Capítulo 814
-Nada, te quería avisar del plan de esta tarde -me puso Sara en un mensaje en WhatsApp como respuesta al que le envié yo antes de salir de casa de Elena.
-¿Qué plan?
-¿No has leído el grupo estos días?
-La verdad es que no.
-Estás muy desaparecido... ¿Va todo bien?
-Si, sí. De hecho, es que estoy con mis amigos, los que había en mi fiesta de cumpleaños. ¿Recuerdas?
-Sí, claro.
-He hecho las paces con ellos y solemos quedar los fines de semana.
-Ah, qué bien. Me alegro mucho de que hayas arreglado las cosas con ellos.
-Gracias.
-Pues en el grupo lo hemos estado hablando. Nos vamos a juntar esta tarde para jugar, pero no todos los de la tienda. Solo los de nuestro grupillo, ya sabes.
-Ah, pues joder, es que no me he dado cuenta. No he leído esos mensajes.
-Nos queríamos juntar todos porque hoy es el cumpleaños de Amaya y... Queríamos hacerlo para recordarla y poder pasar un poco de tiempo todos juntos, que ya no solemos hacerlo tanto. Pero si no puedes, no pasa nada. Entiendo que estés ocupado y tuvieras otros planes.
-Joder, me sabe mal. Es que estoy en mi ciudad y todo...
-No te preocupes, de verdad. Para la próxima nos vemos, ¿vale? Pásatelo bien
No pude evitar poner gesto triste al acabar esa conversación, porque me parecía algo especial y me habría encantado ir y pasar un rato con ellos, porque hacía bastante que no los veía, además de por recordar a Amaya. Me pareció un gesto bastante bonito el que organizaron y me sentía muy mal por no poder formar parte de aquello, porque para hacerlo, dejaría tirados a mis amigos y también quería arreglar un poco la cosa con Elena.
Era imposible quedar bien para irme a otro plan por mucho que les dijera de qué trataba y lo especial que era. Y la cosa no estaba como para hacer feos, sobre todo con Elena. Me entristeció tanto no poder participar en aquello, que me metí en el grupo para leer esos mensajes de los que me habló Sara, en donde también encontré una foto en la que salíamos todos, incluida Amaya. Me quedé un rato mirando esa foto, haciendo zoom para verla sobre todo a ella, porque la echaba de menos.
Pero la solución a este problema vino rápida, porque no me percaté de que Elena estaba detrás de mí al estar tan sumido en mis pensamientos en lo que me había dicho Sara. Al parecer las chicas habían terminado de ver algo que Irene les quería enseñar y ella vio lo que estaba haciendo, que tampoco es que fuera nada del otro mundo, pero sí que fue suficiente como para que ella lanzara un suspiro, pasando a lamentarse, aunque sin decir nada.
Las chicas preguntaron qué ocurría para que se pusiera así, a lo que ella respondió que yo estaba más pendiente de mis amiguitas que de hacerle caso a ellos, primero con la del pelo rosa y ahora con esta, pasando a decir que si tan interesado estaba en otras personas, pues que me podía haber quedado en casa o salir con ellas en vez de con los amigos que habíamos quedado. No pasaron desapercibidas esas palabras para nadie por las caras que encontré en los demás mientras yo estaba como en shock por lo que me había dicho, aunque no me quedé callado, especialmente al ponerme ella cara de querer una respuesta.
-Elena, estás quedando como una gilipollas, porque estás viendo cosas donde no las hay, sobre todo, porque esta chica, mi amiga, está muerta. Llevas razón, debería haberme quedado en casa antes de venir y aguantar la cara de asco que tienes todo el tiempo, pero no pasa nada, ya me voy. Ahí te quedas con tus putos celos.
Me marché de allí muy enfadado con ella. Me molestó tanto lo que dijo como la forma en la que lo hizo. Y no poco precisamente, porque me fui de allí sin tener ella como volver a casa, aunque nuestros amigos podían llevarla, pero eso no me importaba nada en ese momento. Tan enfadado estaba que puse el móvil en silencio y bocabajo en el asiento del copiloto, donde ella se había sentado en la ida.
No tenía ganas de que me molestaran, porque sabía que me iban a estar llamando. Lo único que quería era largarme de allí para no decir una burrada más grande que la que dije. Desde luego me podría haber ahorrado el dinero que gasté en combustible para el coche, porque no hacía más que ir y venir y había casos, como este, que eran para nada, pues duraría en mi ciudad unos 30 minutos.
Pero con la tontería ya era la hora de comer y no me apetecía hacer nada, ni ir a ningún lugar en concreto, por eso acabé parando en un McDonald's que había en las afueras de la ciudad y que tenía de camino antes de que volviera a casa.
Allí estuve comiendo lo más tranquilamente que pude, porque estaba que soltaba chispas. Me senté en una mesa apartada, una que estaba en una esquina y allí comí, aunque me resultaba aburrido sin nada que hacer mientras tanto, porque no quería coger el móvil para no encontrarme mensajes que no quería leer en ese momento, como llamadas que no quería responder.
Pero al final lo acabé cogiendo, viendo que efectivamente, tenía unas cuantas llamadas perdidas, al igual que mensajes, pero pasé completamente de aquello para llamar a Sara y que me contara con un poco más de detalle de qué iba a tratar el plan del que me habló.
Era bastante sencillo en realidad, quedando en una casa para echar unas partidas, así de paso se veían todos, porque entre unas cosas y otras hacía bastante que no se juntaban todos al mismo tiempo. Tenían pensado echar la tarde jugando y luego cenar juntos, ya fuera allí mismo al pedir algo a domicilio, o al ir a un bar.
Parecía confusa con la llamada que le había hecho, no entendiendo por qué quería que me contara eso, pasando yo a decirle que había tenido lugar un cambio de planes y que al final iba a tener toda la tarde libre, por si había hueco para mí. Ella dijo que por supuesto que había hueco para mí, sobre todo porque la casa en la que iba a tener lugar aquello iba a ser en la suya, aunque comentó que tendríamos que dividirnos entre dos mesas, una que tenía en el salón y otra que había preparado para que pudiéramos jugar todos.
Estuve a nada de decirle que podíamos hacer aquello en mi casa, pero luego recordé que tal vez podrían ir a mi casa para buscarme y no me apetecía nada y también porque nos cortarían el rollo y no buscaba eso precisamente al ser una ocasión especial para recordar a una persona que ya no estaba entre nosotros. Así que me dijo hora y quedamos en que nos veríamos un rato después, terminando yo de comer para irme a casa y coger mis cosas para ir a la suya.
El problema es que una vez en casa me di cuenta de que lo que yo usaba para jugar estaba muy desactualizado, pero aun así me lo eché para jugar, aunque allí me podían prestar algo más actualizado. Pero era muy temprano aún y quería pasar el menor tiempo posible en casa para evitar visitas indeseadas, por lo que me acabé yendo a una cafetería que quedaba cerca de la casa de Sara, donde me entretuve como pude mientras llegaba la hora a la que se había quedado.
Se me hizo un poco largo, pero al final llegó el momento y fui a su casa, recibiéndome ella con un abrazo muy fuerte, haciéndome pasar y dándome cuenta de que era el primero, aunque los demás no tardaron en empezar a venir. Nos saludamos todos y nos pusimos a jugar mientas picábamos y bebíamos algo que había preparado Sara. Lo pasamos bastante bien, pudiendo yo jugar un poco de todo, recibiendo también ayuda para adaptar lo que yo usaba para jugar.
Pero también hubo momentos en los que no estuvimos tan alegres, porque al fin y al cabo, estábamos allí por nuestra amiga Amaya. Su pérdida aún pesaba bastante, en especial en dos personas, en Sara y en el chico que estaba enamorado de ella, pero por suerte no fue tan extenso ese momento, ni tan malo como yo imaginaba que podía ser.
Nos pusimos a contar anécdotas y momentos compartidos con ella mientras seguíamos jugando. A Sara se le pusieron los ojos vidriosos en algunas ocasiones, pero la cosa no fue a más. La verdad es que fue una tarde mucho más buena de lo que me esperaba. Me sentía bien con ellos y me ayudaron mucho a distraerme de la mierda que me había pasado por la mañana.
Durante la cena comentamos aspectos de las partidas que habíamos jugado por la tarde, pero yo estaba más pendiente de eso, de cómo de bien se había dado y lo que me había gustado asistir a ese plan en memoria de nuestra amiga.
Cenamos allí al final, en casa de Sara, ayudándole yo a recoger todo una vez se fueron los demás al tener plan para la noche. Yo le ayudé a limpiar un poco lo que habíamos ensuciado y a mover la mesa adicional que habíamos usado hasta la habitación en la que se encontraba originalmente.
Me dio mucho las gracias, en especial por eso último, porque le había costado bastante moverla ella sola cuando lo preparó antes de que fuéramos, pero entre los dos había sido muy fácil y muy rápido. También me preguntó si me pasaba algo, porque me notaba un poco callado, aunque supuso que era por el tema de Amaya, y sí que era así, pero también le conté que era por otra cosa, narrándole lo que había pasado.
Sara se lamentó por aquello y dijo que tal vez habría estado bien afrontarlo de otra manera para no llegar a enfadarse así, pero le dije que no me arrepentía de haberme ido de allí, porque entonces no habría podido disfrutar de la tarde tan buena que habíamos pasado todos juntos. Ese comentario le gustó mucho, como demostraba la sonrisa tan bonita que puso en su cara.
Tras recogerlo todo me preguntó si tenía plan para la noche, no teniendo yo ninguno, así que sugirió salir a tomar algo, pero de manera tranquila, así que se cambió y volvió al salón con una ropa más de salir. Me dijo que yo había ido muy guapo y que no teníamos que pasar por mi casa para cambiarme, así que nos fuimos, dando un pequeño paseo, pero yendo a un pub no muy lejano, porque hacía bastante frío.
Nos tomamos un par de copas y bailamos un poco, aunque yo no es que tuviera muchas ganas. Pero ella se esforzaba en animarme al ver cómo estaba por lo que le había contado antes de salir de su casa. No fue un rato muy largo en realidad, aunque estuvo bien, pero nos acabamos yendo, acompañándola yo a casa siendo cerca de las 2 de la madrugada.
Cuando llegamos, recogí lo que había llevado para jugar y me despedí de ella con un abrazo, como el que nos dimos cuando nos vimos, dándome ella un beso en la mejilla y diciéndome que le había encantado que hubiera ido a jugar con ella y los demás, esperando también que se me pasara pronto en enfado que tenía encima por lo que había pasado antes de que volviera.
Pude haberme quedado con ella y seguramente pasar la noche juntos, con lo que ello conlleva. Me dijo que me podía quedar un rato y notaba disponibilidad en ella en ese aspecto, aunque no se lanzó ni se insinuó, supongo que por respeto a estar yo pensando en una persona, como le mencioné.
Podría haberme acostado con ella, pero no lo hice. Y no eran por falta de ganas, tanto por echar un polvo, como por venganza por así decirlo, porque en algunos momentos en los que pensaba en caliente, creía que Elena se merecía que me acostara con otra para darle una lección y que pudiera decir todas esas tonterías con razón, pero no lo acabé haciendo, porque en realidad seguía con ganas de que todo entre nosotros se arreglara y pudiéramos estar tan bien como estuvimos en su día.
Yo solo quería estar junto a ella, como una pareja, como lo que fuimos en su día, sobre todo ahora, que no teníamos prácticamente nada interponiéndose entre nosotros, pero sus gestos, su comportamiento por momentos, sus puyas y sobre todo, sus celos y desconfianza no ponían aquello nada fácil.
Al día siguiente me levanté con el ánimo bastante bajo y sin ganas de hacer nada pese a no haber sido mala la tarde del día anterior al pasarla con mis otros amigos, en donde me pude distraer bastante dentro de lo que había. Me dediqué a recoger un poco la casa y luego a darme una ducha, desayunando algo además.
Seguía sin mirar el móvil para nada, porque no me apetecía en absoluto ver las llamadas ni los mensajes que pudiera tener, dejándolo en silencio y poniéndome a jugar un poco con la consola, aunque no duré mucho, porque ni ganas de eso tenía. Y aquello era un problema, porque al no tener ganas de nada, no hacía otra cosa que quedarme en el sofá tumbado y solo me daba por pensar en lo ocurrido, enfadándome bastante por lo mismo.
Aunque llamaron a la puerta a media mañana. No quería ir a abrir, pero la voz que escuchaba llamándome la reconocía y la verdad es que me venía muy bien que esta persona estuviera por casa en ese momento.