Memorias de una solitaria

La reacción de Borja me dejó a mí sin ella. ¿Me gustaba? Claro. Pero después de verlo liarse con la rubia insoportable del curso yo había pasado a verlo como un tío más por muy amigos que nos hubiésemos hecho. Seguía estando igual de bueno, seguía siendo igual de agradable pero al final pensaba con la polla como todos los tíos.

No sé que impresión debió llevarse ante mi frialdad pero cortada le pregunté:

-¿Por qué has hecho eso?

-Porque me gustas. Mucho. Desde que te conocí en Madrid.

-Pero te fuiste con la rubia a la cama…

-Fue un error. Pero como tú parecías pasar de mí y ella fue tan insistente. Te aseguro que no te llega ni al tobillo.

“A lo mejor la chupaba mejor que yo…” pensé pero afortunadamente no lo dije. Lo que sí hice fue responderle:

-Y besarme también lo ha sido. Creo que somos buenos amigos. No lo estropees.

Me levanté. Le besé la mejilla y me fui a mi dormitorio tras desearle buenas noches.

Se había quedado bastante planchado. Y yo muy cortada. Estaba bloqueada. Al final las situaciones se repetían en mi vida. Me gusta un tío, como no le doy bola se va con otras y encima este directamente a distancia aunque pudiéramos vernos en todos los descansos. No. No iba a tropezar otra vez en la misma piedra.

Pero en la cama no conseguía dormir. En el fondo Borja me gustaba. Ya no era la niña de 18 años retraída y poco sociable que había llegado a la residencia 7 años antes. Y ni siquiera sabía cual era su propuesta: a lo mejor sólo le apetecía un polvo, o una amistad con sexo de vez en cuando…yo que sé. Sólo había sido un beso.

Tenía que disculparme. Había sido demasiado borde. Pero ahora dormiría. Por la mañana. Salí del dormitorio para ir al baño creyendo que con la vejiga vacía sería más fácil dormir pero al abrir la puerta Borja se incorporó en el sofá.

-¿Tú tampoco puedes dormir?- pregunté susurrando.

-No…-respondió ronco.

Me senté a su lado en el sofá obligándole a recoger una pierna y en la oscuridad me sinceré:

-Creo que he sido demasiado borde contigo.

-Me lo merezco.

-En realidad no. No has hecho nada malo salvo que me tendrías que haber preguntado.

-Has dejado claro que no te gusto, así que para el caso es lo mismo- respondió resignado.

-Eso no es verdad. Me gustas mucho pero no sé cuales son tus intenciones.

-Pues está claro. Me gustas, y quiero estar contigo- dijo- He tenido la suerte de encontrar un destino cerca de ti.

-Pero las relaciones a distancia no funcionan…

Realmente fue una situación extraña pues terminé echada en su hombro relatándole mi fracaso con Luis. Yo hablaba bajito y él me escuchaba en silencio. En un momento dado me di cuenta de que Borja acariciaba mi melena. Me estaba resultando agradable la cercanía de su cuerpo, su capacidad de escucha y su dulzura. Cuando creí terminada mi historia a modo de explicación me di cuenta de que en realidad Luis y Borja eran dos personas distintas.

Relajada apoyé mi mano en su pecho sintiendo a la vez la suavidad de su piel y la dureza de sus músculos. Borja en silencio me abrazó. Me sentía tan a gusto contra su cuerpo masculino que cuando tomó mi barbilla para besarme me entregué a la dulzura de su boca abandonándome a la calidez de su cuerpo.

Entonces me sorprendí diciéndole:

-No tengo condones…

De inmediato me di cuenta de que quizá había sido apresurado pero estaba tan a gusto entre sus brazos y contra su cuerpo que me dejé llevar. Él me tranquilizó respondiendo:

-No tengo prisa.

Con su respuesta me abandoné caída sobre su muslo mientras no dejaba de besarme en medio del salón como dos adolescentes a riesgo de que mis compañeras de piso nos pudieran pillar a pesar de tener mi cama libre.

Borja entonces apoyó su mano en mi muslo. Parecía dudar qué hacer con ella pero a mí me generó un cosquilleo conocido. ¿Buscaría Borla mi chocho? Nooooo. Lo tenía descuidadísimo. No contaba con tener sexo con nadie y más que vello tenía selva. Me tensé y él debió interpretar que me incomodaba su mano y la apartó.

En realidad quería que me tocara, pero me daba vergüenza que nos estrenáramos en ese estado pues a él lo imaginaba totalmente rasurado viendo su ausencia total de vello en el pecho y vientre a pesar de lo bajo que se ponía el elástico del pantalón del pijama.

Su mano volvió a mi cintura ahora pero no tocaba piel. Yo me conformaba con acariciar ese pecho que tan nerviosa me había puesto desde el primer día que lo vi. Pero nuestras bocas no se separaban. Esta vez probó con mis tetas. Consentí con un gemido. No sé si todas las mujeres disfrutaran como yo que les estimulen los pechos. ¿Se sentiría igual siendo madre? Pero ¿por qué pensaba en esas cosas? La mano de Borja me hizo centrarme de nuevo en las sensaciones de sentir al macho que me gustaba, pues sigilosamente probó a colarse en la camiseta que usaba a modo de pijama hasta sentir la trémula protuberancia de mis tetas.

Sólo sentir su mano acariciar la piel de mi seno y el pezón se endureció bruscamente contrayendo la piel. Mis pezones son mi forma de mostrar una erección. Cuando su dedo lo acarició me estremecí gimiendo dentro de su boca hasta que se apoderó de mi teta. Eso lo envalentonó acariciando ambas tetas haciéndome recordar sensaciones olvidadas.

No íbamos a follar y no me iba a tocar el chocho ¿qué íbamos a hacer? A mí se me ocurría algo pues tenía una enorme curiosidad que me picaba precisamente donde no me iba a tocar. Bajé mi mano por su vientre hasta encontrarme con la apertura del pijama. Rápidamente colé mi mano dentro llevándome una doble sorpresa: la suavidad del pubis perfectamente rasurado de Borja y una polla gordita pero blanda.

La posible decepción fue breve pues sentí como se endurecía entre mis dedos alcanzando un tamaño y dureza bastante aceptable descubriendo que no tenía prepucio. Estaba circuncidado por lo que podía presionar y acariciar con mi dedo su glande haciéndolo estremecer sin necesidad de que mi mano tirara de su pellejo hacia abajo. Así fácilmente pude sacar su nabo de la prenda de dormir y acariciarlo fácilmente aunque realmente no sabía cómo masturbarlo.

Entonces Borja levantó mi camiseta para tener mejor acceso a mis pechos agachando la cabeza para poder lamerlos. La postura debía serle muy incómoda así que antes incluso de que sus labios llegaran a atrapar mis pezones. Me senté en el muslo de la pierna que tenía extendida en el sofá y ahora su cabeza llegaba fácilmente a mis tetas que esperaban sus lamidas y succiones deseosas aunque ahora me costaba acariciarle la polla. Pero llegaba lo justo para rozar su glande regordete.

Cuando empecé a sentir sus labios atrapar mis pezones me sorprendí de que gemía más alto que yo. Nunca he entendido el embrujo que mis pequeños pechos provocan en los tíos. Yo fui una adolescente que intenté aparentar que las tenía más grande apretándolas en sujetadores con relleno hasta que aburrida por su pequeño tamaño me acostumbré a no usar esa prenda interior. Y de lo que sí estaba orgullosa a mis 25 años era de como mantenían su tersura y resistencia a la gravedad. Y más endurecidos como estaba ahora atrapados entre los labios de Borja. Siempre vi mis pechos como dos montañas de dibujo infantil en que mis pezones eran la nieve y ahora mi nuevo amante se relamía tomando su cumbre con sus labios y pasándole la lengua para mi delicia empapándome el coño.

Estaba ya dispuesta a olvidarme de los condones y de mi desarreglado pubis cuando alargando el hombro mi mano alcanzó mejor su polla y empecé a masturbarlo con cierta fuerza subiendo mi mano por el tronco de su polla hasta rozar su glande. Ahora su gemido era más ronco y había soltado mis tetas permitiéndome besarlo de nuevo.

Mis compañeras si estaban despiertas no tendrían duda por los sonidos de que nos estábamos liando en el salón. Vaya tontería teniendo dormitorio. Pero Borja estaba tan excitado que quise llevar su placer al máximo. Pensé en ponerme de rodillas para chupársela pero deseché la idea. Seguro que la rubia tonta aquella se la había comido complacientemente aquella noche en el hotel de Madrid y no quería por nada del mundo que me comparara con ella.

Seguro que la mayoría de mujeres practicamos la felación pero no sé por qué a las que nos caen mal nos las imaginamos siempre dispuestas a comerse una polla. Y esta tenía cara de ser toda una chupapollas de manual.

Me limité a acelerar la paja escupiéndome en la mano para lubricar su polla sin dejar de comerle la boca. En su respiración sentía la cercanía de su éxtasis. Por fin se entregó cuando sentí que dejaba de gemir, contuvo la respiración y su polla se retraía justo antes de empezar a derramar un semen espeso de fuerte olor a macho que debió inundar la habitación. Yo exprimía su jugo mientras Borja buscaba aire en silencio con grandes bocanadas hasta que dejó de eyacular derrumbándose sin fuerza mientras yo acariciaba su exhausta churra notando como iba perdiendo dureza.

Pocas veces hacer una paja me había puesto tan caliente. Estaba empapada y sólo cierto pudor había impedido que me montara encima de mi nuevo amante. Nos limpiamos, yo mi mano y él barriga y pijama juntos en el baño entre risitas cómplices y nos retiramos a dormir juntos a mi cama abrazados como si hubiésemos echado nuestro primer polvo.

Por la mañana en la ducha rememorando el calentón de la noche anterior me alivié la tensión sexual acumulada masturbándome. Ya estaba hecho, ¿por qué no intentarlo?
 
Me he perdido. Ha dado un salto en el tiempo o me lo ha parecido?.
Porque hemos pasado de que estaba en la residencia en Italia con el capullo ese de Gianni a un tal Borja que no me suena mucho.
Borja es un compañero de medicina de la etapa MIR de Claudia, o sea 5 años después de su paso por Italia.
Los saltos en el tiempo son una característica de este relato. Unos saltos curiosos, porque no son del presente al pasado, sino del pasado ubicado en la época de su relación con Luis, el pasado previo a conocer a Luis y el pasado inmediatamente posterior a finalizar la carrera y empezar el MIR. Han sido 5 años y medio, desde las navidades en que Luis cortó con ella pensando que tenía a Nieves en el bote, que el autor se ha saltado dándonos a entender una época célibe e irrelevante en la vida relacional de Claudia.
 
Última edición:
Borja es un compañero de medicina de la etapa MIR de Claudia, o sea 5 años después de su paso por Italia.
Los saltos en el tiempo son una característica de este relato. Unos saltos curiosos, porque no son del presente al pasado, sino del pasado ubicado en la época de su relación con Luis, el pasado previo a conocer a Luis y el pasado inmediatamente posterior a finalizar la carrera y empezar el MIR. Han sido 5 años y medio, desde las navidades en que Luis cortó con ella pensando que tenía a Nieves en el bote, que el autor se ha saltado dándonos a entender una época célibe e irrelevante en la vida relacional de Claudia.

Pero siguiendo en el ya tradicional salto de tiempo, seguro volveremos a esa etapa italiana. No creo que esa época sea tan irrelevante, hay hechos y reflexiones por parte de Claudia que sería Interesante conocer, para tener una visión más completa de la historia.
 
Pero siguiendo en el ya tradicional salto de tiempo, seguro volveremos a esa etapa italiana. No creo que esa época sea tan irrelevante, hay hechos y reflexiones por parte de Claudia que sería Interesante conocer, para tener una visión más completa de la historia.
Efectivamente, hasta el reencuento en Sevilla en verano, cuando Claudia va a gestionar su traslado de expediente a Sevilla, y Luis por fin toma conciencia de las consecuencias irreversibles de sus actos, todavía hay historia compartida entre los dos.
Quizás he sido poco preciso a establecer el momento en el que Luis cortó con Claudia como ese punto de referencia, eso te lo reconozco, no fue en navidades sino en verano. Lo que creo que es relevante es que por un lado nos va relatando sus "asuntos" con Luis y que las referencias "post-Luis" se inician tras finalizar la carrera. Yo me refería más bien a toda la carrera que cursó en Sevilla de la que tenemos unas vagas referencias y la constatación de una vida célibe. Imagino que la idea es reforzar esa imagen de que en la vida de Claudia sus estudios son prácticamente lo único que cuenta.
 
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Efectivamente, hasta el reencuento en Sevilla en verano, cuando Claudia va a gestionar su traslado de expediente a Sevilla, y Luis por fin toma conciencia de las consecuencias irreversibles de sus actos, todavía hay historia compartida entre los dos.
Quizás he sido poco preciso a establecer el momento en el que Luis cortó con Claudia como ese punto de referencia, eso te lo reconozco, no fue en navidades sino en verano. Lo que creo que es relevante es que por un lado nos va relatando sus "asuntos" con Luis y que las referencias "post-Luis" se inician tras finalizar la carrera. Yo me refería más bien a toda la carrera que cursó en Sevilla de la que tenemos unas vagas referencias y la constatación de una vida célibe. Imagino que la idea es reforzar esa imagen de que en la vida de Claudia sus estudios son prácticamente lo único que cuenta.

Pues a ver que pasa con Borja, igual no fue tan célibe, como aparenta.
 
Pues a ver que pasa con Borja, igual no fue tan célibe, como aparenta.
Lo de Borja es después de acabar la carrera. No de su época en Sevilla durante la carrera de medicina, que es el periodo al que me refiero.
A ver si nos centramos, que os veo un poco dispersos y despistados con la historia.
Esto de los saltos temporales os tiene un poco desubicaos.
 
Lo de Borja es después de acabar la carrera. No de su época en Sevilla durante la carrera de medicina, que es el periodo al que me refiero.
A ver si nos centramos, que os veo un poco dispersos y despistados con la historia.
Esto de los saltos temporales os tiene un poco desubicaos.

Este último capítulo y el anterior de Borja es exactamente durante el primer año de residencia, el Mir, que Claudia lo hizo en Sevilla.
 
Este último capítulo y el anterior de Borja es exactamente durante el primer año de residencia, el Mir, que Claudia lo hizo en Sevilla.
Sí, la Residencia se hace después de ACABAR LA CARRERA y superar un examen de acceso a MIR. El MIR no es la carrera, Claudia ya es médico, si no hiciese el MIR podría estar ejerciendo en cualquier centro privado.
Creo que no nos entendemos o confundes la carrera o grado de medicina con el MIR, una opción personal para acceder al ejercicio de las diferentes especialidades en la sanidad pública.
De la época en que Claudia era estudiante de medicina en Sevilla no hemos tenido apenas referencias. Ahora es MÉDICO interno residente, no estudiante de medicina.
El peor año en el MIR de cardiología es el segundo, el primero van de visita conociendo diferentes áreas y haciendo de "mochilas", pero en el segundo ya se encuentran de lleno con su especialidad, chupando guardias a mansalva y todavía sin experiencia. Un buen mentor en esta época es fundamental.

Ya sé, ya sé ... tiquis miquis ...
 
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Sí, la Residencia se hace después de ACABAR LA CARRERA y superar un examen de acceso a MIR. El MIR no es la carrera, Claudia ya es médico, si no hiciese el MIR podría estar ejerciendo en cualquier centro privado.
Creo que no nos entendemos o confundes la carrera o grado de medicina con el MIR, una opción personal para acceder al ejercicio de las diferentes especialidades en la sanidad pública.
De la época en que Claudia era estudiante de medicina en Sevilla no hemos tenido apenas referencias. Ahora es MÉDICO interno residente, no estudiante de medicina.
El peor año en el MIR de cardiología es el segundo, el primero van de visita conociendo diferentes áreas y haciendo de "mochilas", pero en el segundo ya se encuentran de lleno con su especialidad, chupando guardias a mansalva y todavía sin experiencia. Un buen mentor en esta época es fundamental.

Ya sé, ya sé ... tiquis miquis ...

Sí algo sé del MIR, pero lo que quiero decir es que este salto de tiempo no significa que no vayamos a saber nada de su época italiana o de su época universitaria en Sevilla, algo que tu ya has denominado irrelevante. Y mira, puede que tengas razón y de esa época en Sevilla no haya habido echos memorables que contar. Pero algo sabremos, seguro.
 
Ahora hablo de memoria, lo cual quiere decir que la fiabilidad estará próxima al 10%.
Claudia, creo, que le explica a luis, tomando aquel café tras lo de su padre, que tras la carrera, durante el mir, tuvo una relación que no cuajó. Que en ese momento, en el del café, tenía una relación con otra persona un tanto poco comprometida, la relación, no la persona.
Quizás esa primera relación fue la de Borja.
 
Sí algo sé del MIR, pero lo que quiero decir es que este salto de tiempo no significa que no vayamos a saber nada de su época italiana o de su época universitaria en Sevilla, algo que tu ya has denominado irrelevante. Y mira, puede que tengas razón y de esa época en Sevilla no haya habido echos memorables que contar. Pero algo sabremos, seguro.
Si Almu no se ha guardado nada, Claudia ya nos ha contado los momentos en que vio a luis estando en sevilla. Por supuesto falta de contarnos esos años, creo que le restaban 3, pero más allá de explicar cómo se sentía creo que ya lo ha contado todo.
Me refiero a que, por ejemplo, tras el episodio griego ella hace una especie de repaso y habla sobre lo que ya conocemos.

Faltan cosas entre el viaje a los Alpes y la despedida sevillana y sus posteriores sensaciones. Pero desde aquí hasta el viaje a Grecia poco hay.
 
Si Almu no se ha guardado nada, Claudia ya nos ha contado los momentos en que vio a luis estando en sevilla. Por supuesto falta de contarnos esos años, creo que le restaban 3, pero más allá de explicar cómo se sentía creo que ya lo ha contado todo.
Me refiero a que, por ejemplo, tras el episodio griego ella hace una especie de repaso y habla sobre lo que ya conocemos.

Faltan cosas entre el viaje a los Alpes y la despedida sevillana y sus posteriores sensaciones. Pero desde aquí hasta el viaje a Grecia poco hay.
Exacto, qué bien te explicas, jodío.
 
Intentarlo con Gianni era algo que no se me pasaba por la mente. La persona que al principio me había resultado tan dispuesta escondía un trasfondo. Quería llevarme a la cama. Lo que realmente me sorprendía era la actitud de Tita. Demasiado servicial con nuestro compañero que llevó de tan malas formas mi negativa.

Me recordaba a esos personajes grises de película que hacen el trabajo sucio de los malvados. Pero a la vez ella seguía mostrándose como una compañera y buena amiga por momentos dándome la compañía que yo ahora evitaba con el romano. De hecho la cuestión era de desinhibición. Ella era muy abierta con el sexo mientras que yo lo quería limitar a mi novio. No me interesaba nadie más para eso. Aunque ¿qué estaría haciendo Luis?

Los últimos días había estado muy raro, con un comportamiento casi misterioso. Algo le pasaba. Aunque teniendo en cuenta que yo estaba aún algo alterada por mi situación incómoda en el piso compartido. Dudaba de por qué había aceptado la invitación a viajar a los Alpes, pero con Tita me sentía más segura. Aunque un poco celestina, no veía en ella a una persona capaz de colaborar en una violación. Y yo misma veía una oportunidad de que Gianni me demostrara su arrepentimiento respetando la vida que yo había decidido llevar en Bolonia: estudios, un poco de cultura y nada de líos.

Lo que no podía imaginarme es que mi situación en aquel piso iba a cambiar drásticamente por algo que en realidad debía haberme hecho muy feliz. Era jueves antes del puente de Todos los Santos. Estábamos preparando el viaje a los Dolomitas que traería de nuevo la concordia entre Gianni y yo y me llamaron al dormitorio. Alguien preguntaba por mí en el telefonillo. ¿Por mí? Sería algún correo o paquete de mi tía. Pero hablaba inglés. ¿Quién sería? Contesté:

-Hi, I am Claudia…

-Claudia soy Luis…

¿Luis?¿Aquí? No podía ser. Sí…era su voz. Reaccioné.

-¿Luis? ¿Qué haces aquí? Jajajaja. Sube…

Era él. Cuando apareció tras la puerta el corazón se me salía por la boca. Lo abracé, lo besé. No me creía lo que estaba pasando. Menuda sorpresa. Y cómo lo echaba de menos.

-¿Pero estás loco? ¿Qué haces aquí?- le pregunté todavía sin creérmelo.

-No aguantaba más sin verte y quería darte una sorpresa.

-Y bien que me la has dado. Ven dentro y me cuentas.

Estaba guapísimo. Venía con el pelo más largo y barbita de pocos días. Y aunque tenía cara de sueño sus ojos estaban vivos y su sonrisa me llenaba entera. Aunque lo noté cortado y más cuando le presenté a los compañeros que estaba en el piso en ese momento aunque sólo Gianni y Tita se quedaron a charlar con él.

Gianni se mostró algo seco y distante. Parecía estar estudiando a mi novio. Como típico creído seguro que estaba comparándose. Pensaría que por su altura y sus ojos verdes todas tendríamos que lanzarnos a sus pies y no entendería que me volviese loca por mi canijo guapo. Pero qué idiota…

Llevé a Luis a la cocina y le preparé algo de cenar mientras me hablaba de Lourdes, la residencia, el equipo…en realidad yo ya sabía todas esas cosas porque me las había contado, pero no era lo mismo que escucharlo directamente de su voz y poder acariciarle la espalda mientras lo hacía. Lo mejor fue cuando me explicó como se le había ocurrido venir a verme y las vueltas para conseguir un vuelo barato. Entonces me acordé del viaje. Si yo me quedaba con Luis en Bolonia todo el fin de semana Gianni y Tita se molestarían. Pero había una solución: Luis se venía a los Alpes.

-¿Traes ropa de abrigo? – le pregunté mientras comía.

-Pues lo normal…¿tanto frío hace?

-Mañana nos vamos a los Alpes. Ya lo teníamos preparado, donde caben tres caben cuatro. Y si no yo te hago hueco.

Luis no respondió pero me abrazó metiéndome mano en el culo. Justo en ese momento entró Gianni a la cocina. Me cortó que me viera así con Luis y me separé para hablarle:

-Luis viene con noi sulle Alpi…

-Luis é il tuo ragazzo?- me preguntó retóricamente.

-Sì. E mi ha fatto una sorpresa.- respondí sin ocultar mi felicidad.

No le sentó muy bien pero encogiéndose de hombros aceptó. De hecho hice algo poco habitual y compartimos unas cervezas los cuatro sentados en el salón mientras Luis les refería donde estudiaba y qué. Pero sus bostezos denotaban su cansancio y yo no quería irme a dormir antes sin disfrutar de mi chico. De golpe se me había despertado el deseo. Con la excusa de madrugar para las clases del día siguiente me lo llevé al dormitorio. Mientras él ordenaba un poco el escaso equipaje que traía me fui al baño y me afeité los bajos para estar preparada para mi novio. Casi me corto por las prisas.

En cuanto cerré la puerta le quité la camiseta para besarle el cuello, el pecho…todo. Pues acabé sacándole del calzoncillo la polla ya dura y llegué a probarla pero Luis no me dejó lanzándose a quitarme la camiseta para comerme las tetas. Entre los dos chupetones a su polla y sus succiones a mis pezones estaba empapada así que lo tiré en la cama y quitándome de un golpe leggin y bragas me senté encima suya metiéndome su preciosa polla.

Uffff, qué rico sentirlo de nuevo. No podía dejar de montarlo hasta que de golpe, en nada, me vino un orgasmo que me dejó sin aire y sin palabras. Era mi Luis…

Sin darme tiempo a recuperarme me bajó de su cuerpo y se colocó entre mis piernas. Me follaba con fuerza y yo me dejaba hacer ahogando mis gemidos mientras mis manos se aferraban ya recuperada del primer orgasmo a su espalda y su culo hasta que me vino un segundo latigazo de placer.

Luis se salió de mí pero se tumbó a mi lado acariciándome mientras se terminaba de quitar la ropa que le quedaba. Su mano me generaba descargas de placer en el vientre y me abracé fuerte a él dejando que mis sentimientos al fin fluyeran por mi boca:

-Ufff. Gordo. Como echaba de menos follar contigo- pero entonces me di cuenta de que Luis no se había corrido y agarré su polla mojada por mi flujo para masturbarlo- ¿Dónde me la quieres dar?

-Donde tú quieras...

Ni me lo pensé. Me escurrí por sus piernas y atrapé con mi boca su polla. Estaba riquísima. Dura e hinchada. Y además lista, pues un par de minutos mamando a buen ritmo y acariciando sus pelotas bastaron para regalarme su jugo. En esos momentos todo lo que me viniera de Luis me parecía lo mejor del mundo.

Quise dormir tras nuestro rápido sexo pero estuvimos un buen rato abrazados hasta charlando hasta que le pudo el cansancio. No me podía creer que tenía a Luis en Bolonia y que sentía su corazón latiendo en mi oído.

Estaba feliz pero a la vez preocupada. ¿Cómo saldría el viaje? No quería ni pensar que Luis supiera lo que me había pasado con Gianni. Mejor no pensar todavía. Estaba echada en el pecho de mi chico, y eso era suficiente.
 
Aquí está, viene ya tan feliz
Con sus flechas de amor para ti
Quizás también para mí
Sí, también para mí.

Esas flechas van contigo donde quiera que tú vas
Están entre tu pelo y en tu forma de mirar
Son las flechas que se clavan una vez y otra vez más
Esas flechas van contigo donde quiera que tú vas


Solo para boomers con solera.
 
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