Memorias de una solitaria

Por el hecho de que algún personaje te caiga mejor que otro no quiere decir que tengas que cortarle la cabeza a nadie. Eso queda fuera de duda.
Mi esposa es la persona más bonita y sexi que ha pisado este planeta y ello no quiere decir que todos los demás seamos unos seres asquerosamente feos. Pero es una realidad que algunos si lo son.
El luis post adolescente que pasa los primeros años universitarios con un ego híper subido es de los que sí son feos. El de después…pues cada uno lo juzgará con los criterios necesarios en cada situación.
¿Cómo era aquello que decían sobre el culo del caso de valle Inclán?
Pues eso.
Y que tiene que ver lo que he dicho con cortar la cabeza a nadie?.
A veces me da la sensación de que os gustan las polémicas.
 
Pero ya era tarde. Teníamos que seguir adelante con nuestra estancia en los Alpes italianos pero yo trataría de hacerle más agradable la visita a Luis. Y si eso incluía sexo pues mejor. No tenía que dejarme intimidar por la actitud que había tenido el italiano conmigo. No acababa de fiarme de él y sus disculpas. Tenía que haber sido más tajante y menos miedosa.

El plan de ese día era visitar un glacial. El problema es que Luis no venía suficientemente preparado con ropa de abrigo y calzado de senderismo. Pero aunque le propuse que nos quedáramos en el albergue el muy cabezón (seguramente desconocedor del frío que hacía arriba) se empeñó en ir en esa absurda competencia de machitos. ¡Pero porqué los tíos son a veces tan idiotas!

No dejó de tiritar y tenía una palidez extrema que contrastaba con la nariz y los mofletes enrojecidos. Yo no dejaba de abrazarlo para trasmitirle mi calor pero se estaba haciendo el machito. Un gallo que presumía en el corral frente a otro gallo. ¿Y yo tenía algo que opinar? Machitos…

Para colmo de males empezó a llover y con la caída de temperatura el agua se transformó en nieve. Pobre, qué frío estaba pasando. Tanto que cuando llegamos al albergue noté que tenía fiebre. Tras darle algo de comer lo acosté bien tapado y me quedé jugando a las cartas con los italianos.

Luis se quedó dormido y yo con él más tarde abrazándolo para trasmitirle mi calor. Aunque él tenía su parte de culpa por su tozudez yo no podía evitar sentirme mal por haberlo arrastrado a ponerse malo cuando él lo había dado todo sólo por venir a verme. ¿Cómo se sentiría? Me habría gustado meterme en su cabeza y saber qué pensaba en ese momento mientras sentía su piel caliente por la destemplanza.

Se pasó toda la noche tosiendo pero por la mañana se empeñó en que estaba bien por lo que no variamos los planes y tras desayunar nos fuimos a Venecia. Allí Luis y yo pudimos pasear solos. A pesar de su catarrazo el paseo fue precioso. Ahora sí que me alegraba de estar allí con él y tener el recuerdo de la ciudad de los canales con él. Porque una relación se construye a base de recuerdos comunes y nosotros empezábamos a llenar nuestro saco. Y salvo un par de marrones yo sentía que todo era muy bonito con él. Podíamos ser capaces de solucionarlo todo y además todo lo que yo le ocultaba lo hacía para no disgustarlo e imaginaba que él haría lo mismo por mí.

Pasados los años aún veo en las fotos que nos hicimos en Venecia a una niña enamorada que a pesar de sus responsabilidades y problemas era feliz y soñaba con un futuro aún más feliz. Todavía no sabía que poco después acabaría sufriendo.

Pero no aquella noche. Tras llegar a Bolonia nos despedimos de mis compañeros y tras cenar algo nos fuimos a mi dormitorio donde Luis recogió el poco equipaje que traía. Con la calefacción de la casa y una buena sopa parecía estar mejor pero seguía tosiendo aunque ya no parecía tan congestionado.

Nos metimos en la cama y me eché en su hombro mientras hablábamos. Pero a los cinco minutos Luis se quitó la camiseta.

-¿Qué haces loco?- le pregunté -Estás malo y te vas a enfriar más.

-Con el calorcito que me das estoy sudando. Y además quiero sentirte pegadita- respondió sonriendo.

Yo también quería sentir su piel así que me quedé sólo con las braguitas y me eché de nuevo sobre su pecho tapándonos con el nórdico. Retomamos la charla sobre nuestros amigos de la residencia, planes para Navidad o explicarle a Luis que aunque vivía en piso aquello parecía un hostal donde cada uno hacía su vida aunque ella pasaba algo de tiempo con sus dos amigos italianos.

Mientras charlábamos nos acariciábamos hasta que Luis empezó a jugar con sus dedos con uno de mis pezones. Lo imité. Me hacían mucha gracia sus pezones pequeñitos y sin darme cuenta le besé el pecho. Luis se estremeció y me di cuenta de que podía calentarse. No debía provocarlo estando pachucho y paré diciéndoselo:

-Deberíamos parar. Estás malito.

-Estoy en la gloria…y todo va como tiene que ir.

-¿Ahn sí?- pregunté mientras comprobaba que efectivamente su calzoncillo se estiraba por la dureza de su polla- Huy, Luis. Sí que estás malito. Voy a tener que curarte.

-Estoy en sus manos doctora…

Comprobando que no tenía fiebre y que yo también me estaba poniendo tontorrona entré de frente:

-O en mi boca, voy a estar una temporada sin ver a alguien y quiero despedirme- le dije colándome bajo las sábanas con intención de saborear su erección.

-¿Y yo no puedo despedirme?- preguntó.

Pero yo iba a la mío y me quité las bragas tirándoselas a la cara para centrarme ya en mi objetivo que estaba listo y preparada fuera ya del calzoncillo que yo misma había bajado. Empecé a besar su polla hasta que no aguanté más e intenté tragármela entera notando como mi novio se estremecía. Empecé a mamar con fuertes succiones apretando su falo con mis labios mientras agarraba su culito duro. Pero Luis no me dejó terminar y me detuvo:

-Tú has tenido biberón dos veces y yo nada…

Me puse de rodillas a su lado comprobando como me recorría con sus ojos. Notaba su deseo. Quería coño, pues iba a tener coño. Pasé mi pierna por encima de su cara y me senté literalmente en ella ofreciéndole mi sexo.

-Que mi gordo no se quede con hambre…

Pero Luis no me lo comía ¿qué le pasaba?

-¿No te atreves?- pregunté impaciente

-Estoy disfrutando de las vistas…

-¿Es que no lo tenías ya visto?

-Ya hace mucho que no…y lo echaba mucho de menos…

Entonces sentí su aliento en la humedad de mi entrepierna y su barba de pocos días rozar la parte superior de mi muslo hasta que un leve pasada de su lengua me erizó el vello. El escalofrío me recorrió todo el cuerpo y más cuando su lengua intentaba entrar en mi chocho mientras sus labios rozaban mi clítoris. Me encanta que me coman el coño. Pero es que me encantaba que me lo comiera Luis. Y el cabrón sabía hacerlo. O yo estaba tan deseosa de sentirlo que daba igual como lo hiciera..

Sea como fuere sus chupadas y lamidas me hacían suspirar y gemir teniendo la necesidad de apoyar mis brazos para que no se me aflojara el cuerpo de tanto placer. Yo ya sabía además cómo iba a ser. Su trabajo oral en mi coño iba a ir subiendo la intensidad de las sensaciones que recorrían mi cuerpo especialmente concentrado en ese momento en mis bajos que Luis no dejaba de chupar y lamer hundiendo su lengua dentro mientras me agarraba con fuerza las nalgas para poder presionar con su cara.

Me derretí en su boca disfrutando por primera vez aquel fin de semana de uno de aquellos orgasmos intensísimos que había alcanzado con él desde la primera vez que nos habíamos enrollado.

Noté de golpe que se salía de debajo de mí pero yo estaba tan concentrada en mis temblores, contracciones y escalofríos que no me había dado cuenta de que prácticamente estaba a cuatro apoyada entre el colchón y la almohada. Luis no desaprovechó la ocasión metiéndomela desde atrás. Aún no me había recuperado de la comida de coño y ya lo tenía dentro de mí haciendo que me faltara el aire.

Luis me agarró por los hombros y empezó a penetrarme con fuerza. No podía evitar gemir al ritmo de sus embestidas con ayes lastimeros. Me estaba matando, sí, pero me estaba matando de gusto sin mi absurdo complejo de todo el fin de semana. Como tenía que haber sido desde un principio y no la última noche con Luis acatarrado.

Pero el catarro no le afectaba a su capacidad para follar pues me penetraba de tal forma que me temblaban las piernas y la voz además de retumbar en la habitación de techos altos el choque de sus caderas contra mis nalgas. De golpe Luis se salió de mí provocándome un vacío doloroso que rápidamente sustituí con mi mano acariciando mi hinchado clítoris. Fue cuando sentir su corrida caliente sobre mi culo y espalda. Mi macho también disfrutaba.

Concentrada en alcanzar un nuevo orgasmo no me percaté de que Luis se había tumbado al lado hasta que sentí su mano subir por mi muslo y su dedo buscar como colarse en mi raja. Pero tiró de mí haciéndome caer sobre él y entonces me penetró con sus dedos masturbándome con fuerza hasta que sentí el primer espasmo atrapando su mano con sus muslos y gemía sobre el hombro de mi satisfecho novio.

No sé cuento tiempo pasé desconectada del mundo mientras mi cuerpo volvía del clímax de placer pero recuperé la conciencia abrazada a Luis. Así es como quería estar.

El sexo me dejó tan derrotada que me quedé dormida entre sus brazos hasta la mañana siguiente. Entonces volvió el nudo en el estómago que ya conocía de nuestra despedida en mi ciudad. Perdí una clase para acompañarlo al aeropuerto. Su despedida fue algo más fría de lo que esperaba. Creo que no entendía mi actitud aquel fin de semana.

¿Por qué no fui sincera con él y se lo conté todo? ¿Por qué no tuve la valentía de haberme quedado todo el puente con él en Bolonia? ¿Por qué le di a entender que no lo echaba tanto de menos como en realidad lo echaba?

En Navidad estaríamos juntos y cara a cara sería el momento de darle las explicaciones debidas. Lo quería demasiado y me preocupaba lo que pudiera sentir o pensar de mi actitud aquel puente. Conocía su dependencia emocional y no me tenía en la residencia como antes para apoyarse en mí como cuando sólo éramos amigos. ¿En quién se apoyaría?

Qué equivocada estaba en ese momento…
 
Yo creo que Claudia se equivocó al no anular la excursión a los Alpes y haberse quedado con Luis, en Bolonia. Pero de todas formas, la relación ya estaba finiquitada y Luis tenía el repuesto.

Se equivocó rotundamente.

Sus prioridades en esa etapa confluían en su carrera, y de esas, una era mantener cierta normalidad en la convivencia con sus compañeros de cuarto.
 
La frialdad que sentí en la despedida pese a los besos y abrazos la asumí como mi castigo por mi falta de valentía y consideración hacia el esfuerzo que Luis había hecho por venir a verme. Pero me sentía mal con él y el martes por la mañana antes de ir a la facultad le escribí reconociendo que la sorpresa me había pillado descolocada y no había sabido tratarlo como se merecía. Reconocí el error de irnos a los Alpes y le prometí resarcirlo en Navidad.

Su respuesta me dejó peor cuerpo. Estaba enfadado. Seguía con mal cuerpo y admitía tener la sensación de que el puente lo habíamos podido pasar mejor. Evidentemente Luis no decía abiertamente todo esto sino que yo lo interpreté de sus palabras y de nuevo por lo escueto de su respuesta a pesar de la longitud de mi mensaje. Me había equivocado y no imaginaba cuánto acabaría pagándolo.

Pero esa sensación se fue disipando pues los días siguientes Luis parecía el de siempre cuando nos escribíamos o al hacer videollamada, aunque estaba muy pesadito sacando a Gianni a colación constantemente. Pero volvía a ser el mismo con sus bromas y su sonrisa en la pantalla del ordenador. Quizá me había preocupado demasiado.

Aunque nunca terminaba de estar tranquila. Un día sin venir a cuento Gianni volvió a hacer de las suyas. Empezó a hacerme preguntas sobre Luis. Si mi novio era pesado con las alusiones al italiano, éste empezaba a ser bastante más molesto. Al principio utilizaba un tono de broma aunque algo despectivo hacia mi novio. Quizá no supe pararle los pies y empezó a ser ofensivo hasta que entendí el motivo: nos había oído follando en el albergue de los Dolomitas.

No sé cómo calificar a un tío que entiende las relaciones de pareja sólo en el placer sexual que dice que es capaz de proporcionar. Desde luego vacía de contenido todo aquello relacionado con la afinidad, la cercanía, la búsqueda de un camino común, y en definitiva algo tan básico como es la voluntad y el amor.

El día que me insinuó que Luis no era capaz de follarme como Dios manda y que él me habría hecho gritar me resultó más ofensivo para mí que para él. Ahí no tuve más remedio que pararle los pies. Pero en el piso me sacaba el tema con gestos desagradables. No podía imaginarme que aquel tío tan amable se había transformado en un cerdo acosador. Y lo peor es que Tita seguía con esa actitud de quitarle importancia e incluso me llegó a insinuar que me acostara con él para que me dejara tranquila. ¿Pero en qué pesaba esa chiquilla? Pues en que ella ya había pasado por la piedra.

Lourdes además sin querer preocuparme conseguía hacerlo más. Aunque Luis me contaba sus planes y cómo habían salido no siempre coincidían con el relato de Lourdes. Ya sabía que salía con compañeras de clase y la chica que dormía ahora en mi cuarto de la residencia. Lo que Luis no me había contado es que una de las habituales era Marta.

Que además le prestaba la habitación a Víctor para poder llevar a Lourdes y Luis dormía fuera. Sí, él me lo contaba. Que era en casa de una tal Miriam. ¿Y si se iba a casa de Marta y nos engañaba? Entre el acoso del italiano y que estaba sufriendo unos celos con los que no contaba notaba que me estaba descentrando. Me agobiaba dudar todo el tiempo.

Luis me contó que resultó que la tal Miriam se había liado con la chica de mi cuarto, Ángela se llamaba, y que ésta era lesbiana. Pero la otra dudaba. Era una historia quizá demasiado rebuscada como para que se la hubiera inventado. ¿Para qué contarme algo así?

Agobiada volví a la oficina de atención al estudiante y me confirmaron que a partir de enero podría mudarme de piso pues los Erasmus dejaban libres algunos que no estaban ya reservados. Conseguí que me asignaran uno algo más lejos de la facultad sólo para chicas. A partir de ahí ya empecé a ignorar a Gianni que se limitó a comportarse arrogantemente. Oh sorpresa, Tita también me dejó de lado. Aunque no estaba tan sola pues había hecho amistad con una chica alemana en la facultad con la que coincidía en algunas clases sentándonos juntas, Erika.

De dos problemas, uno medianamente solucionado. El otro parecía que también pues Luis me tenía al tanto de toda la extraña historia entre Miriam y Ángela. Me pedía consejos para hablar con ellas. Así conseguí dejarme de películas en mi cabeza y centrarme realmente en lo que debía que era aprovechar mi estancia en Bolonia.

Además Erika veía las cosas como yo. Odiaba a los Erasmus que malgastaban la beca todo el día de fiesta y aunque ella no tenía novio pasaba de tíos pues no quería líos o acabar enamorada de un griego o un turco que le acabaran amargando su paso por Italia.

Pero las cosas terminaron torciéndose. Bueno, lo primero que se torció fue el tobillo de Luis. Jugando al fútbol sala se había hecho un esguince importante. Me mandó una foto camino del centro de salud y me asusté al ver la rapidez con la que se había hinchado y amoratado su tobillo. Iba a estar una temporada inmovilizado. No quise ser pesimista pero en las fechas en las que estábamos le iba a llegar la escayola puesta hasta Navidad, y eso dificultaría vernos.

Y aunque cruzarme en el salón o la cocina con Gianni era un tormento, sabía que sería algo que ya iba a prolongarse por las pocas semanas que quedaban hasta las vacaciones de Navidad. Por supuesto no les dije nada de mi mudanza. Se llevarían la sorpresa cuando no me vieran aparecer tras las vacaciones. Pero la angustia de lo vivido no se me pasaba y necesitaba contárselo a alguien. Lourdes fue mi consejera y quien me impuso que se lo contara a Luis así que en una de nuestras videoconferencias y tras enseñarme sus muletas y su escayola en la pierna me derrumbé y le conté lo sucedido intentando suavizarlo pues ya conocía su temperamento:

-Luis tenías razón.

-¿Con qué?- preguntó extrañado viéndome tan preocupada.

-Gianni…

-¿Qué ha pasado?- quiso saber ensombreciéndosele el semblante.

-Toda su amabilidad, todas sus buenas maneras, sus ofrecimientos. Todo era porque quería acostarse conmigo…

-Pero ¿qué ha pasado?

-Un día se puso muy pesado con abracitos y con la manita en el muslo, la cintura. Muy pegajoso. No le di importancia, pero seguía y seguía hasta que un día intentó besarme en mi habitación y le dije que no, que tenía novio.

¿Para qué contarle que en realidad todo había empezado antes de que él viniera a Italia? Se enfadaría conmigo por habérselo ocultado y encima haberlo matado de frío en aquel absurdo viaje a los Alpes del que sólo teníamos el buen recuerdo del paseo por Venecia.

-¿Y qué pasó?- quiso saber con el mismo rictus serio.

-Me dijo que le daba igual, que me iba a follar hasta matarme de placer y no como tú…que ni me hacías gemir.

-Será idiota el espagueti ese…

-Yo le dije que me daba igual lo buen amante que pudiera ser, que yo te quería a ti. No iba a comparar como en una tienda. Se puso hecho una furia, dijo cosas en italiano que ni sé que serían, pero seguro que me ponía a parir. Y desde entonces no me habla y pasa de mí. Y me lo cruzo por el piso y me mira con cara de asco. Y el otro día se trajo a una tía como para demostrarme que él se tira a quien quiere. Y me duele, y a la vez me siento imbécil. Y te echo tanto de menos…-

Ya no pude más y me derrumbé llorando.

-Joder, mierda. No puedo hacer nada.

-…Me dan ganas de volverme, Luis.

En realidad no sé porqué dije esto.

-Eso nunca. Tú te has ganado esa beca y ese cabrón no va a jodértela. Cámbiate de piso, evítalo, pero yo apoyé que te fueras y no vamos a estropearlo por culpa de un imbécil que no entiende que no es no.

-Lo sé. Lo sé.

-Y Tita, ¿Qué dice?

-Ella me reconoció que se había liado con él a principios de curso. Me quería convencer para que probara con él. ¿Te lo puedes creer? Que si estaba muy bueno, que si lo hacía muy bien y que estaba bien armado…

-Una Silvia cualquiera. Ya me miraba con ojitos cuando fui a verte. A saber qué estaba pensando. Bueno, princesa. ¿Cuándo te vienes para las vacaciones de Navidad?

-El día 22…

-Falta mucho. Pues antes de venirte intenta cambiarte de piso.

-Ya he ido a la oficina de la universidad donde hacen eso. Me han dicho que suele ser más normal en enero con el cambio de cuatrimestre pero que si me corría prisa me avisarían ante cualquier vacante.

No le dije que ya estaba hecho pues hasta estar instalada en el nuevo piso no quería dar nada por seguro. Pero su respuesta fue mi mejor apoyo:

-Claudia, ojalá estuviera allí para poner a esa gente asquerosa en su sitio. Pero confía en ti. Sé que eres capaz de arreglarlo todo y mandar a ese tío a la mierda. Vas a ser capaz de sacarlo todo adelante para que sigamos estando muy orgullosos de ti. La niña de la que me enamoré puede con todo y no se arruga por esas cosas. Además ya mismo voy a poder abrazarte otra vez…

Yo me puse a llorar como una tonta escuchando a Luis y él se mostraba bastante afectado. Pero hablar con él me había liberado y además animado. Mi novio estaba conmigo y yo estaría con él, pues inmediatamente empezamos a organizar las fechas para vernos. Sería yo la que fuera a su ciudad a verlo pues con las muletas difícilmente podría viajar pero él seguía convencido de estar bien para entonces.

Con ese ánimo afrontaba el final del trimestre. Convencida de haber tardado demasiado tiempo a hablarlo con mi novio estaba dispuesta a no ocultarle nada más. Pero todo cambió a los pocos días…
 
Yo solo soy team.Sevilla FC, aunque me de disgustos. Pero tampoco me puedo quejar que no hace mucho me volvió a dar una alegría.
Me mantengo firme y no le voy a dar palos a uno de los míos.
Aunque a mí Claudia me parece una gran chica. Pero no.porqie sea una gran chica significa que sea perfecta, que algunos la tenéis en un altar y no es para tanto.
 
Yo solo soy team.Sevilla FC, aunque me de disgustos. Pero tampoco me puedo quejar que no hace mucho me volvió a dar una alegría.
Me mantengo firme y no le voy a dar palos a uno de los míos.
Aunque a mí Claudia me parece una gran chica. Pero no.porqie sea una gran chica significa que sea perfecta, que algunos la tenéis en un altar y no es para tanto.
Yo no creo que sea perfecta, de hecho, creo que cometió un gran error al no suspender la excursión y dedicar ese puente a Luis, ya que había hecho ese viaje, creo que se lo merecía. Fue un error de Claudia, pero pienso que no fue ese error el que provocó la ruptura. Luis, antes de viajar a Italia, ya estaba con Nieves.

En esa época italiana, los dos cometieron errores, pero la diferencia es que Claudia, reconoce sus errores y tiene remordimientos. Y Luis, pues Luis se consolaba con Nieves, con Marta, con…
 
Yo no creo que sea perfecta, de hecho, creo que cometió un gran error al no suspender la excursión y dedicar ese puente a Luis, ya que había hecho ese viaje, creo que se lo merecía. Fue un error de Claudia, pero pienso que no fue ese error el que provocó la ruptura. Luis, antes de viajar a Italia, ya estaba con Nieves.

En esa época italiana, los dos cometieron errores, pero la diferencia es que Claudia, reconoce sus errores y tiene remordimientos. Y Luis, pues Luis se consolaba con Nieves, con Marta, con…
Ademas Claudia jamás le fue infiel con Gianni.
 
Ya tenía comprado el vuelo para ir en Navidad. En Italia se regresa a las clases después de Año Nuevo a diferencia de España en que las vacaciones escolares llegan hasta la Epifanía. Sólo serían unos diez días, pero vería a mis padres y hermanos, a mi tía, y por supuesto, a Luis.

Estaba nerviosa al comprobar que todo se arreglaba. Tenía ese subidón de optimismo que te da el saber que has hecho las cosas bien y vas a tener como premio unas magníficas vacaciones. Y creo que se me notaba pues el fin de semana anterior a las vacaciones al hacer videoconferencia con Luis yo estaba exultante. Dónde él veía problemas yo encontraba una solución.

-Princesa, me han quitado la escayola pero me han puesto una férula y sigo con muleta- me dijo compungido- Así no puedo viajar.

-No pasa nada. Yo iré a verte.

-¿Y dónde nos vamos a meter?

-Pues en algún hostal barato como en verano. No necesito lujos, contigo tengo bastante- respondí con una sonrisa.

-Pero así no podemos irnos como queríamos con Víctor y Lourdes.

-Luis, gordo mío, creo que mi prioridad eres tú.

-Ya, princesa, pero voy a ser un estorbo.

-Pero ¿qué me dices? Yo sólo necesito estar contigo, me da igual donde.

-Tienes razón echo mucho de menos tenerte entre mis brazos.

-¿Crees que yo no?- le pregunté sin variar mi sonrisa.

-Ufff, me muero por tocarte, acariciarte, chuparte los pezones…

-Jajajajaja, y yo que lo hagas…

De golpe en un impulso me levanté la camiseta enseñándole las tetas.

-…ten un anticipo.

-Mira que eres mala, que después ya sabes lo que pasa.

Y sin esperármelo se levantó ensenándome su churrita. Me sorprendió su vello descuidado pero lo que más me hizo fue gracia de su respuesta a mi espontaneidad y le contesté:

-Jajajaa, Luis. Que yo también echo de menos tus cositas…

-Enséñame el chochito.- me dijo haciendo pucheros.

-No, que no estoy depiladita- me excusé.

-Porfi….

-Que tonto eres, si me lo has visto mil veces.

-Pero se me va a olvidar.

-Si ya mismo nos vamos a ver, jajaja.

La cara de niño pequeño que puso me hizo tanta gracia que me costaba aguantar la risa mientras le decía que no. Pero al final me levanté y le enseñé las bragas. “Qué leches, es mi novio”, pensé y me bajé las bragas enseñándole mi chocho descuidado. Entonces Luis reaccionó poniéndose de pie de nuevo para enseñarme su polla tiesa, No he conocido a nadie con tal velocidad de empalme.

-Mira que contenta se pone…

-Jajaja. Luis, el rápido. Ya mismo voy a estar yo ahí para darle cariñito.- respondí subiéndome las bragas.

-No te tapes. Déjame disfrutar más de ti- dijo mientras se masturbaba.

Joder, la tontería del jueguecito me había puesto bastante. ¿por qué ver una polla cualquiera aunque sea la del tío más buenorro del mundo te da igual e incluso asco y ver la de tu novio te enciende tanto? Me entraron ganas de tocarme pero la situación me cortó un poco. Al final Luis se hizo una paja mientras yo le ayudaba enseñándole lo que me pedía. Era mi forma de decirle que daba todo por él. Aunque cuando vi explotar su polla lanzando chorros que él intentaba recoger en su mano casi me meto la mano en las bragas.

Lo de menos en realidad era su cuerpo, porque lo que yo echaba más de menos era su ser, su esencia…la que no supe aprovechar mes y medio antes cuando había venido a visitarme. Y ahora sólo iba a poder aprovechar unas pocas horas. Pero con qué ganas volvía yo para poder hacerlo y estar con él. Además, como no había gastado el dinero que me había dado mi tía podría escaparme en Semana Santa para estar más tiempo con él. Al final ni Gianni ni nuestra separación parecían poder acabar con nosotros.

Llegué a Málaga en vuelo más barato desde Milán. Allí como siempre me esperaba mi tía, mi segunda madre. Aunque hablábamos muy seguido no le había contado mis problemas en el piso y aproveché para contárselo de camino a mi ciudad una vez que todo estaba solucionado. Me reprochó no contarle nada pero me elogió mi resolución.

Por supuesto me preguntó por mi novio y le conté las peripecias del paseo por los Alpes. Se reía cuando le explicaba el frío que había pasado. Pero también me dijo que lo cuidara, que era un gran esfuerzo el que Luis había hecho. Y yo lo sabía y por eso tenía más ganas aún de estrecharlo entre mis brazos. Sin él, lo habría pasado peor en Bolonia. Él era mi escudo contra Gianni y el soporte de mi entereza. Más grande fue mi caída.
 
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