La frialdad que sentí en la despedida pese a los besos y abrazos la asumí como mi castigo por mi falta de valentía y consideración hacia el esfuerzo que Luis había hecho por venir a verme. Pero me sentía mal con él y el martes por la mañana antes de ir a la facultad le escribí reconociendo que la sorpresa me había pillado descolocada y no había sabido tratarlo como se merecía. Reconocí el error de irnos a los Alpes y le prometí resarcirlo en Navidad.
Su respuesta me dejó peor cuerpo. Estaba enfadado. Seguía con mal cuerpo y admitía tener la sensación de que el puente lo habíamos podido pasar mejor. Evidentemente Luis no decía abiertamente todo esto sino que yo lo interpreté de sus palabras y de nuevo por lo escueto de su respuesta a pesar de la longitud de mi mensaje. Me había equivocado y no imaginaba cuánto acabaría pagándolo.
Pero esa sensación se fue disipando pues los días siguientes Luis parecía el de siempre cuando nos escribíamos o al hacer videollamada, aunque estaba muy pesadito sacando a Gianni a colación constantemente. Pero volvía a ser el mismo con sus bromas y su sonrisa en la pantalla del ordenador. Quizá me había preocupado demasiado.
Aunque nunca terminaba de estar tranquila. Un día sin venir a cuento Gianni volvió a hacer de las suyas. Empezó a hacerme preguntas sobre Luis. Si mi novio era pesado con las alusiones al italiano, éste empezaba a ser bastante más molesto. Al principio utilizaba un tono de broma aunque algo despectivo hacia mi novio. Quizá no supe pararle los pies y empezó a ser ofensivo hasta que entendí el motivo: nos había oído follando en el albergue de los Dolomitas.
No sé cómo calificar a un tío que entiende las relaciones de pareja sólo en el placer sexual que dice que es capaz de proporcionar. Desde luego vacía de contenido todo aquello relacionado con la afinidad, la cercanía, la búsqueda de un camino común, y en definitiva algo tan básico como es la voluntad y el amor.
El día que me insinuó que Luis no era capaz de follarme como Dios manda y que él me habría hecho gritar me resultó más ofensivo para mí que para él. Ahí no tuve más remedio que pararle los pies. Pero en el piso me sacaba el tema con gestos desagradables. No podía imaginarme que aquel tío tan amable se había transformado en un cerdo acosador. Y lo peor es que Tita seguía con esa actitud de quitarle importancia e incluso me llegó a insinuar que me acostara con él para que me dejara tranquila. ¿Pero en qué pesaba esa chiquilla? Pues en que ella ya había pasado por la piedra.
Lourdes además sin querer preocuparme conseguía hacerlo más. Aunque Luis me contaba sus planes y cómo habían salido no siempre coincidían con el relato de Lourdes. Ya sabía que salía con compañeras de clase y la chica que dormía ahora en mi cuarto de la residencia. Lo que Luis no me había contado es que una de las habituales era Marta.
Que además le prestaba la habitación a Víctor para poder llevar a Lourdes y Luis dormía fuera. Sí, él me lo contaba. Que era en casa de una tal Miriam. ¿Y si se iba a casa de Marta y nos engañaba? Entre el acoso del italiano y que estaba sufriendo unos celos con los que no contaba notaba que me estaba descentrando. Me agobiaba dudar todo el tiempo.
Luis me contó que resultó que la tal Miriam se había liado con la chica de mi cuarto, Ángela se llamaba, y que ésta era lesbiana. Pero la otra dudaba. Era una historia quizá demasiado rebuscada como para que se la hubiera inventado. ¿Para qué contarme algo así?
Agobiada volví a la oficina de atención al estudiante y me confirmaron que a partir de enero podría mudarme de piso pues los Erasmus dejaban libres algunos que no estaban ya reservados. Conseguí que me asignaran uno algo más lejos de la facultad sólo para chicas. A partir de ahí ya empecé a ignorar a Gianni que se limitó a comportarse arrogantemente. Oh sorpresa, Tita también me dejó de lado. Aunque no estaba tan sola pues había hecho amistad con una chica alemana en la facultad con la que coincidía en algunas clases sentándonos juntas, Erika.
De dos problemas, uno medianamente solucionado. El otro parecía que también pues Luis me tenía al tanto de toda la extraña historia entre Miriam y Ángela. Me pedía consejos para hablar con ellas. Así conseguí dejarme de películas en mi cabeza y centrarme realmente en lo que debía que era aprovechar mi estancia en Bolonia.
Además Erika veía las cosas como yo. Odiaba a los Erasmus que malgastaban la beca todo el día de fiesta y aunque ella no tenía novio pasaba de tíos pues no quería líos o acabar enamorada de un griego o un turco que le acabaran amargando su paso por Italia.
Pero las cosas terminaron torciéndose. Bueno, lo primero que se torció fue el tobillo de Luis. Jugando al fútbol sala se había hecho un esguince importante. Me mandó una foto camino del centro de salud y me asusté al ver la rapidez con la que se había hinchado y amoratado su tobillo. Iba a estar una temporada inmovilizado. No quise ser pesimista pero en las fechas en las que estábamos le iba a llegar la escayola puesta hasta Navidad, y eso dificultaría vernos.
Y aunque cruzarme en el salón o la cocina con Gianni era un tormento, sabía que sería algo que ya iba a prolongarse por las pocas semanas que quedaban hasta las vacaciones de Navidad. Por supuesto no les dije nada de mi mudanza. Se llevarían la sorpresa cuando no me vieran aparecer tras las vacaciones. Pero la angustia de lo vivido no se me pasaba y necesitaba contárselo a alguien. Lourdes fue mi consejera y quien me impuso que se lo contara a Luis así que en una de nuestras videoconferencias y tras enseñarme sus muletas y su escayola en la pierna me derrumbé y le conté lo sucedido intentando suavizarlo pues ya conocía su temperamento:
-Luis tenías razón.
-¿Con qué?- preguntó extrañado viéndome tan preocupada.
-Gianni…
-¿Qué ha pasado?- quiso saber ensombreciéndosele el semblante.
-Toda su amabilidad, todas sus buenas maneras, sus ofrecimientos. Todo era porque quería acostarse conmigo…
-Pero ¿qué ha pasado?
-Un día se puso muy pesado con abracitos y con la manita en el muslo, la cintura. Muy pegajoso. No le di importancia, pero seguía y seguía hasta que un día intentó besarme en mi habitación y le dije que no, que tenía novio.
¿Para qué contarle que en realidad todo había empezado antes de que él viniera a Italia? Se enfadaría conmigo por habérselo ocultado y encima haberlo matado de frío en aquel absurdo viaje a los Alpes del que sólo teníamos el buen recuerdo del paseo por Venecia.
-¿Y qué pasó?- quiso saber con el mismo rictus serio.
-Me dijo que le daba igual, que me iba a follar hasta matarme de placer y no como tú…que ni me hacías gemir.
-Será idiota el espagueti ese…
-Yo le dije que me daba igual lo buen amante que pudiera ser, que yo te quería a ti. No iba a comparar como en una tienda. Se puso hecho una furia, dijo cosas en italiano que ni sé que serían, pero seguro que me ponía a parir. Y desde entonces no me habla y pasa de mí. Y me lo cruzo por el piso y me mira con cara de asco. Y el otro día se trajo a una tía como para demostrarme que él se tira a quien quiere. Y me duele, y a la vez me siento imbécil. Y te echo tanto de menos…-
Ya no pude más y me derrumbé llorando.
-Joder, mierda. No puedo hacer nada.
-…Me dan ganas de volverme, Luis.
En realidad no sé porqué dije esto.
-Eso nunca. Tú te has ganado esa beca y ese cabrón no va a jodértela. Cámbiate de piso, evítalo, pero yo apoyé que te fueras y no vamos a estropearlo por culpa de un imbécil que no entiende que no es no.
-Lo sé. Lo sé.
-Y Tita, ¿Qué dice?
-Ella me reconoció que se había liado con él a principios de curso. Me quería convencer para que probara con él. ¿Te lo puedes creer? Que si estaba muy bueno, que si lo hacía muy bien y que estaba bien armado…
-Una Silvia cualquiera. Ya me miraba con ojitos cuando fui a verte. A saber qué estaba pensando. Bueno, princesa. ¿Cuándo te vienes para las vacaciones de Navidad?
-El día 22…
-Falta mucho. Pues antes de venirte intenta cambiarte de piso.
-Ya he ido a la oficina de la universidad donde hacen eso. Me han dicho que suele ser más normal en enero con el cambio de cuatrimestre pero que si me corría prisa me avisarían ante cualquier vacante.
No le dije que ya estaba hecho pues hasta estar instalada en el nuevo piso no quería dar nada por seguro. Pero su respuesta fue mi mejor apoyo:
-Claudia, ojalá estuviera allí para poner a esa gente asquerosa en su sitio. Pero confía en ti. Sé que eres capaz de arreglarlo todo y mandar a ese tío a la mierda. Vas a ser capaz de sacarlo todo adelante para que sigamos estando muy orgullosos de ti. La niña de la que me enamoré puede con todo y no se arruga por esas cosas. Además ya mismo voy a poder abrazarte otra vez…
Yo me puse a llorar como una tonta escuchando a Luis y él se mostraba bastante afectado. Pero hablar con él me había liberado y además animado. Mi novio estaba conmigo y yo estaría con él, pues inmediatamente empezamos a organizar las fechas para vernos. Sería yo la que fuera a su ciudad a verlo pues con las muletas difícilmente podría viajar pero él seguía convencido de estar bien para entonces.
Con ese ánimo afrontaba el final del trimestre. Convencida de haber tardado demasiado tiempo a hablarlo con mi novio estaba dispuesta a no ocultarle nada más. Pero todo cambió a los pocos días…