Memorias de una solitaria

Una vez más viendo el inclemente y trascendente condicionamiento en el subconsciente de una mujer provocado por la implacable hipergamia. :rolleyes::cool:
Espera, que te responde el autor:

Como Amelia me recordaba, más de una madre quería colocarme a su inútil hijo previendo los futuros ingresos que sospechaban que alcanzaría con mi evolución profesional.

La hipergamia no es exclusiva de las mujeres, ni mucho menos, los zánganos son un claro ejemplo, la posición superior es la de la abeja Reina ... y con los zánganos humanos pasa lo mismo.
 
La universidad de Navarra.
Cuando entras a la CUN te encuentras con un hall como un campo de futbol con un montón de cubículos donde has de pasar a poner la tarjeta de crédito antes de ser atendido. Y ahí no tienes ni un minuto de cola.
Y los curas con sotana paseándose entre azafatas con falditas a medio muslo.
Es bastante surrealista o vergonzoso, según se mire.
Y si, he estado ahí varias veces.
Más de las deseadas, por supuesto.
Hola.

Pues sí, la demostración más clara de que el dinero lo puede todo, o casi todo, a veces incluso dar salud.

Saludos.

Hotam
 
Aquel verano no dejaba de darle vueltas a la cabeza sobre cómo afrontar el ir a estudiar a la ciudad de Luis. Yo tenía claro que iba a seguir colgada de él ni cayendo entre sus brazos cada vez que me buscara. Y más tras la conversación con mi tía. Pero tenía que encontrar una forma elegante y lo menos traumática posible para que no me persiguiera una vez que yo cortara el hilo.

Justo antes de volver a Sevilla para entregar la última documentación en la facultad y en la residencia cercana donde me alojaría Luis me escribió y aproveché para avisarle de que tenía que ir. Era mi oportunidad para dejarle claro que hasta que no terminara mis estudios nunca más volvería a haber nada entre nosotros. No era romper mi promesa hecha unos meses antes de esperar al futuro. Simplemente era confirmar que lo que había pasado en junio había sido un desliz por mi parte y que no se iba a convertir en una nueva oportunidad.

-Hola- escribió como otras muchas veces.

Pero yo no me demoré esta vez en responder.

-¿Qué tal?

-Bien. ¿Y tú?

-Muy bien. Solito en casa estas dos semanas porque mis padres están en la playa.

-Tengo noticias.

-Estoy deseando que me las cuentes.

Ya no podía mentir sobre mi situación el siguiente curso y se lo dije abiertamente:

-Me voy a tu ciudad. Iba a escribirte mañana. Tengo que ir a llevar la documentación de la residencia el miércoles muy temprano y a primero de septiembre hacer el traslado de expediente a la facultad de medicina de allí. Iba a pedirte un favor.

-Dime. Pero sea lo que sea lo hago. Estoy muy contento de que te vengas.

Ya se estaba viniendo arriba y tenía que frenarlo así que rebajé su euforia.

-¿Podrías buscarme un hostal barato para pasar una noche?

-¿Estás tonta? Estoy solo en casa. Te quedas conmigo.

Joder. También era mala suerte. Yo evitando el estar tiempo a solas con él y el destino empujándome a su casa y quizá a su cama. No sabía qué decir, pero por otro lado no andaba sobrada de dinero y no sabía cuantas veces más tendría que ir a la ciudad. Dudé tanto que sólo se me ocurrió decir que no me parecía buena idea.

-Sólo es dormir. No te voy a violar.

-Imbécil, eso ya lo sé. Pero no sé si está bien que me meta en tu casa.

-Mira. Te vienes por la tarde. Damos un paseo si quieres, cenamos en casa y te acuestas temprano. Tengo una cama en el estudio de mis padres. No tienes que dormir conmigo si no quieres. Por la mañana te vas a lo tuyo, yo doy mis clases y si quieres comemos juntos.

Parecía lógico. Pero yo sabía que eso no era lo que realmente quería hacer, Pero si íbamos a estar en la misma ciudad tenía que aprender a decir que no. Y esa era una buena oportunidad. Así que con cierta duda respondí:

-Vale. Gracias Luis. Eres un amigo.

Ahora tocaba mentalizarme de que Luis era eso, un amigo que me ofrecía su casa y con el que no iba a compartir más que unas horas de charla. Y ahí venía la segunda concentración mental. ¿Cómo exponerle que no quería verlo? Si le decía que temía estar con él porque acabaríamos follando se vendría más arriba e insistiría más. Si le decía vernos sólo como amigos…eso no me lo creía ni yo.

Me veía sentada frente a él empezando la conversación sin tener yo misma claro lo que quería decirle. Pues si era difícil pensarlo, ejecutarlo con sus ojos clavados en mí y su labio inferior gordito a mi disposición sería casi imposible. Pero tenía que hacerlo pues llevaba todo el verano dándole vueltas a la cabeza mientras estaba segura de que no había dejado de follar en sus escapadas de verano.

¿Y si yo me liaba con alguien? Qué tontería. Ni me estaba relacionando con nadie ni creo que al final eso fuese un obstáculo después de reconocerle mi mentira sobre Gianni y el imaginario lío antes de Navidad.

No. Nada de mentiras. Con las cartas en la mesa y de frente. Me enfrentaría a sus ojos y a mi propio deseo y controlaría mis impulsos. Lo contrario sería rebajarme a lo que él mismo había hecho y yo había repudiado.

Y además lo haría esa misma tarde mientras cenábamos aunque fuese incómodo dormir después en su casa. Mejor incómodos por mi corte que con Luis encajado de nuevo entre mis piernas como seguramente planeaba. Debía ser dura como lo era antes de conocerlo.
 
Yo ya me pierdo.
Se supone que cuando estuvo en Bélgica Ella fue la ultima vez que se vieron. Además con tanto salto en el tiempo, estoy más desorientado que Espinete en un sexo Shop .
El episodio de hoy es la antesala de la fatídica fecha de su último encuentro en Sevilla en verano, tras el cual Luis quedó hecho polvo y consiguió remontar gracias, entre otros, a Alba. A Bélgica se fue Luis enero de año siguiente. Después del encuentro en verano ya no hubo más encuentros de ambos. Si no recuerdo mal, salvo alguna coincidencia en algún local, fiesta o callejón, pero en la que ni se acercaron uno a otra.
 
No. Nada de mentiras. Con las cartas en la mesa y de frente. Me enfrentaría a sus ojos y a mi propio deseo y controlaría mis impulsos. Lo contrario sería rebajarme a lo que él mismo había hecho y yo había repudiado.
Bueno la última frase es un poco exagerada. Nada tiene que ver que ella no sea capaz de controlar sus impulsos frente a la única persona que ama, porque ya nos ha demostrado que frente a cualquier otro sabe muy bien cómo controlarse.
Luis decía amar a una mientras no se molestaba en controlar sus impulsos con otra. No, él no había hecho lo mismo.
 
A la espera quedo de leer como siente y vive ella la redacción de aquella carta de despedida que le deja tras pasar la noche con el.
¿En que estado se marchó Claudia de Sevilla?

Tras el próximo capítulo ya no queda más historia que contar entre ellos hasta el reencuentro en el hospital.
Los encuentros fortuitos mientras Claudia estudia en sevilla ya nos lo contó Almu al comienzo de la otra línea temporal, o de esta, no lo recuerdo bien.
El caso es que aún cuando ella haya sabido de él desde el momento en que se encuentra su historia con el pulpo o con el abogado y el momento hospital no debería variar nada en su cabeza respecto a luis.
Venga Almu, cuenta ¿que pasa con la promesa?
Y no estoy diciendo que no me interese todo lo que le pasa a la chica con el abogado o en su año en el extranjero, creo recordar que en Londres, y todo lo que le pueda pasar con cualquier otro u otra pero quiero saber si…
Ahí lo dejo que no quiero que Carlos se moleste conmigo.
 
Como no tenía ninguna entrevista opté por ir cómoda. Delante de Luis no tenía que aparentar nada. Tampoco quería estar arreglada para no parecer que lo había hecho por él.

Luis me esperaba en la misma estación de autobuses donde nos habíamos despedido unas semanas antes. Al verlo le sonreí y le di un abrazo con dos besos dejando claro que éramos sólo amigos. Pude notar su decepción. Pero mi intención es que esa fuese la tónica de ese día.

Me propuso ir a su cosa a soltar mi mochila, pero yo quería evitar al máximo tener una cama cerca antes de tener mi conversación con él. Así que como la estación está en el centro nos fuimos paseando.

Yo ya conocía la ciudad pero dejé que Luis me fuera contando anécdotas y pequeñas historias de los lugares por los que íbamos pasando hasta que nos sentamos en la bodeguita de la plaza del Salvador. Quizá ese fuese el lugar donde me tocara explicarle por qué no podíamos seguir juntos y yo necesitaba evitarlo.

Yo estaba tan nerviosa que me puse a hablar atropelladamente de todo el proceso para conseguir trasladarme a la facultad de Medicina de la ciudad y todo el papeleo incluidas entrevistas con el que sería mi futuro mentor y que yo por entonces sólo conocía como miembro de la sociedad de cardiología.

Él parecía mostrar atención pero nada de lo que decía parecía colmar su curiosidad hasta que lanzó la pregunta que realmente quería que yo respondiera:

-¿Y por qué has decidido venirte a mi ciudad?

-Para estar cerca de mi familia. Además Madrid y Barcelona son ciudades muy caras. Aquí podré gastar un poco más.

No le mentí, pero pude notar de nuevo la decepción en su cara cuando insistió:

-¿Sólo eso?

-Luis, no voy a decir que para estar cerca de ti porque tú no vas a estar. Cuando yo esté tú no y viceversa.

-Pero yo puedo venirme los fines de semana, o al menos más fines de semana. No sería como en la residencia pero tampoco como cuando estabas en Italia. Si tu hubieses querido este verano habríamos hecho más cosas juntos.

-Luis, ¿no te acuerdas de que cortamos?

-Pues para haber cortado bien que te acostaste conmigo en junio…

No terminó la frase temeroso de haberme molestado pero yo con soltura me justifiqué:

-No somos pareja pero algo queda.

-Pero tú ya has decidido apagar los últimos rescoldos.

-No es tan fácil. Cuando se ha pasado mal como lo he pasado yo es difícil olvidar.

-Yo también lo he pasado mal.

-No, Luis. Tú tienes remordimientos. Yo tengo pena y dolor por tu engaño. No es lo mismo, te lo aseguro.

-Pero el rencor no es bueno.

Ya estaba otra vez con su insistencia. Tenía que ser cauta o me acabaría llevando otra vez a su terreno como aquella noche en la residencia.

-Qué idiota eres a veces. Si te tuviera rencor no estaría sentada ahora contigo. Te quiero mucho, pero no puedo tener una relación contigo. No sé cómo explicártelo de más formas. Te quiero mucho pero no voy a volver contigo.

Ya está. Lo solté y había dado en la diana. Su expresión se volvió sombría y sentí cierta lástima. Pero como ave fénix de recompuso cambiando de tema. Sólo había sido el primer asalto.

-¿Dónde quieres que cenemos?¿En casa o en la calle?

-No quiero causarte molestias, Luis. Si quieres puedo dormir en una pensión o un hostal.

-No digas tonterías. Puedo admitir tu rechazo. Fuimos amigos antes de ser novios. Podré llevarlo.

-Mira, para no ensuciar ni nada, podemos cenar un bocadillo o una pizza en cualquier sitio- propuse intentando pasar de puntillas por su casa.

Tras cenarnos un serranito en un lugar que visité más tarde de estudiante en más de una ocasión Luis pareció comportarse como si no hubiese sufrido el golpe de mi respuesta anterior. Se puso a contar anécdotas de la residencia. Parecía haber encajado bien la idea de la amistad.

Pero Luis no era de dejar pasar la oportunidad de contraatacar y cuando caminábamos hacia su casa cruzando el puente de Triana dio el primer disparo:

-Vas a conocer más de mí vida y de cómo me he criado cuando ya no estamos que durante…

No quise responder nada y más disfrutando la vista desde el puente hacia el centro de la ciudad con todos los monumentos iluminados asomando por encima del caserío. Así llegó el segundo disparo:

-Me habría gustado más mostrarte todo esto en otras circunstancias…

No iba a resistir mucho más y quise relajarlo besándole la mejilla.

-No le des más vueltas, Luis. Las cosas han salido así por circunstancias, por errores, pero ya no podemos cambiarlo. Ha sido así…

Y entonces lanzó la última bala besándome en los labios. Sentir el calor de sus labios sobre los míos me resultó muy placentero hasta que se me encendió la bombilla apartándome bruscamente.

-No, de verdad. No me hagas esto. Ha sido un error vernos…

-Perdona, ha sido un impulso.

Seguimos de camino mientras me explicaba su barrio, pero lo hacía centrándose en sus vivencias y experiencias. Buscaba reblandecerme. Estaba descubriendo facetas suyas que en realidad no conocía. Quizá así fuese el verdadero Luis, alejado del fantasioso que se había convertido en el líder del equipo de su facultad y tonteaba con todos los chochos que se le pusieran a tiro. Sentí pena por él. Por haber perdido su esencia. Y sentí pena por mí, por no haber podido disfrutar de ese Luis, el del niño tímido que había conocido en el pasillo de la residencia.

Así llegamos a su casa. Vivía en una típica barriada de bloques alineados entre jardines. Se notaba que era un barrio de familias acomodadas, tan distinto del mío. El portal de su bloque era amplio con su típica portería y dos ascensores para facilitar las subidas y bajadas a las plantas o el garaje. Imaginaba un piso bastante amplio y no me equivoqué al ver la anchura de la puerta de entrada y como el vestíbulo llevaba a las puertas dobles del salón, un pasillo distribuidor y la cocina. Por el pasillo me indicó donde yo iba a dormir y el baño. Me tranquilizó que no me hubiera hecho la encerrona. Al entrar en el que iba a ser mi dormitorio me indicó:

-Esta mañana he puesto sábanas limpias y ahí te he dejado toallas porque supongo que querrás darte una ducha. Ese de en frente es mi dormitorio. Si necesitas algo me buscas allí. En la nevera hay agua fría, refrescos y cerveza. Mmmm. No sé qué más decirte.

-Está todo muy claro, Luis. Gracias de verdad. Mira, creo que voy a empezar por la ducha y así mañana gano tiempo.

-¿Sabes cómo se llega a la residencia?

-Sé dónde está, pero no sé cómo llegar desde aquí.

Me explicó perfectamente todo el trayecto y las líneas de autobús que debía coger, incluso las paradas. Se lo agradecí y me metí en el baño a ducharme. Al salir de la ducha me crucé con él que también se había duchado en otro baño de la casa y aproveché para avisarlo de que me levantaría temprano:

-Buenas noches Luis, que descanses. Me voy muy temprano. Cuando termine te aviso y paso a despedirme.

-Que descanses, Claudia.

Todo parecía haber ido bien. Pero me engañaba a mí misma. No era tan fácil. Las cosas con Luis nunca lo eran. Intenté dormir pero no podía. Sentí desasosiego y una enorme tristeza. Yo seguía queriendo a ese cabronazo y una cosa era pensar en acabar con él y otra mucho más difícil hacerlo con él durmiendo a pocos metros. En realidad no habíamos hablado nada. No podía despedirme de esa forma. Salí del dormitorio y me asomé al suyo por si estaba despierto.

-¿No puedes dormir?- sonó su voz en la oscuridad.

-No…

-Yo tampoco.

Me acerqué a su cama y me tumbé a su lado. No me atrevía a acariciarlo. Pero sí dejé que mi boca soltara aquello que llevaba toda la tarde oprimiendo mi pecho:

-¿Cómo hemos llegado hasta aquí cuando habíamos sido tan felices?
 
No lo dejé responder y preferí ser yo la que expresara todos los sentimientos guardados:

-Luis, no has cambiado nada desde que te conocí. Sigues siendo aquel niño cortado que yo conocí. Tienes el buen corazón de ceder tu camiseta a la chica en apuros mientras te enfadas como un niño porque has perdido a un juego de cartas. Crees que con deseos bonitos y palabras arreglas todo, con tu encanto personal pero después eres incapaz de controlar tus impulsos. ¿A cuántas tías te has tirado este verano? No. No contestes. No quiero saberlo. Yo di un paso muy difícil porque no pude evitarlo. Me dejé arrastrar por tu encanto y en parte por tus meteduras de patas con la rubia aquella de tu clase, tan inocente y tan retorcido a la vez. Supe llevar con entereza que salieras con Marta y hasta te animé a pesar de estar enamorada de ti. Eso te alejaría de mí y podría centrarme en los estudios que es mi primer objetivo y que tú ponías en peligro. Pero estabas tan hecho polvo cuando te dejó tan injustamente pero tan merecidamente por tus líos con la rubia que ya no pude más y dejé escapar los sentimientos que llevaba meses negándome. Y eres un cabrón…-dije golpeándole el pecho con rabia-…Fuiste un novio maravilloso. El complemento prefecto para mi estudio. Estudiábamos juntos, comíamos, juntos, dormíamos juntos y follábamos. Y yo saqué buenas notas y empecé a sumar puntos en mi currículum y llegó la beca en Italia. Yo estaba feliz pero sabía que tú no admitirías mi marcha. No estabas preparado. Eres un niño caprichoso, acostumbrado a salirse siempre con la suya. Lo has sido siempre pero te faltaba confianza, pero el primer año en la residencia la ganaste sobradamente, quizá en exceso. Pero era una confianza frágil como comprobé cuando Marta te dejó y sobre todo cuando te dije que me iba…

-Pero…

-No, Luis. Yo era la mujer más feliz del mundo a tu lado. La semana en la playa con nuestros amigos fue maravillosa. Mi novio era guapo, inteligente, educado, follaba bien y no era celoso ni posesivo. Yo estaba en el cielo, me gustaba todo de ti aunque temía tu fragilidad. ¡Si hasta presumí de la polla de mi chico delante de la chica aquella de la playa! Pero cuando me comunicaron que me concedían la beca estalló la tormenta.

-Me lo ocultaste…

-No. Te lo dije cuando ya era seguro. Y tuvimos bronca. ¿Tú creías que se desmoronaba el mundo por segunda vez en un mes? Luis…¿y yo? No renuncié a ti pero tú sí renunciaste a mí. Sólo te servía el aquí y ahora…sólo el estar juntos para vernos y follar. No admitías el sacrificio de dejar de lado lo físico para continuar en lo personal. Aun así confiaba en que tú me querías como yo a ti…

-Y te sigo queriendo.

-Pero Luis…he ido ocultándote todos mis problemas para que no huyeras. Te llevé a los Alpes no reconociendo mi mala relación con mis compañeros de piso para que no lo pasaras peor. Si te cuento que ese tío me acosaba ¿qué habría pasado? No tienes capacidad ninguna para ponerte en el lado del otro. Tu ego te lo impide. Te quedas siempre en el yo, yo, porque yo…incapaz de empatizar con otras realidades. Para ti perder un año de carrera es un retraso. Para mí es perder mi carrera. Por no perder un año de estar juntos perdiste una relación entera. Y tu ego se engorda como tu polla. O mejor dicho a la vez.

-Creo que me has dejado claro que la cagué. Y que no confías en mí.

-No es cuestión de confianza, Luis. Tú no estás preparado para una relación y mucho menos a distancia. Y yo no puedo estar esperando a que lo estés devanándome la cabeza sin saber qué haces ni con quien estas.

-Eso son celos.

-No, Luis. Es incertidumbre. Y no me la puedo permitir. No renuncio a tener una relación, renuncio a tener una con el chico al que quiero porque no es capaz de cubrir mis expectativas y yo no cubro las suyas. Ya te lo dije. Probamos y salió mal. Sin rencores. Pero no me persigas más.

-Es que no quiero perderte…

-Ya me has perdido.

-Pero dices que me quieres

-Nunca se olvida el primer amor de verdad. Pero una cosa es deseo y otra realidad. Te deseo con el alma pero la realidad me aleja de ti. Y sé que me quieres pero también estoy segura de que encontrarás a otra persona con la que te unan no sólo el tiempo y el espacio, sino más cosas y te enamorarás de ella. Y yo seré un buen recuerdo. Me hiciste muy feliz y también muy infeliz ¿por qué no nos quedamos con lo primero en vez de machacarnos?

-Pero ahora vamos a tener más posibilidades de vernos…

-Te lo dije. Me gusta verte. Estar contigo siempre y cuando no insistas. Yo sé controlarme, ¿tú puedes?

-Tú tampoco sabes controlarte. Por eso te liaste conmigo en junio y por eso estás ahora en mi casa y en mi cama.

-No confundas una cosa con otra. ¿Cómo estás tan seguro?

-Por esto…

Luis me agarró de la cintura y me besó. De nuevo la misma sensación de calidez del puente acentuada por la cercanía de su pecho desnudo. Aspiré su olor y me entregué al beso dándole mi lengua. Por algo necesitaba evitarlo…
 
Me quedaban unas pocas horas con él y me sentía lo suficientemente limpia como para poder hacerlo con Luis. Pero no sabía cómo decírselo sin parecer una salida. Acostumbrada a estar a merced de los tíos no sabía decir las cosas en una relación igualitaria. Él seguro que me lo habría dicho, pero no se atrevía por mi regla. Y ahora yo no sabía cómo comunicárselo.

Cuando nos fuimos a echar la siesta yo estaba inquieta. No sabía como ponerme así que busqué contacto con su cuerpo pasando mi pierna por encima y acariciando su cuerpo sin el miedo de los días anteriores. Luis reaccionó divertido:

-Lo estás consiguiendo…-me dijo.

-¿Qué estoy consiguiendo?-pregunté haciéndose la tonta.

-Que tenga que follarte…

Es lo que llevaba deseando todo el día así que no perdí el tiempo y metí mi mano en su calzoncillo acariciando su polla durísima mientras le seguía el juego diciendo:

-Una señorita no puede escuchar ciertas cosas….pero mmmmm, ¿qué tiene usted aquí caballero? Esto es un escándalo…

Luis me besó haciéndome creer que se acababa el juego y empezaba la acción pues ya me agarraba una teta comprobando la sensibilidad de mi pezón pero continuó con la broma:

-Disculpe usted señorita…pero usted me está agarrando el cipote y no me va a quedar más remedio que tener que usarlo contra usted…

Poniendo cara de ofendida solté su churra para agarrar sus testículos. ¿Lo tenía cogido por las pelotas?

-Caballero me ofende usted…voy a tener que castigarle…

-Yo soy quien debería castigar su atrevimiento. Debería azotarla…

-Oh, sí, por favor…azóteme¡¡¡¡ Jajajaja-ya no pude aguantar más la risa hasta que Luis se lanzó sobre mi boca atragantándome con su lengua.

Mi novio se separó de mí un instante para quitarme las bragas. Por supuesto que no puse impedimento ofreciéndole mi chocho que ya palpitaba con ganas de recibirlo. Pero cuando se lanzó a comérmelo se lo traté de impedir. Acababa de pasar la regla y no tenía confianza en no manchar aún. Pero él insistió. Casi le arranco el pelo tirando de su cabeza. Pero conseguí apartarlo. Le iba a dejar claro lo que quería.

Le quité los calzoncillos y directamente me monté sobre él para meterme su polla. Estaba bastante salida en realidad. Pero Luis no se sobresaltó por eso sino por la ausencia de condón. Lo tranquilicé recordándole que mientras se ovula no hay riesgo de embarazo. Por fin conseguí que su trozo de carne dura y caliente se abriera paso entre las paredes de mi vagina. Estaba muy sensible y notaba como el roce de nuestras pieles dentro de mi coño me dejaba sin aire hasta que mi peso cayó totalmente sobre él sintiendo como su polla me llenaba.

No era la primera vez que follaba a pelo, pero sí la primera vez con Luis. Sentía su falo más caliente, o quizá era que yo estaba más sensible o simplemente me moría de ganas por follármelo pero en cuento mis entrañas se acomodaron a su preciosa invasora dejé que todo mi deseo saliera libremente a través de mi boca.

No soy consciente de lo que digo en esos momentos pero sé que no me callo expresando mis sentimientos. Y es que no podía dejar de moverme sobre su cuerpo haciendo que su polla me taladrara. Reconozco que no era algo que me hubiera pasado sólo con Luis, pero con el Largo yo mantenía generalmente una actitud más pasiva, aparte que sentada sobre él su pollón había llegado a hacerme dato presionando demasiado el cuello de mi útero. ¡Si hasta el tamaño de la polla de Luis era perfecto!

En pocos minutos estallé en un orgasmo muy intenso, como casi todos con él. Y durante un momento perdí la noción del tiempo y del lugar. Sólo sé que Luis me manejó cambiándome de postura y estuvo penetrándome desde atrás multiplicándome el placer hasta que sorpresivamente se salió de mí. Se estaba corriendo en mi espalda. Quise cubrir su vacío acariciándome yo misma hasta que sentí como su dedo me penetraba hasta llevarme a mi segundo orgasmo que me dejó fuera de mí por un espacio de tiempo indeterminado en el que no dejé de recibir las caricias de Luis.
Muy excitante, gracias ☺️
 
Tú tampoco sabes controlarte. Por eso te liaste conmigo en junio y por eso estás ahora en mi casa y en mi cama.
Luis la cagó definitivamente con esta frase que le recuerda a Claudia su debilidad, y con sus acciones inmeditamente posteriores a la frase.
Efectivamente, ella no sabe controlarse y ese es precisamente su mayor temor y lo que hace imposible la relación con un chico que en lugar de ayudarla se aprovecha. Porque Luis, en lugar de demostrarle que no hay nada que temer, se aprovecha de eso pensando con su churra, como siempre, hasta ese momento.
Esa frase, meses después, no se la diría a su Alba, cuando esta mostraba sus temores y él la respetaba con paciencia, sin forzar nada ni aventurarse. Pero esa es una parte de la historia que a día de hoy ni el propio Luis sabe que sería capaz de conducir tan bien, y se lo debe a Claudia y su sacrificio. Si Luis se hubiera comportado con Alba, frente a sus inseguridades iniciales, igual que se ha comportado con Claudia, Luis tampoco estaría con Alba, ni sería el padre de sus hijos.
El chaval no supo quererla cuando pudo y ella no tuvo más remedio que poner punto final a todo contacto pese a amarlo. Una historia muy triste, sobre todo para ella.

Es evidente que si no supiésemos lo que sabemos los que seguimos La Residencia y toda la historia de Luis contada por él, el último pasaje de las Memorias de Claudia lo veríamos completamente distinto.
 
Última edición:
Entonces se separó de mí para encender la luz de la habitación.

-¿Por qué enciendes la luz?- pregunté.

-No quiero perder detalle de ti…

Iba a cambiar el guion previsto que había intentado preparar durante toda la semana. Quería evitar justamente lo que tenía en mente hacer en ese momento. Le había dicho todo lo que sentía y yo era consciente de que esta sí iba a ser nuestra despedida de verdad. Mi mente acababa de despedirse en el largo discurso que le había soltado sin derecho a réplica, pues su réplica iba a ser física. Ahora se iba a despedir mi cuerpo. Me levanté de la cama y con parsimonia me quité la camiseta que me había puesto para dormir y las bragas mientras Luis me observaba seguro de que tendríamos sexo. Aunque dudo de que sospechara que iba a ser nuestra despedida por como se quitó los calzoncillos. Ya tumbados frente a frente en la cama le dije con desdén:

-Siempre te sales con la tuya…

-Sabes que quiero algo más que esto.

No quise discutir de nuevo. Ya estaba todo dicho. Ahora tocaba dejarnos buen recuerdo. Fueron sus manos las que primero recorrieron mi cuerpo haciéndome estremecer mientras las mías intentaban quedarse con su esencia recorriendo sus hombros, su pecho, su espalda y sus nalgas durísimas.

No me conformaba con acariciarlo. Quería olerlo y saborearlo besando cada centímetro de su piel que quedaba al alcance de mis labios e incluso lamiendo sus pezones y su ombligo. Y por supuesto su polla. Pero no me dejó continuar pues parecía querer remedarme repitiendo un recorrido similar por mi cuerpo dándome la oportunidad de tocar su cabeza y disfrutar de sus labios en mi piel aferrándose un buen rato a mis pechos siempre tan sensibles y más con él.

Sin darme cuenta Luis se había encajado entre mis piernas y como si estuviese escrito mientras él se acomodaba yo dirigí su polla a mi raja clavándola en mis entrañas. Tan adentro como que presionaban mi corazón. A pesar del deseo la presión en mi pecho no cedía. Me faltaba algo. Me faltaban sus labios, su cara, su pecho…

-Fóllame, Luis…hazme sentirte como siempre…

Su respuesta fue acomodar las piernas para poder penetrarme con intensidad. Yo no podía soltar sus labios aunque me faltara el aire. Mi diafragma bloqueado agravaba mi sensación de angustia mientras mi mente repetía: “Fóllame, ámame, hazme tuya por última vez…”

A pesar de todo sentía que iba a alcanzar el cenit con el amor de mi vida cuando inesperadamente sacó su churra de mi coño haciéndome sentir ese doble vacío y se derramó en mi barriga regándome con su deseo mientras el ahogo de mi ansiedad se transformaba en los temblores propios de un orgasmo abandonando mi cuerpo a la vez que notaba que Luis abandonaba el mío.

Cuando tomé conciencia de nuevo Luis estaba adormilado a mi lado. Me limpié en el baño y regresé al dormitorio. Lo besé en la frente pero aprovechando que dormía quise estudiar mejor su dormitorio. Era el típico de un niño bien. Su armario empotrado, la cama ancha, una mesa de estudio amplia y bien iluminada frente a un ventanal, posters y la bufanda de su equipo, otros posters de Semana Santa y un corcho con fotografías.

Había fotos de niño, con sus padres, con amigos que yo no conocía, con alguna chica…y ninguna mía. Yo no existía en su casa. Y mi paso aquella noche iba a ser más efímero que nuestra relación que ya se había acabado aunque acabáramos de hacer el amor.

No lo sentí levantarse, pero de golpe me abrazó por detrás haciéndome estremecer. Dije lo que estaba pensando al ver sus fotografías:

-Tengo la sensación de que hay dos Luises distintos. Ese niño delgado e inseguro de las fotos y otro Luis que ha surgido después de dos años en la residencia.

-Yo seré el Luis que tú quieras.

-No. Tú serás el Luis que tú decidas ser. Hasta que tú no lo tengas claro los demás no podemos hacer nada.

-¿Me esperarás?

-No lo sé.

Parecía tomar conciencia de que lo que acabábamos de hacer era una despedida. Pero abrazado a mí sentí como de nuevo su polla se despertaba y con ironía le dije:

-En algo no has cambiado. Me acuerdo todavía de cuando te utilicé para estudiar anatomía y te sigues empalmando con la misma facilidad…

-¿Te molesta?-pregunté con cautela.

-Nunca me molestó eso de ti. Me encantaba verte nervioso cortado porque me diera cuenta de tu bulto evidente. Y yo haciéndote sufrir, jajaja. Si hubiese podido entonces te habría arrancado el calzoncillo. Pero entonces yo me controlaba.

-Y ahora no…

-Eres una droga, por eso te evito. Sé que contigo caería una y otra vez. ¿Para qué? ¿Para hacernos daño otra vez? ¿Perjudicarnos? Cuanta más distancia pongamos entre nosotros será mejor…

-Pero en realidad te has acercado a mí…

-No, Luis. Te lo he dicho esta tarde y no me has creído. No he venido a tu ciudad por ti, lo he hecho como siempre por el dinero. Si tuviera más me habría ido lo más lejos posible de ti. Te añoraría mucho pero podría estar centrada en mis estudios. Ahora tengo que evitarte.

-¿Cómo puedes decir eso mientras te abrazo?

-Precisamente por eso…

Otra vez la opresión en el estómago. De nuevo me atenazaba la angustia por la separación definitiva. Ahora sí. Esta vez sería la última. Con tristeza le dije:

-Luis entra en mí…

-¿Quieres hacerlo ahora?

-Por favor, quiero sentirte.

Lo ayudé a dirigir su polla a mi coño mientras le advertía:

-Despacio por favor.

Me hizo un poco de daño por falta de lubricación pero con su experiencia poco a poco fue penetrándome mientras la angustia pasaba de mi estómago a mis pulmones. Entonces cerré las piernas porque quería sentirlo.

Nos quedamos quietos allí de pie frente al corcho con sus fotos. No me follaba pero estaba dentro de mí. Me faltaba el aire. Intentaba no llorar pero al final me pudo más el pánico. Luis se sobresaltó:

-Claudia ¿estás bien?

Incapaz de responderle me besó la mejilla.

-¿Estás llorando princesa? ¿Qué te pasa?

-¿No te das cuenta de que es la última vez que te voy a sentir?

-No digas eso…

La angustia acumulada explotó en forma de llanto incontrolado ante el desconcierto de Luis. El desasosiego se había apoderado de mí. Luis se salió de mí y me llevó a la cama acogiéndome en su pecho. No podía dejar de llorar y no quería que me viera así pero él no entendía lo que estaba pasando.

-Estoy aquí contigo y vamos a poder vernos más que el año pasado…por Dios, no me llores princesa.

-Luis…se acabó, es la última vez.

-Pero si tú me has buscado.

-Por eso, ¿es que no lo entiendes?. Cada vez que estoy contigo después es peor. Tengo que dejar de verte.

-No lo hagas.

-No me queda otra opción…

Luis seguía sin comprender. Por eso se quedó en silencio. Mi llanto se fue serenando pero no así la presión en el pecho y en las entrañas. Sentí su respiración fuerte y su corazón relajarse. Se había dormido.

Ya amanecía. Aprovechando su sueño me levanté, me lavé la cara intentando disimular haber llorado tanto y me vestí en mi dormitorio. Aproveché allí para escribirle una nota de despedida que le dejé en su mesa y decía así:

“Mi muy amado Luis, Quedamos en vernos después de tus clases pero he pensado que mejor me voy directamente a mi ciudad. Sé que no entiendes mi decisión pero espero que la respetes. No quiero que me llames, ni que me mandes mensajes. Cada vez que estoy contigo después me cuesta mucho recuperarme. Y cada vez que te veo caigo en tus brazos. La única solución para nosotros, para dejar de hacernos daño es alejarnos el uno del otro. Cuando tú estés en las ciudad yo no lo estaré. Te pido que no me sigas. Quien sabe qué deparará el futuro. Pero el presente será cada uno por su camino. Te voy a echar de menos como decía Kiko Veneno lo mismo que antes te echaba de más. Pero el tiempo lo cura y lo corrige todo. Yo entiendo de eso y creo que tú en parte también aunque no lo admites. Te deseo lo mejor. Vales mucho y cuando te centres todo ese potencial que tienes saldrá adelante. Cuídate mucho. Te querré siempre,

Claudia”

No me atreví a besarlo por si se despertaba. Lo observé desde la puerta antes de irme pero temí despertarlo porque se me escapó un sollozo. Me fui ligera cambiando el orden inicialmente previsto, primero a la facultad y después a la residencia.

Allí la señora que me recibió en administración me preguntó si estaba bien. Mentí. Luego entendí su pregunta al verme demacrada en un espejo con los ojos hinchados por falta de sueño y de tanto llorar.

Llevaba el móvil apagado pero temía otra escena como la vivida en Granada a principio del verano, así que en vez de volverme en autobús ya con la plaza en la residencia de estudiantes asegurada regresé en tren a media mañana. No volví a casa sino que me fui con mi tía a la que le tocó de nuevo reconstruir la vida de su maltrecha sobrina. Siempre mi refugio y mi apoyo.

Cuando dos semanas después regresé a hacer los últimos papeles y a empezar las clases vivía nerviosa temiendo encontrármelo detrás de cada esquina, en la residencia o en la puerta de la facultad a pesar de saber que Luis ya debía estar en Granada. Tardé meses en relajarme.

Pero la herida de mi corazón tardó mucho más tiempo en curarse.
 
Pues si no hay más viajes en el tiempo, hasta aquí llegó la Historia con Luis.
Va a ser interesante saber si era Ella a la que vio tiempo después en Semana Santa a lo lejos, y, sobre todo, como le sentó a Claudia que se casará con la gran Alba.
 
Claudia es...

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