi polla ya tiesa por el contacto de su mano a su vista.

-Alguien más te ha echado de menos también...

Mientras le decía esto último presión con mi mano para que se agachar a en su hombro. Claudia no solía aceptar esas cosas pero sonriendo me se arrodilló frente a mi polla. Mirándome a los ojos agarró mi nabo, descubrió su glande y lamió la punta. Gemí de estremecimiento y mi chica repitió. Tuve la tentación de agarrarlo la cabeza y follar le la boca pero me contuve. La levanté y sin decir nada me tumbé en la cama. Ella se quitó las bragas enseñándome su chocho pelón y en vez de tumbarse a mi lado se puso de rodilla entre mis piernas y volvió a agacharse para seguir mamandomela. Pero ahora agarraba mis pelota mientras se tragaba mi polla. De golpe la agarró con la mano y noté como metía una de mis pelota en su boca y sorbía. Sentí algo extra mezcla de placer y dolor. Notó mi estremecimiento y repitió con la otra pelota a la vez que me la meneaba. Sorprendente mente sentí que me iba a correr y la detuve.

Empecé a besarla atrayéndola a mí y le dije:

-Qué ganas te tenía...

Se tumbó en la cama y me encajé entre sus piernas dirigiendo mi polla mojada por su boca a su raja. Cuando sentí que mi glande se deslizaba entre sus labios empujé con las caderas y sentí como mi nabo se deslizaba dentro de su coño mojado. Tuve un flash momentáneo al sentir su vagina menos apretada que la de Nieves. Pero aparté el pensamiento de mi cerebro al dejar caer mi cuerpo sobre el suyo para poder besarnos ensartados. Mientras nos comíamos la boca con deseo y mucha lengua intentaba cerrar sus piernas al rededor de mi cuerpo como queriendo atraparme. Mi reacción fue empezar a moverme dentro de ella y sus gemidos no tardaron en resonar en la habitación.

-Ains Luis...fóllame, por favor, déjame sentirte...

Yo bombeaba sin hablar entre gruñidos mientras sus manos intentaban tenerme entero por mi espalda, mi culo, mi pecho. Noq uería dejar un centímetro de mi piel sin recorrer. De nuevo sentí que me iba a correr demasiado pronto y no llevaba condón. Frené el ritmo pero cada roce de su piel me encendía así que tuve que sacarla de su coño. Sabía que con nada me iba a correr. Estaba muy sensible. No sé por qué tuve un impulso y pasando las piernas por su torso mientras Claudia me miraba extrañada y algo confusa por lo rápido que me había salido de ella le planté la polla en la cara con mis piernas a ambos lados de su cabeza.

Claudia estaba caliente y abierta a casi todo y sin pensárselo se metió mi polla en la boca. Yo ahora sí empecé a follarsela mientras ella acariciaba mi pecho con una mano y sospecho que su chocho con la otra.En apenas 2 o 3 minutos empecé a correr me entre gruñidos soltando mi semen en su boca. Claudia tenía los ojos cerrados y sorbía y tragaba mi corrida mientras su rostro se contraía. Entonces noté que seguía chupan do aunque yo ya había dejado de soltar lefazos entre gemidos cortos.

Yo tenía la polla muy sensible y quise sacarla pero ella no paraba de sorber hasta que noté su cuerpo temblar con un largo gemido expulsando el aire por la nariz pero apretando más mi polla. Casi me hacía daño. Con cuidado la saqué tumbándome a su lado mientras Claudia se concentraba en el orgasmo que su mano en su coño y mi polla en su boca le acababan de proporcionar.

Fue una sensación extraña. Habíamos follado aparentemente como siempre pero todo era distinto. Claudia se había vuelto menos activa. Desde nuestro último encuentro durante el torneo su actitud en la cama era algo diferente. Se mostraba siempre deseosa de agradarme y de demostrarme que no ponía frenos a mi placer sexual. Pero así no habíamos empezado. Y no voy a negar que me digustara esta actitud más sumisa de Claudia en la cama, pero contrastaba totalmente con su personalidad, nada sumisa desde luego.

Por otra parte a pesar de que mi chica había conseguido correrse mi actuación era bastante mejorable. Me había corrido bastante antes de lo habitual y encima soltándoselo a las bravas en la boca despreocupándome de su placer. Por ello y por lo anterior saqué mi polla de su boca bien babeada meintras ellas se mantenía en la misma postura con su rostro contraído habitual, absorta a lo que ocurría al rededor suyo. Al ir a tumbarme a su lado comprobé que mantenía las piernas flexionadas y abiertas con su raja brillante y palpitante y decidí devolverle el placer.

Gateé por la cama hasta ponerme a sus pies y encajé mi torso entre sus piernas acercando mi cabeza a su entrepierna. No le dió tiempo a reaccionar antes de que mi lengua recorriera su raja haciéndola estremecer. A pesar de nuestros encuentros habituales nunca se lo había comido justo después de correrse. Sabía diferente, algo más salado. Al ver que no se quejaba pegué mi cabeza a su chocho hasta localizar su botoncito con mis labios. Cuando lo atrapé casi levanta el culo del colchón tensando las piernas mientras de su boca salió muy levemente:

-Luis, Luis, Luis....







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