Memorias de una solitaria

Mi tía dormida como un tronco ni se enteró que había llegado ya amanecido. Así me libraba de dar más explicaciones que el decir que el chico era agradable. Ni siquiera yo sabía que decir: había echado un buen polvo con un tío que estaba bueno y era agradable pero me había follado el culo sin yo tener claro si era lo que me apetecía. ¿Había estado bien? Ni siquiera yo lo sabía.

Me daba cuenta de que después de Luis mis encuentros sexuales siempre acababan así. El polvo con mi compañero no estuvo mal pero acabé cansada buscando que se corriera rápido para que me dejara. El tío de la discoteca había estado muy bien, pero me habría gustado follar con él y no pudimos. Y ahora, no sabía que pensar. ¿Me había gustado el anal? No era algo que me encantara. Por Luis…por él sí, pero ahora tenía un cierto regusto amargo a pesar de que Alex no me había forzado.

Mejor no darle vueltas a la cabeza. Eso sí, sería mi secreto. Como siempre. Volvería a encerrarme en mí. Volvería a guardarme las cosas que no sabía como contar. Como lo ocurrido con el Largo, como mi beca…

¿Por qué no le conté todo a Luis según pasaban las cosas? ¿Por qué le oculté que podría irme de la residencia? Porque no sabía cómo contarlo y además temía pensar en de qué forma se lo tomaría. Tres días estando con él tardé en decírselo y estalló la tormenta. Nuestro primer encontronazo.

Luis venía a mi ciudad a jugar un torneo de fútbol-sala. Porque además de guapo, de inteligente y de sensible, mi niño jugaba bien al fútbol. Y como habían ganado la liga universitaria de Granada ahora representaban a nuestra universidad en el torneo en el que se enfrentaban las universidades de la comunidad. Y casualmente se jugaba en una residencia universitaria a las afueras de mi pueblo. Así que tuvimos la oportunidad de vernos una vez más ese verano.

Yo estaba feliz. Quería abrirle mi pueblo, mi casa, mi familia…pero sin embargo no sabía como contarle que me iría un año entero becada a una universidad europea. Ya encontraría el momento de decírselo, pero mientras tocaba disfrutar con él.

Yo había ido a verlo jugar en más de una ocasión pero nunca como su novia. Aunque el torneo se jugaba en el antiguo campus de la Universidad Laboral de mi pueblo en la grada no había nadie de la localidad, sólo amigos, familiares y parejas de algunos jugadores. Como no conocía a nadie me senté sola. Ni siquiera sabía como iba el partido porque sólo tenía ojos para sus regates, pases y disparos, aunque no me atreví a cantar gol cuando Luis engañó al portero contrario en un regate y coló la pelota en la portería suavemente. Si es que mi niño cuando se trataba de meter…

Al acabar el partido me vio. Me llamó para bajar donde estaba y lo acompañé al dormitorio para ducharse. Estaba empapado en sudor por el esfuerzo y el intenso calor de mediados de julio. La residencia estaba muy bien, con una habitación individual y ducha propia. Un lujo comparado con nuestra vieja residencia.

En apenas 5 minutos mi novio salió de la ducha con una toalla a la cintura y aún mojado. Estaba guapísimo. Seguro que estaba pensando lo mismo que él y además teníamos tiempo así que en unos segundos la toalla estaba en el suelo y nuestros labios pegados.

Y en otros pocos mi vestido y mis bragas ya no estaban y Luis ya estaba dentro de mí comiéndonos a besos. Pero a diferencia de otras veces en vez de un polvo rápido y alocado nos quedamos frente a frente besándonos y recordándonos cuanto nos echábamos de menos y poniéndonos al día mientras mi novio de vez en cuando apretaba sus glúteos para que sintiera su polla clavada en mi coño. De no ser porque el autobús salía podíamos haber estado horas así. No podía estar mejor que con mi chico entre mis piernas clavado en mí. Parecíamos estar hechos el uno para el otro pues encajábamos a la perfección.

Pensé en contarle lo de la beca pero en esa postura quizá no fuese el mejor momento. Además antes de irnos Luis quiso que llegáramos al orgasmo penetrándome con más fuerza hasta conseguir que me corriera y el se vaciara en mi barriga. Casi perdemos el autobús, porque cuando sentí que mi placer llegaba a su clímax apreté el culo de Luis para que su polla se clavara en mí completamente y la sintiera entera mía. Cuando aún sentía las contracciones mi novio me la sacó con prisa para correrse sobre mi cuerpo.

Íbamos a perder el autobús y quería ducharse otra vez así que sin pensármelo me agaché a lamer su polla manchada de su semen y mi flujo para su regocijo y me fui ligera a limpiarme yo mientras le metía prisa para que se vistiera.

Por suerte pudimos coger el bus y llegar al centro de la ciudad donde cenamos y paseamos abrazados. Quería que todo el mundo me viera con mi novio universitario y guapo. Yo ya no era la chica tonta que se pillaba de un matón, ahora era una estudiante de medicina con un novio inteligente y culto. Aunque no pasamos por mi barrio quedamos en que vendría al día siguiente por la mañana e iríamos a casa. No iba a esconder al hombre del que estaba enamorada.

Lo dejé en el autobús con la pena de no irme a dormir con él estando tan cerca.
 
Mejor no darle vueltas a la cabeza. Eso sí, sería mi secreto. Como siempre. Volvería a encerrarme en mí. Volvería a guardarme las cosas que no sabía como contar. Como lo ocurrido con el Largo, como mi beca…
Ya se acerca uno de aquellos momentos importantes ... a ver, a ver ...
 
Última edición:
Claudia a retrosedidoben el tiempo para contarnos que paso despues de las vacaciones y como no se atrevía aun contarle de la beca.
Así que abra que seguir esperando que se lo cuente, ya que son las cosas que ella se guarda y le cuesta contar.
 
La versión de Luis

Almorzamos en el comedor de la residencia y nos fuimos a descansar a los dormitorios porque a las 6 nos reuníamos para el calentamiento. No hacía falta. Qué calor. Menos mal que la organización había traído neveras con agua abundante. Tuvimos suerte en el sorteo pues el primer partido lo jugábamos con una universidad pequeña que no tenía palmarés. De hecho a pesar del calor ganamos con facilidad e incluso hasta metí un gol. Así que el viernes jugaríamos nuestro segundo partido.

Al terminar ví a mi chica en la grada saludándome. Tan bonita como siempre. Se había puesto un vestidito suelto de verano muy discreto de florecitas. No había mucho público. Sólo familares y jugadores de otros equipos. Quería apretarla contra mí pero estaba empapado en sudor. La besé suave. Los chicos del equipo me dijeron que las duchas eran en la misma residencia. Claudia se vino con nosotros. Pregunté si podía acompañarme en la recepción y me dijeron que hasta la hora de la cena el acceso era libre a las habitaciones así que Claudia entró conmigo.

-Me ducho corriendo y ya estamos...-le dije mientras echaba la equipación sudada al suelo.
-Venga...jajaja.

Me duché rápido y salí con una toalla en la cintura. Me senté en la cama al lado de ella y le pregunté:

-¿Qué hacemos? Tenemos media hora hasta la cena...
-En media hora se me ocurre alguna cosilla que hacer....

Os podéis imaginar qué ocurrió durante esa media hora. El vestido y la toalla volaron. Sus bragas también. Y tal y como ocurrió en la playa nuestra última noche en menos de dos minutos mi polla estaba dentro de ella. Nuestros polvos rápidos se estaban convirtiendo en costumbre y ya ni nos planteábamos el uso del condón. Después de mi mala experiencia con Viqui podría pensarse que era una temeridad pero yo estaba seguro de controlar y además eso permitía otros juegos una vez que se acercaba mi orgasmo. La ventaja de aquel dormitorio de la residencia es que podíamos usar la cama. De modo que en esos dos minutos que transcurrieron desde que mi toalla voló y empezamos a besarnos hasta que la penetré tumbados en la cama dio tiempo a desnudarla y tumbarla sobre la cama.

Sin embargo, una de las ventajas de la postura del misionero es que aunque la penetración no es tan profunda los rostros están enfrentados. Y nuestra urgencia de ese momento no era tanto el sexo en sí mismo como la necesidad de contacto con el otro. De modo que pese a la rapidez en que me metí en su cuerpo el polvo se fue sosegando entre besos y abrazos. Nos pasamos casi la media hora completa así con palabras tiernas y ligeros golpes mios de cadera. La verdad es que es un verdadero placer hacer planes con tu chica mientras estás clavado en ella. De no ser porque teníamos que salir de la residencia me habría quedado horas ensartado en ella. Pero ya que estábamos había que terminar. Así que empecé a bombear poco a poco ganando velocidad. Me apoyé en los brazos para poder empujar mejor con las piernas y miraba a mi chica a los ojos mientras follábamos. Como se contraía su carita a cada envestida mía ayudadas por sus manos que apretaban mi culo para profundizar la penetración.

Me habría gustado durar más pero la visión de las muecas de placer de mi chica y una semana sin correrme me estaban conduciendo rápidamente al orgasmo. Aunque la chispa definitiva fueron las convulsiones de Claudia reprimiendose los gemidos con su propia mano mientras con la otra empujaba mi culo contra ella para sentir mi nabo totalmente clavado mientras ella se corría. A pesar de haber dejado de moverme podía sentir las contracciones de su orgasmo en mi polla y su cara contraída. Otras veces habría aguantado más pero corríe el riesgo de venirme dentro de ella así que a pesar de que su orgasmo se prolongaba tuve que sacarsela con disgusto suyo y menos mal que lo hice porque casi sin tiempo a agarrarmela empecé a soltar lefazos sobre su barriga y sus pechitos de semen espeso. Terminé de sacudírmela y dije:

-Ufff, voy a tener que ducharme otra vez...

Su orgasmo no había sido tan intenso como otras veces pues no se quedó en trance como hacía a veces y rápidamente se levantó para ir al baño a limpiarse mi corrida. Pero al levantarse me dijo:

-No tenemos tiempo...
-Es que estoy manchado...

Mi chica se agachó y se metió mi polla en la boca pasándole la lengua para recoger los restillos de semen y se fue para el baño mirándome con picardía a la vez que decía:

-Limpio...vorre vístete...

Me puse un pantalón corto y un polo y ella salió ya limpia del baño y se vistió ligera. Bajamos de la mano a recepción y pregunté los horarios de la residencia. No se cerraba por la noche, pero entre semana el último autobus al campus era a las 12. Claudia y yo nos fuimos en autobus al centro de la ciudad. Cenamos en un burguer barato y mi chica me enseñó su ciudad paseando juntos a ratos de la mano, a ratos abrazado. Como yo tenía libre la mañana quedamos en que echaríamos la mañana juntos y ella me recogería después del partido como ese día. Así me acompañó a coger el autobús pues ella iba en otra dirección.
 
A la mañana siguiente vino a buscarme temprano. Pasamos toda la mañana juntos paseando por la ciudad. Quería que conociera mis orígenes. Que supiera que yo no era una de esas niñas pijas con las que estaba acostumbrado a tratar. No me avergonzaba. Que de una familia humilde yo hubiera llegado a obtener una beca…uff, no tampoco encontraba el momento de decírselo. Ni que hui de mi barrio por un ajuste de cuentas entre bandas en la que yo andaba implicada, ni la jodida beca.

Pero todo lo demás sí. Le enseñé el barrio, el instituto, el parque donde había ido tantas veces con mis amigas, donde me enrollaba con Adrián y conocí al Negro…, el descampado donde me llevaba con el coche. Con Luis de la mano ya no me parecía tan desagradable. Él estaba sorprendido. No se imaginaba un barrio tan ¿marginal?

A Luis no le había contado que mi madre sabía que estábamos juntos. No quería que se me agobiara y le hice creer que simplemente había contado que era un buen amigo de la residencia. Aún así durante la comida en casa estaba cortadísimo, y aunque mi madre estuvo muy amable con él, mis hermanos parecían analizarlo. No sé si mi madre les había dicho algo pero parecían sospechar que entre aquel pijo tan educadito que había llevado a casa y yo había algo.

De todos modos Luis terminó hablando de la residencia, los estudios, contando como se sacaba dinero en verano dando clases particulares…tenía una forma de ser natural con la que se ganaba a todo el mundo sin esfuerzo. Es un don con el que me ganó a mí y me hacía temer que lo hiciera con más chicas. Tendría que convivir con ese temor y más si nos íbamos a separar una larga temporada.

El niño tímido de principio de curso ahora era una persona más segura. Incluso su forma de comportarse conmigo era muy diferente desde nuestro primer beso. Lo sentía incluso dueño de la relación y eso en parte me preocupaba. Empezaba a sentirme dependiente de él a la vez que él se comportaba como si lo nuestro fuese algo hecho, eterno, sin peligros, sobre ruedas, algo que no había que cuidar.

Pero para mí seguía siendo importante que Luis tuviera claro mis orígenes y la importancia que tenía para mí el éxito académico. Creo que es algo que ya tenía bastante claro y que mostrarle le hacía sentirse orgulloso de mí, al menos tanto como la niña que se metía en líos en un barrio problemático y ahora había conseguido una importante beca nada más y nada menos que en medicina.

El único problema que tenía esa niña ahora es que se había colado del tío con el que paseaba por su barrio abrazada y que no sabía como reaccionaría ante la noticia de su marcha. Segundo día y no me atrevía a decírselo. Tampoco las circunstancias ayudaban.

Luis jugó su segundo partido aquella tarde y ganaron colándose en semifinales. Este partido ya había sido con un rival importante y todos se fueron a celebrarlo, incluida la novia de la estrella del equipo. Pese a todo Luis se separó de sus compañeros para pasar un rato a solas conmigo.

Paseando atravesábamos el parque cerca de mi casa, aquel donde Adrián me llevó a mi primer orgasmo con un chico, donde salí huyendo de un tío que quería que le comiera la polla, donde Migue me dejó temblando de gusto hundiendo su dedo experto en mi coño, donde pasé tantas horas con mis amigas tonteando…y ahora, paseaba con Luis.

Primero planeamos como pasar la noche juntos en la residencia donde se alojaba. Para convencerlo tuve que reconocer que mi madre ya sabía lo nuestro y que no iba a poner problemas. Después fuimos dando un paseo para hacer tiempo mientras salía su autobús que se cogía allí cerca.

Ya habíamos estado allí por la mañana, pero ahora era diferente. Me dio uno de esos arrebatos que ya había tenido en otras ocasiones con Luis, en la playa, en los últimos días en la residencia, y me empeñé en tener un recuerdo con él allí. No uno cualquiera. Un recuerdo morboso. Y se lo dije sin tapujos:

-Necesito tener un recuerdo en este parque contigo...

-Estamos paseando...-dijo sin darse cuenta de en qué estaba pensando yo.

-No. Algo nuevo. Aquí di mi primer beso, hice la primera paja...jajaja.

-Miedo me da esa cabecita cuando te entra esa risita...

-Ya sé que vamos a hacer...

Tiré de su mano y lo metí detrás de un seto ocultos a la vista de los que pudieran pasar e hice que se sentara en el suelo apoyado sobre un árbol.

-¿Qué tramas?-preguntó curioso.

-Te la voy a comer...

-Pero no es tu primera mamada...

-No, jajaja. Esa fue en un coche. Pero aquí no lo he hecho nunca. Mi primera mamada en este parque va a ser a Luis...- dije con absoluta alegría.

-Estás loca...jajaja.

Me senté sobre sus piernas para besarnos pero Luis intentó meterme mano por dentro del vestido hasta que lo detuve.

-Así no vale. Tú te tienes que dejar...-le pedí mientras ya sentía su excitación apretada en sus pantalones.

Sin perder más tiempo desabroché su pantalón e intenté sacarle la polla de los calzoncillos pero era difícil en esa postura y me tuve que bajar de sus piernas para ponerme de rodillas a su lado y tener mejor acceso a mi postre que lucía ya preparada para jugar.

-Ummmm. Luis, que rica está. Siempre lista para mí.

Tras saborear su glande no perdí mucho el tiempo y empecé a introducirme su falo cuanto pude como a él le gustaba. Notaba las pulsaciones de su polla. Todo estaba bien y se lo hice saber:

-Este será mi recuerdo tuyo en este parque....

La verdad es que entre el lugar, la situación y lo rico que estaba mi novio me excité bastante chupando su churra de modo que cuando Luis empezó a subir su mano por mis muslo y culo buscando mi coño por dentro de las bragas yo ya no lo detuve sorprendiéndose de que estuviera tan mojada sólo con dos chupadas.

-Te calienta comerme la polla....-dijo excitadísimo.

Respondí con sonidos sin dejar de chupar e insistió:

-Y vas a querer mi leche...

Entre sus palabras, su dedo masturbándome y su polla en mi garganta no podía dejar de gemir a pesar del enorme obstáculo de mi boca mientas no dejaba de tragar y soltar.

-Vas a recordar mi polla y mi leche cada vez que pases por este parque...

Tuve que soltar su polla para responderle:

-Será mi mejor recuerdo de todos...

El dedo y la polla de Luis me tenían loca haciendo que me olvidara de todo lo demás. No podía dejar de chupar al ritmo que su dedo se clavaba en mí. Luis me avisó de que estaba a punto de llegar pero lo hizo de una forma muy caliente:

-Te voy a llenar la boca de leche....mmmmm. Sigue chupando princesa. Mmmmmmm.....ah, ahg, arggggg.....

Y sin más sentí su polla palpitar, como retroceder, para inmediatamente empezar a escupir su semilla en mi boca. Fue definitivo. Tanta excitación, el sitio, su dedo y su polla llenándome la boca de semen provocaron mi propio orgasmo. Intentaba tragar como podía la corrida de Luis mientras mi respiración se desajustaba completamente por el placer que emanaba de mi chocho. Cuando aún me relamía por el reciente orgasmo Luis gritó preocupado:

-Claudia...el autobús.

Tuvimos suerte y llegamos a tiempo de que mi novio pudiera llegar a su residencia. Ahora ese parque me recordaría a Luis para siempre…
 
La versión de Luis

A la mañana siguiente desayuné con los compañeros del equipo pero cuando dije que había quedado con Claudia me montaron un cachondeo preguntándome que si yo había ido a jugar o a que. Evidentemente les guiñé un ojo. Cogí el autobús siguiendo las indicaciones que me había dado mi novia que me esperaba en una para cerca de su barrio.

La verdad es que mi admiración por ella aumentó al ver el barrio tan humilde donde se había criado y suponer por lo que me había contado como serían sus amistades. Entendí que su madre la mandara a vivir con su tía fuera de allí para alejarla de las malas compañías. Me enseñó su intituto, el parque donde solía ir con sus amigos y hasta el descampado donde follaba con sus ex. Lo que no me esperaba es que me dijera que me invitaba a comer con su familia. Me quedé muy cortado, pero para tranquilizarme me dijo que no había dicho que era su novio sino un amigo de la residencia que estaba jugando un torneo en la ciudad. Ya habría tiempo de formalizar lo nuestro.

Claudia se había criado en un piso pequeño de 3 dormitorios con sus padres y sus 4 hermanos. Por ser la única chica su madre la mandó a vivir con su tía pues como me contó ella los bombos eran muy habituales en el barrio y había muchas madres solteras. La madre de Claudia era como ella pero evidentemente con casi 30 años más y algo más rellena. Pero tenía gestos muy parecidos. Yo le hablé d elo buena compañersa que era su hija y lo musho que me había ayudado a estudiar. Su madre estaba muy orgullosa de ella pues a pesar de no pode permitirse pagarle los estudios había conseguido las dos becas y que estaba aprovechando muy bien.

De los hermanos solo estaban los más pequeños y el padre no venía hasta la noche pues trabajaba con los dos hermanos mayores en un negocio que tenían que no debía ser muy boyante. Superado mi corte inicial ne relajé alegrándome de conocer aun más a mi chica. Ahora entendía el escudo que ella había puesto durante el curso y como le pesaba la responsabilidad. Yo no podía ser un obstáculo sino su compañero de andanzas.

Cuando me acompañó al autobús después de comer aunque nos ibamos a ver unas horas después la abracé con sentimiento. No sé si ella entendía por qué pero también se aferró a mi confuerza hasta que llegó el autobús.

El segundo partido fue muy diferente del primero. Sudamos la gota gorda en todos los sentidos para poder ganar por un gol de diferencia y sufriendo bastante con un balón al palo y un paradón a bocajarro de nuestro portero. Pero nos colamos en semifinales. Y como era viernes decidimos ir a celebrarlo. Así que nos duchamos y nos fuimos los 10 del equipo con Claudia al centro de la ciudad de cervezas. No era el plan que ella esperaba pero no se quejó. Consciente que ella quería tenerme en exclusiva en cuanto tuve ocasión me fui con ella entre las palmadas de mis colegas en la espalda y más de un guiño de los más mayores.

Nos sentamos en un banco de un parque a charlar. Apenas teníamos una hora hasta el último autobús. El sábado era mi última noche allí y planeamos la forma de poder dormir juntos. Recordaba mis invenciones para pasar la noche con Viqui y sin embargo ella me dijo con naturalidad que le diría a su madre que iba a pasar la noche conmigo.

-¿Pero no le dijiste que sólo éramos amigos?-pregunté.
-Mi madre no es tonta. Nada más subir de dejarte en el autobús me encaró y me dijo: "Ese niño te gusta". Y no me quedó más remedio que reconocerle que llevábamos tiempo saliendo y había estado contigo en la playa.
-¿Y no le importa que pases la noche con un tío?
-Luis- me dijo con cara de suficiencia- con 15 años me escapaba para estar con mi novio de 25...
-Ya...-dije comprendiendo.

Nuestro plan era sencillo. Claudia entraría con todo el equipo para ducharnos tras el partido. Yo bajaría a cenar y volvería a la habitación con normalidad mientras ella me esperaba dentro y pasaríamos toda la noche encerrados en la habitación. A la mañana siguiente yo vería si estaba el mismo conserje y si era el mismo yo lo llamaría a la habitación para preguntar por algo del ahua caliente y ella aprovecharía para escaparse.

Cerrado el plan nos fuimos a pasear por el parque hasta la hora de acompañarme a la parada del autobús. Ella tenía recuerdos de muchos sitios de aquel parque que quedaba a mitad de camino entre el centro y su casa. Las quedadas con las amigas después del colegio para hacer coreografías, los rincones donde se escondió con el primer chico que salió y dió su primer beso con 12 años. Y otros rincones de aquel parte que le traían recuerdos de su infancia y adolescencia. Pero salió la Claudia que se bañó con los hippies en la playa o que le enseñó mi polla a la otra chica y parándose en seco con los ojos muy abiertos y la cara iluminada me dijo:

-Necesito tener un recuerdo en este parque contigo...
-Estamos paseando...-dije sin saber que decir.
-No. Algo nuevo. Aquí di mi primer beso, hice la primera paja...jajaja.
-Miedo me da esa cabecita cuando te entra esa risita...
-Ya sé que vamos a hacer...

Me cogió de la mano y me llevó a un apartado oscuro que quedaba a la sombra de las farolas bajo varios árboles y tras un seto.

-¿Qué tramas?-pregunté.
-Te la voy a comer...
-Pero no es tu primera mamada...
-No, jajaja. Esa fue en un coche. Pero aquí no lo he hecho nunca. Mi primera mamada en este parque va a ser a Luis...
-Estás loca...jajaja.
-Ven siéntate ahí...

Me senté apoyado en el tronco de un árbol tapado de la vista desde el camino por el seto. Claudia se sentó encima mía y empezamos a besarnos. Fui a meter mano en su vestido pero me detuvo.

-Así no vale. Tú te tienes que dejar...-me dijo con mucha excitación.

La verdad es que sólo con sentarse encima y dos besos yo ya estaba empalmado. Y ella lo notó porque tras decirme eso se echó atrás para poder abrirme el pantalón. No tenía claro como iba a hacerlo pues el pantalón y el calzoncillo estorbaban así que se puso de rodillas al lado mío y me la sacó.

-Ummmm. Luis, que rica está. Siempre lista para mí.-se relamió.

Apoyó la mano en mi muslo y con la otra me agarró la polla y bajó la cabeza. Lamió la punta y saboreó mi glande pero ella iba a lo que iba y sin mucho preámbulo se engulló mi miembro muy profundo en su garganta aguantando unos segundos. La polla me dió una punzada y mi chica gimió. Levantó la cabeza y me miró sonriendo.

-Este será mi recuerdo tuyo en este parque....

Y volvió a la faena de tragarse mi polla. Con la postura su culo qedaba en pompa al alcance de mi mano, así que con una mano acariciba su pelo pero con la otra levanté la falda del vestido que llevaba dejando sus bragas a mi vista mientras su cabeza se hundía entre mis piernas y mi abdomen. Como no se quejó metí la mano en la braga y busqué su raja con mi dedo. Estaba empapada.

-Te calienta comerme la polla....
-Ajammm-respondió sin soltar su manjar.

Hundí mi dedo en su chocho y gimió.

-Mmmmmm....
-Y vas a querer mi leche...
-Mmmmmm...

Respondió subiendo y bajando su cabeza mientras mi dedo se clavaba en su coño. Ahora era yo el que me venía arriba. Y dije:

-Vas a recordar mi polla y mi leche cada vez que pases por este parque...

Levantó la cabeza soltando mi polla y me dijo:

-Será mi mejor recuerdo de todos...

Hundí mi dedo en su coño y gimió antes de lanzarse de nuevo a por mi nabo baboso. Al ritmo de su manada con tragadas profundas y su reacción al dedo que le estaba haciendo no íbamos a durar mucho. Ni debíamos pues yo no podía perder el autobús. Efectivamente en apenas 10 minutos empecé a hablar d enuevo entre gemidos como le gustaba tanto a mi chica diciendo:

-Te voy a llenar la boca de leche....mmmmm. Sigue chupando princesa. Mmmmmmm.....ah, ahg, arggggg.....

Y empecé a soltar semen en su boca que mi chica tragaba como podía pues al sentir como mi nabo se hinchaba para empezar a lanzar los lefazos sus gemidos subieron de intensidad y se volvieron más agudos. Claudia se estaba corriendo con mi dedo en su coño y mi polla en la boca dificultándole tragarse los últimos restos de mi corrida. Cuando cesó su orgasmo se dejó caer sobre mi regazo respirando profundo y tragando saliva y semen dejando su culo en pompa. Yo acariciaba su pelo y su espalda hasta que me dió por mirar el reloj.

-Claudia...el autobús.

Nos levantamos presurosos vistiéndonos. Yo tenían aun la polla un poco pringosa y mi chica restos de saliva en las comisuras d elos labios. Se lo limpie con el dedo y salimos corriendo hasta la parada. Afortunadamente no había llegado y pudimos esperarlo abrazados con muestras de cariño y los besos que nos habían faltado unos minutos antes.

Cuando me senté en el autobús iba lleno de orgullo, de satisfacción y de mucho amor, pues estoy convencido que era lo que sentía en ese momento por Claudia. No podía ser otra cosa.
 
Creo que Claudia se equivocó en este pasaje.
Lo que intenta hacer mostrando a luis sus orígenes en comparación con sus logros y metas lo debería haber hecho de una forma menos sutil. A la altura de un ego subidito y tan seguro de sí mismo como era luis en esos momentos.
El silenciar todo lo referente a la beca en ese momento creo que era lo inteligente. Tenía que allanar el terreno antes de soltar la bomba. Debía de hacerle entender lo importante que era esa beca para ella, para cualquiera, más aún viendo de dónde viene.
Si en un principio, porque tras meditarlo luis lo entiende, la revelación de la beca produce una crisis en la pareja quizás la culpa debiera contemplarse como compartida.
Ella por no encontrar una forma y momento más adecuado y el por mirarse únicamente a su ombligo.
 
Al día siguiente no nos vimos hasta la tarde. Llegué al campus donde se disputaba el torneo cuando el partido acababa de terminar. Y por las caras que traían había ido mal. Efectivamente estaban eliminados y por mucho. Ya animaría yo a mi chico. El problema es que yo en realidad estaba muy nerviosa porque no podía pasar de esa noche que le contara lo de mi año en Italia.

Asistí en silencio acariciando la espalda y el hombro de mi novio a los comentarios y reproches que se hicieron tras el partido y quedaron en verse para la entrega de trofeos al día siguiente tras la final. Luis estaba cabizbajo y taciturno así que se me ocurrió animarlo con sexo. Mientras se duchaba me desnudé y me metí en la ducha con el con la excusa de refrescarme.

Nada más verme se empalmó. Me encantaba. Por supuesto el enjabonamiento mutuo era más un ejercicio de caricias y sobeteo que un verdadero baño hasta que Luis se quejó de que mi pubis raspaba pues ya asomaba el vello. Sin pensármelo me salí de la ducha y rebusqué en su neceser su maquinilla de afeitar y la espuma. Lo afeité delicadamente con su polla gordísima. Tuve que contenerme para no comérsela del tirón.

Cuando le tocó a Luis rasurarme a mí me pidió que abriera las piernas. Nunca he sido una mujer celosa de la intimidad. Cuando entro en faena entro de frente, a puerta gayola, sin miramientos. Pero sí soy consciente de estar ofreciendo quizá el rincón más íntimo de mi cuerpo aunque no de mi alma.

Los hombres son muy distintos a nosotras en ese sentido, su sexo es expansivo como sus pollas. Y en cuanto Luis terminó de recortar los últimos pelillos entre los pliegues de mis labios mayores con sumo cuidado se lanzó sin más a comerme el coño hundiendo su cabeza entre mis piernas.

Casi me caigo por lo resbaladizo del suelo de la ducha y el ímpetu que ponía mi novio en sorber, lamer y chupar entre la humedad de mi entrepierna. Me estaba dando tanto placer que me olvidé por un momento de la beca, el sitio donde estaba y qué iba a hacer después. Todo mi ser se concentraba en la lengua que me chupaba en lo más hondo de mi ser y el nombre de su dueño que resonaba en mi cabeza al ritmo en que los latidos de mi corazón expandían el placer que sentía: Luis…Luis…Luis…El cabrón me estaba haciendo gemir de gusto relamiéndose mientras él ronroneaba como un gato disfrutando de su comida. Si no hubiéramos estado mojados por la ducha le estaría empapando yo la cara.

Como me suele pasar en estas ocasiones perdí la noción del tiempo hasta que sentí como Luis me ayudaba a salir de la ducha y sin secarnos nos tumbábamos relajados en la cama.

Pero mi mente perdió ese relax rápido. No podía retrasar más lo inevitable. Tenía que decírselo ya. Del placer más absoluto, y el gusto de sentir su cuerpo fresquito y húmedo pegado al mío mientras no dejaba de acariciar mi sensible cuerpo pasé al temor, la duda y el sensación de que todo iba a cambiar.

¿Echarme atrás? ¿Renunciar a la beca? ¡Pero si no llevábamos ni un mes juntos! ¿Ya se me había pasado el enamoramiento? Para nada. Mi cuerpo temblaba de pensar en sepárame de Luis tanto como habían temblado mis piernas unos minutos antes por el placer de su boca en mi coño. No era eso. Pero sería una prueba que tendríamos que pasar. Yo me sentía curtida para hacerlo, pero sospechaba que Luis no. Ya lo vi con Marta…

Yo llevaba una mochila de experiencias difíciles y duras, de soledad elegida, y de propósito de cambiar la situación económica de mi familia que no podía flaquear por un encoñamiento. Nunca mejor dicho, pues con Luis vivía pensando constantemente en tenerlo dentro de mi coño y donde fuera. Pero tenerlo dentro…y es que yo era consciente de que lo iba a pasar mal. Se lo tomara como se lo tomara. Si era receptivo lloraría por separarme de esa persona, pero es que si no lo era también lloraría por tener que separarme de él para tener una oportunidad que otros no necesitaban.

Pero si sobreviví al Negro, al asesinato del Largo, a mi salida de casa, separación de mis padres y hermanos…hasta a vivir durante meses con el niño por el que se me caía el culo viendo como metía la pata con otras tías. Si pude con todo eso, podría también con esto con todo el dolor de mi corazón.
 
Hay un dejo egoísta en el pensamiento de Claudia al pensar solo en como ella va a sobrellevar la separación.
Partiendo de la base que bajo ningún punto de vista debió sacrificar su futuro por una relación incipiente, debería haber aclarado de entrada sus aspiraciones y proyectos. Entonces la pareja se habría formado sobre otras bases.
Con todo lo que ha vivido esa muchacha y que Luis ni siquiera imagina. tiene un grado de madurez muy superior a su novio.
Por otro lado, Luis no sabe nada de su pasado. Conociendo su inmadurez y sus valores cristianos de nene bien, ¿Qué hubiera pasado si por alguna razón se hubiera enterado?
Todavía nos falta conocer la verdad de lo que pasó en Italia.
Reconozco que de todos los personajes de esta historia, Claudia es la que mejor me cae, por su lucha y por sus sacrificios. Lamentablemente el precio de tanta dedicación, usualmente es la soledad.
 
La versión de Luis

El plan era sencillo Claudia venía para el partido y nos quedábamos toda la noche encerrados en la residencia. En cierto sentido las circunstancias ayudaron pues en la semifinal nos cascaron un 4-0 que ni nos enteramos. Así que el equipo no tenía nada que celebrar y sólo hacer tiempo hasta la entrega de trofeos pues se daba medalla de bronce a los dos semifinalistas. De hecho Claudia llegó cuando acababa el partido y pudo ver mi cara de sofoco por el calor que hacía allí y nuestra incapacidad en el partido

Era evidente que no se había vestido para salir pues venía con un pantaloncito corto de deporte gris muy abierto de pierna y una de sus camisetitas ajustadas negra pero traía un sujetador negro y una especie de bolsito de mano que resultó ser su neceser. Mi chica venía simplemente a estar conmigo sin adornos de ningún tipo.

Tras aguantar los comentarios y reproches tras la decepción de la derrota entramos todos en grupo en la residencia. Claudia y yo nos fuimos al dormitorio y yo entré al baño a ducharme. Cuando estaba empezando enjuagaándome el champú de la cabeza noté que se movía la cortina de la ducha. Mi chica entró a la estrecha ducha diciéndome:

-He pasado tanto calor en el partido que he preferido refrescarme y estar limpita, ¿puedo?

La acogí en mis brazos y la besé mientras el agua la mojaba. Por su puesto nada más sertir el roce de su cuerpo me empalmé por lo que la ducha ya se estaba conviertiendo en sexo. Busqué la bote de gel y me eché un chorreón en la mano que extendí por su hombros y espalda para proseguir después por su pecho y culo sobando toda la piel de mi chica que se movía facilitándome la tarea. Otro chorreón y enjaboné sus piernas y de nuevo su culo rozando su pubis áspero de vello naciente.

-Raspas...-le dije acariciándola.
-Tengo una idea...-dijo saliendo de la ducha empapada.

La vi revolver mi neceser y coger mi maquinilla de afeitar. Me la enseñó como un trofeo y después rebuscó la espuma. Ella seguía enjabonada. Entró de nuevo a la ducha y yo abrí el grifo para enjuagarla. En cuanto colgué el teléfono de la ducha mi chica se echó espuma de afeitar en la mano y la extendió por mi pubis y pelotas poniendo mi nabo aún más tieso. No era la primera vez que me rasuraba pero aun así mi nerviosismo era grande.

-Estate quieto que es una zona muy sensible- dijo agachándose para ver bien sus movimientos.

Con cuidado pasó la maquinilla primero por mis pelotas y después por el vello que ya asomaba más de una semana después de que ella misma me hubiera rasurado en la playa. Terminó y me pidió el grifo para limpiarme la zona.

-Suavito otra vez...-dijo apartando mi polla para besar la zona rasurada.
-Me toca...-dije.

Tomé la espuma y la extendí por su pubis. Después me agaché como ella había hecho conmigo arrodillándome para tener mejor apoyo.

-Con cuidado...-advirtió.
-No sabes cuando aprecio este chochito...-dije empezando a pasar con cuidado la cuchilla.- Necesito que abras las piernas...
-Tú quieres verme el coñito...
-También...

Claudia me sonrió y levantó una pierna separando sus labios permitiéndome acceder a la parte más íntima de su cuerpo. Con cuidado rasuré sus rincones secretos abriendo los pliegues de su piel con mis dedos para poder afeitar los últimos pelitos de su chocho tan cercano a mis ojos. Solté la maquinilla y le dije que se echara agua con el grifo. Mientras lo hacía tuve un impulso y mientras el agua resbalaba por su entrepierna encajé mi cara en ellas hasta atrapar su chocho con mis labios. Claudia gimió y se apoyó para no caerse, pero yo ya había atrapado mi presa así que retiró el agua de mi cara y me ofreció su chocho para comérmelo y así estuve un rato arrodillado entre las piernas de mi novia sorbiendo, chupando y lamiendo la mezcla de agua y flojo de mi chica hasta que sus gemidos y los tirones de pelo me avisaron que se iba a correr en el primero de los muchos orgasmos que esperaba de ella en las siguientes horas...

Tener a tu chica apoyada en la pared de la ducha con una pierna levantada apoyada en el filo mientras tu clavas tu cabeza entre tus piernas sintiendo literalmente como se derrite de placer es una de las mayores satisfacciones a las que aspira un amante enamorado. Y yo estaba verdaderamente orgulloso de mi cambio en aquellos 10 meses y de la influencia que la chica que me ofrecía para mi disfrute su chocho abierto y recien rasurado en ese momento había tenido en mí. Sentía que me podía comer el mundo con el mismo ímpetu con que en ese momento me devoraba aquel coño. Sentía verdaderamente poder en mi acción a pesar de estar arrodillado aparentemente humillado ante mi diosa de pechos pequeños. Pero no, mi posición baja era la que me permitía producirle el placer que la había obligado a poyarse en la pared entre temblores y convulsiones regalándome el sabor ligeramente amargo de su orgasmo.

Pero ese clímax era la muestra de lo efímero de la vida humana. Me había olvidado del partido que habíamos perdido hace un rato o de planes de futuro concentrado sólo en pasarme toda la noche follando con Claudia. El inicio era totalmente prometedor con mi nabo reservado para más tarde teniendo a mi chica inicialmente satisfecha. La breve separación de semanas de verano se convertiría en la convivencia permanente en la residencia donde un compañero competente de habitación podría convertirse en el mejor aliado me muchas noches de sexo y cariño con mi novia hasta hartarme de comerle el coño tantas veces sabiendo que nunca me cansaría de hacerlo. De hecho cuando tras rogarme que me levantara y dejara de lamer su botoncito hinchado de placer en medio de su raja y tras besarnos allí depie duranto largo rato al recostarnos desnudos en la cama yo volvía a tener ganas de hundirme de nuevo entre sus piernas y tomar posesión con mi boca de ese coño que disfrutaba como propio, personal e intransferible.
 
Quizás si hubiera sido más empático por parte de Claudia que era posible que ella se vaya por un año antes de empezar la relación. Me parece que se fue por lo fácil, y eso no estuvo bien. Tampoco es que sea grave, pero no estuvo bien.
 
Partiendo de la base que bajo ningún punto de vista debió sacrificar su futuro por una relación incipiente, debería haber aclarado de entrada sus aspiraciones y proyectos. Entonces la pareja se habría formado sobre otras bases.
Si uno está en la universidad estudiando, esforzándose, sacrificando fiestas en beneficio de horas de estudio, labrándote una formación académica para encauzar un futuro laboral y vital…¿qué se puede esperar de alguien que estudia medicina?
Sin desmerecer ninguna carrera, eso vaya por delante, una persona que estudia cualquier filología debería entender el sacrificio que supone los 11 años que dura la formación de un doctor.
Hasta ahí debería llegar.
El hecho de que alguien comience a cursar una carrera semejante en la que la nota final es crucial para el posterior desarrollo profesional y por lo tanto vital ya debería ser suficiente para que otra persona medianamente inteligente supiese donde se mete.
 
Atrás
Top Abajo