Capítulo 832
No tardé mucho en darle paso a ella, aunque sí que me tenía que esmerar con la barba, cosa que hice en el espejo que había en la habitación. Elena también estuvo entretenida, entrándose al baño con su maleta. Tuve tiempo más que de sobra para arreglarme sin prisa alguna, acabando de hacerlo en el resto de la habitación.
Luego me senté en uno de los sillones que había allí, aunque también estuve mirando por la ventana. Por fin salió Elena del baño, yendo increíblemente guapa. Llevaba un vestido negro que me resultaba muy parecido a aquel que usó en su graduación de la universidad, aunque aquel era rojo, pero le quedaba muy bien igualmente, con unas sandalias con bastante tacón y algo de plataforma que iban a juego con él.
Iba también con un maquillaje más marcado que de costumbre en ella, como también cambió un poco su peinado, ya que, en lugar de ir con su típico alisado para las salidas, en esta ocasión se había hecho unas ondas.
Le dije que estaba guapísima, sonriendo ella un poco, diciéndome a mí que también lo estaba, llevando yo ropa que ella ya me había visto, pero que varias personas me decían que me quedaba bien, gracias al consejo de Ángela al tener tan buen gusto para eso.
De golpe me llegó de nuevo su perfume, diciéndole que me encantaba cómo olía, volviendo ella a sonreír después de levantar su cabeza, ya que estaba metiendo su móvil en el bolso que iba a llevar. Miramos la hora e íbamos bastante bien, por lo que le sugerí dar un paseo, pero en coche, porque hacía mucho frío aún.
Así que nos pusimos los abrigos y bajamos para montarnos en el coche y dar un paseo por la ciudad, siendo agradable al estar abrigados y con la calefacción puesta, aunque no tardamos en ir al restaurante en el que quedamos para cenar con los demás. En lo que aparcaba, Elena me preguntó por el reloj que llevaba puesto, contándole yo que había sido un regalo de Irene y Mario, gustándole a ella.
Sofía y Hugo ya estaban allí cuando entramos, sentándonos con ellos después de saludarnos. Ambos también iban muy arreglados, como también lo iban Irene y Mario, quienes llegaron a los pocos minutos. Los saludamos también y nos sentamos para cenar, tomándonoslo con calma, porque la quedada con el resto en el local alquilado iba a ser más tarde.
El momento de la cena fue sensacional. Tenía unos sentimientos que hacía mucho que no salían, porque vernos a todos así, juntos y con ese buen rollo que había, era genial. Me recordó mucho a una situación en la que llevábamos poco quedando con Irene y Mario de manera más cercana. Se me vino a la cabeza ese momento en el que una mujer que teníamos sentada junto a su pareja en la mesa de al lado, puso el oído mientras Irene hablaba de temas íntimos, haciéndole un comentario a la señora para ver si quería que le hiciéramos sitio en la mesa.
Ni siquiera estaba Sofía en ese momento, pero ese recuerdo cruzó mi mente, haciendo que sintiera alegría mientras estaba en mi mundo, aunque encontré a Irene mirándome con una sonrisa, como si hubiéramos conectado mentalmente.
Se me pasó volando ese momento en el que estuvimos los seis y en el que hablamos de varias cosas, aunque en lo que más nos centramos fue en recordar momentos compartidos con anterioridad. Acabamos muy satisfechos con la comida que nos sirvieron, pero pensamos ponernos en camino hacia el local para ir abriéndolo y también para preparar algunas cosas, como la música, las luces y también ir poniendo en funcionamiento las bebidas.
Cada uno fuimos en nuestros coches, aparcando cerca del local para bajarnos e ir hacia él. No estaba tan mal como yo pensaba, pues creía que había que poner varias cosas en orden, pero nada más lejos. Estaba todo bien organizado, tan solo teníamos que ir abriendo las bebidas y poco más.
Así que nos pusimos a ello, no tardando en llegar más gente de la que había invitada. Al final sí que vinieron más de los que teníamos en mente, porque algunos de los demás trajo a su pareja, pero en realidad era algo que no restaba, pues estábamos igual de a gusto.
Estaba tan distraído hablando con gente que hacía tiempo que no veía y pendiente de ayudar en lo que hiciera falta, que no me percaté de la falta de Ángela hasta que la vi entrar en el local, localizándome ella de inmediato, dedicándome una preciosa sonrisa. Me acerqué a saludarla, dándole dos besos, aunque no es que habláramos mucho, pues se fue a donde estaba Sofía para hablar con ella y para felicitarla en persona según imaginaba yo.
Elena no puso buena cara cuando la vio, pero no era tan mala como cabría esperar con la tirria que le tenía. Estuve mayormente a su lado todo el tiempo, aunque viendo que los amigos que teníamos en común que llevaban tanto sin verla tenían tanto interés en ella, preguntándole muchas cosas y demás, pues me apeteció acercarme a Ángela para hablar yo también un poco con ella. Así que me ausenté unos momentos y fui hacia ella, quien estaba casi en la otra punta del local, charlando con Hugo.
Le pregunté qué hacía ahí tan alejada, aunque ella dijo que estaba cogiendo un refresco para beber mientras charlaba con Hugo, quien estaba muy bien también pese al ambiente de fiesta que había, aunque no estaba probando el alcohol, como tampoco lo iba a hacer Ángela, ni Elena tampoco.
Yo sí que me eché un par de copas mientras charlábamos o mientras veíamos a algunos bailar cuando sonaba una canción de moda, subiendo el volumen para animar la cosa más aún. Con Ángela hablé lo de siempre, aunque no me resultaba monótono ni pesado. Nada más lejos, porque siempre me interesaba todo lo que me tuviera que contar.
Me narraba cómo le iba en el trabajo, lo cómoda que estaba haciéndolo desde casa, teniendo mucho tiempo también para entrar y salir y poder verse con sus amistades. Aunque de repente quitaron la música, saliendo Irene con una tarta bastante grande, la cual tenía unas velas encendidas.
Le cantamos el cumpleaños feliz a Sofía, quien tenía una cara de niña pequeña, estando muy contenta, con una sonrisa radiante. Cuando pidió su deseo y sopló las velas, partimos la tarta para poder comernos cada uno un trozo, habiendo platos y cubiertos de plástico para la ocasión.
Tras comernos la tarta, sacamos los regalos que trajimos, los cuales dejamos en una pequeña habitación que había allí. Sofía se sentó en un sofá, mientras que los demás nos colocamos repartidos a su alrededor, empezando ella a abrirlos. Volví a poner la música, aunque bajita, para que pudiéramos todos escuchar bien lo que se decía.
Le encantó todos los regalos que le dieron, agradeciendo uno por uno cada vez que abría el regalo que le iban entregando. A Elena y a mí nos dio un abrazo tremendo, dándonos muchas veces las gracias por lo que le habíamos regalado, diciendo a cada momento que le encantaba. Me gustaba mucho ver a mi amiga así de feliz.
Ángela se acercó un poco, saludando a Elena, quien le devolvió el saludo de forma muy escueta. Ángela intentó acercarse a ella para darle dos besos, pero Elena se apartó, quedando una situación bastante incómoda y que no me sentó nada bien a mí. Ángela rio un poco nerviosa y se apartó para ir a hablar con otras personas, mientras que Elena se quedaba mirando el vaso con refresco que tenía en sus manos.
Yo me quedé mirándola a ella con ganas de echarle la reprimenda, pero no quería que volviera el mal rollo, así que me callé. Sin embargo, sí que me acerqué a Ángela para pedirle perdón por lo que Elena acababa de hacer, aunque ella me dijo que no tenía importancia, discrepando yo bastante.
De hecho, le dije que tendría que hablar con ella acerca de lo que acababa de pasar, pero Ángela me pidió que no lo hiciera. No entendía por qué le daba tan igual ese gesto de desprecio que Elena acababa de tener con ella, porque además de apartarse de ella, puso una cara que no me gustó nada, como de asco.
Ángela me dijo que no merecía la pena que tuviéramos malos rollos por ella y por una tontería como esa, aunque yo no pensaba que lo fuera. También me dijo que recordara lo que ocurrió cuando Elena llevó a su amiga Yolanda a mi casa, explicándome ella que esta situación era muy parecida y que podrían venir reproches si le decía a Elena que lo que había hecho había estado mal.
Por ahí sí que me convenció, porque en su día yo me comporté como ella lo acababa de hacer, así que ahí quedó ese tema. Aunque durante el resto de la fiesta me mezclé con todos, sí es verdad que me acercaba más a Ángela, porque me sentía mal por ella por lo que Elena le había hecho, aunque mi amiga estaba como si tal cosa.
Me daba mucha pena que se hubiera llevado ese desplante con lo buena que era y con lo amable que estaba tratando de ser, porque solamente era un saludo. No pensaba que Ángela fuera a establecer mucha más conversación con Elena.
En una de estas que estaba hablando con Ángela, Elena me agarró de la muñeca para zarandearme un poco y llamar así mi atención. Al ver lo que hacía le pregunté qué ocurría, preguntándome ella si nos podíamos ir, porque se encontraba bastante cansada. Sofía y Hugo hacía ya un rato que se habían ido, pues tenían que madrugar bastante al día siguiente, pero es que no era tan tarde como para que nosotros también nos encerráramos.
Bueno, quizá sí que lo era viéndolo desde su perspectiva al decirme que llevaba mucho sin salir de fiesta. No llegaban a ser las 4 de la mañana, pero para ella era más que suficiente, por lo que le dije que estaba bien, que nos íbamos si quería. Así que nos fuimos despidiendo de todos los que había, que eran todos menos los anfitriones.
Irene preguntó si pasaba algo, porque pensaba que íbamos a estar hasta bastante más tarde, pero Elena le comentó que estaba bastante cansada. Con Ángela también tuve unas palabras, diciéndome ella que también se iba a marchar ya, que se iba a juntar con un par de amigas que andaban de fiesta no muy lejos de ahí y que ya se iría a casa una vez las dejara en su casa a cada una.
Así que nos dimos un abrazo y nos fuimos de allí para volver al hotel, diciéndome Elena que podía conducir ella al haber tomado yo algo de alcohol, pareciéndome a mí bien, aunque hicimos todo el recorrido en silencio.
Subimos de la misma manera a la habitación, entrando ella al baño después de volver a meter su maleta mientras que yo me quité la ropa para quedarme en boxers y meterme en la cama, dándole alguna vuelta a lo que había pasado. Seguía pensando lo mismo que le había contado a Ángela al respecto de la situación, pero sus palabras me retenían mucho.
El hecho de que Elena me reprochara lo más mínimo que le dijera equiparando lo ocurrido a lo que tuvo lugar con su amiga Yolanda era muy probable. Por eso no quería decirle nada, pero ganas no me faltaban.
Del mismo modo que regresamos y subimos, Elena salió del baño y se metió en la cama ya vistiendo su pijama, dándome las buenas noches para acostarse de lado, dándome la espalda y apagando la luz. Antes de la fiesta de cumpleaños tenía en mente acabar de manera bastante distinta la noche, pero así estábamos.
Además de tener esa molestia con ella por lo ocurrido, estaba molesto también por más cosas, porque a mí me apetecía quedarme más en la fiesta, porque lo estábamos pasando muy bien. También pensaba que sería una noche un tanto especial.
Todo apuntaba a ello estando en un sitio un tanto especial para nosotros, habiéndonos puesto tan guapos y habiendo pasado una muy buena tarde en general, aunque también era cierto que por la mañana hubo un momento que no fue tan agradable. Estaba en la cama, sin poder dormir y molesto.
Al parecer tendría que conformarme con lo que yo pensaba que era un aperitivo para abrir boca, aunque es verdad que lo pasé bien pese a la brevedad del momento que compartimos en esa cama hacía unas horas. Tampoco tenía ni idea de cuál era el plan para el día siguiente, pues no comentó nada, ni se habló de aquello durante la cena que tuvimos, porque Sofía y Hugo se tendrían que ir al día siguiente.