Capítulo 571
Cuando me volví a sentar en el sofá, no pude evitar empezar a sobarme por encima de la ropa por lo ocurrido hacía nada. Y también por debajo, empezando a masturbarme pensando en ella, porque venía muy atractiva con la ropa que traía, el maquillaje, su pelo bien peinado e incluso su olor tan agradable. Recordar ver su tanga unos segundos también ayudaba a que la excitación fuera a más, además del baile de sus tetas y sus pezones marcándose bastante bajo la tela. Al final me acabé masturbando, siendo algo rápido al terminar en pocos minutos en los que se me venían mucho a la cabeza esos escasos minutos que estuve en su casa y en el que algo hicimos. Se me quedó grabada la imagen de sus pechos desnudos, de la misma manera que su coño con esos labios gruesos y ese vello claro por su zona púbica. Fue un buen orgasmo que me dejó sobre el sofá recuperándome después de retorcerme un poco.
Pero bueno, había conseguido sortear ese momento peliagudo en el que vi muy difícil mantener mi palabra. Por suerte, ella me ayudó a que no pasáramos a más al levantarse para irse. No sé si habría logrado mantenerme en mis trece si ella hubiera insistido más y si se hubiera insinuado más, porque me entraron unas ganas tremendas de echar un polvo y más fácil no lo podía tener. La verdad es que me llegaba a asustar un poco ver lo difícil que se me había puesto pese a no ser tampoco nada del otro mundo en comparación con la situación que tuve con Bea un año atrás. Si me llega a pasar eso en vez de ese momento con Sara, veo imposible poder haber aguantado. Solo esperaba que no se me cruzaran muchas chicas en mi camino, al menos no de la manera en la que Sara se puso. Me podía frenar a mí mismo, pero si una chica se acercaba a mí con ganas, veía que me iba a costar demasiado, especialmente si sabía jugar sus cartas.
Tras limpiarme y echarme en el sofá de nuevo, revisé el móvil, encontrando mensajes de Valentina, dándome las gracias de nuevo por haberla invitado a pasar unos días en la playa y por los buenos momentos que le había dado allí. Me gustó mucho todo eso que me dijo y también vi que me preguntaba cómo me había ido el día, por lo que le expliqué como fue, empezando al decir que había sido un día largo después de decirle que a mí también me había gustado haberla tenido allí. Y de paso le pregunté cómo le había ido el suyo. Así, empezamos a hablar un poco para contarnos más o menos con detalle el día, con ella diciendo que alguna había liado en la oficina en su ausencia, pero que con las instrucciones que había dejado, no había sido para tanto y ya estaba todo arreglado, de la misma manera que se interesó por si había tenido alguna parecida yo el primer día de vuelta. Pero no esperaba que me saltara así después:
-Javi, ¿mañana estarás muy ocupado?
-¿Al trabajo te refieres? Ya sabes que tengo mi horario. Salgo a la 1 y entro a las 5 para echar la tarde.
-Mmm, me viene bien.
-¿Para?
-Para que vengas a mi casa cuando salgas.
-Ah, ¿y eso? -escribí sorprendido.
-Te dije que te quería invitar a mi casa. ¿Ya se te ha olvidado?
-No. Me acuerdo, pero no sé. Lo que tú veas.
-¿No te apetece?
-Claro. Mucho.
-Pues mañana te invito a comer aquí. Y luego, pues lo que surja.
-Uff... Qué bien suena eso.
-¿A que sí? Jejejeje.
-Joder, es que hemos pasado casi toda la semana pasada juntos y me apetece verte.
-No eres el único.
-Ya he comprado tus regalos.
-¿Ya? ¿Tan rápido?
-No quería dejarlo para más tarde, porque no sabía cuándo nos veríamos la siguiente vez. He hecho bien en comprarlos hoy.
-No. No me los traigas mañana.
-¿Por?
-Porque eso es especial y quiero que sea en una ocasión especial.
-¿Entonces?
-Mmm, mira, vamos a hacer una cosa. Este fin de semana te invito a cenar el sábado. Te prepararé uno de mis mejores platos y quiero que nos pongamos guapos. Quiero que vayamos vestidos como el día que fui a la boda. Estabas guapísimo.
-Tú también.
-Pues por eso. Vamos a estar los dos muy guapos y va a ser especial. Quiero que pasemos la noche juntos y bueno... Pues divertirnos, ¿no?
-Estoy deseándolo.
-Jejejeje. Bueno, te tengo que dejar, que es tarde y mañana madrugamos, sobre todo tú, que duermes menos.
-Ya.
-Mañana te pasas por casa y comemos juntos, ¿vale?
-Claro. Pero si ves que puede ser un problema...
-No te preocupes. Mi edificio está bastante vacío en estas fechas del año. Están casi todos de vacaciones.
-¿Te podré hacer gritar entonces?
-Bueno, no te emociones tampoco, jejeje.
Ese día me fui a la cama bastante contento por cómo había ido todo. En el trabajo bastante bien, pudiendo también esquivar ese momento delicado con Sara y luego por la conversación con Valentina, con quien cada vez me veía más cómodo, además de haber hecho planes, para el siguiente día sin ir más lejos en una comida juntos y luego algo más. Y en su casa. No podía creer que me hubiera invitado a su casa después de la que se montó cuando fui a darle esa sorpresa que debería haberme ahorrado por cómo se puso. Pero ahora era ella la interesada en que fuera hasta allí. Y también me tenía con ganas el plan del sábado. Ese sí que tenía buena pinta de verdad por aquello de ponernos los dos guapos y poder pasar allí la noche, pues en la quedada del día siguiente, ambos trabajábamos por la tarde y no nos podíamos entretener, pero el sábado podíamos estar más tranquilamente y sin prisas.
El día siguiente me organicé de la misma manera que el anterior, con la rutina de duro entrenamiento en el gimnasio para seguir recuperando el tiempo perdido la semana anterior, yendo luego a casa a darme una ducha para estar presentable para las clases y también para desayunar. En la academia fue todo bastante igual que el día anterior. Eso sí, el tiempo se me pasaba lentísimo y no podía dejar de verme con Valentina. Estaba bastante nervioso por eso de ir a su casa por primera vez y me quedaba varias veces pensativo en cómo sería y qué pasaría una vez estuviera allí. Me moría de ganas por ir cuanto antes, pero tenía por delante una larga mañana que parecía no avanzar. También pensaba en volver a casa aprovechando que la tenía muy cerca para cambiarme de ropa e ir más presentable, pues lo consideraba algo especial al ser consciente del paso que estaba dando Valentina al invitarme a su hogar.
Pero no fue algo que terminara de hacer, porque luego tenía que volver a la academia y tampoco quería ir en camisa, pues nunca había ido así y prefería evitar preguntas del palo. Así que cuando salí, fui hasta su casa andando, algo que quizá fue valiente por mi parte por el calor que hacía, pero procuré ir tranquilamente paseando y por la sombra, para no llegar sudado. Conforme me iba acercando, le envié un mensaje para ver cómo quería que lo hiciéramos para cuando llegara y subiera a su casa. Prefería preguntar que hacer cualquier movimiento en falso viendo lo que ocurrió el día que se iba de boda. Por suerte, lo vio y me dijo que la avisara cuando llegara, así me abriría sin necesidad de tener que llamar en el portero de la puerta. Y así lo hice una vez llegué a su bloque, esperando en la puerta después de mandarle el mensaje, respondiéndome ella qué piso era y abriéndome.
No esperaba que fuera un piso tan alto, siendo de los últimos, por lo que me monté en el ascensor. Me recordó mucho al edificio en el que vivía Cintia. Muy señorial, con una buena decoración, con montones de buzones y un ascensor amplio con un gran espejo. Sin lugar a dudas, era un sitio de dinero. Cuando llegué a su puerta, di un par de golpes con los nudillos en ese portón de madera de roble, siendo abierta rápidamente con una Valentina muy sonriente, que me hizo un gesto para que pasara. Ni siquiera me fijé en nada más que no fuera ella, porque estaba muy guapa y quería darle un beso, cosa que hice en cuanto pasé y ella cerró la puerta. Valentina me recibió poniendo las manos en los laterales de mi cuello, de manera suave para recibir y participar en ese beso. Mis manos se pusieron en su cadera, aunque rápidamente bajaron hasta su culo, agarrándolo con fuerza ante su risa, aunque se apartó de mí, diciendo que ya tendríamos tiempo más tarde.
Tras decirme eso, me cogió de la mano, andando un par de metros hasta la cocina, que se encontraba a mano izquierda, aunque el pasillo seguía unos metros más, pero de momento paramos ahí. Era una cocina espaciosa y muy iluminada. Bastante bonita, la verdad, con una mesa grande y unas sillas para poder comer ahí, aunque estaba vacía, solo con un frutero con varias frutas en él. También pude ver cómo tenía una encimera enorme con una vitrocerámica bastante grande también. Ya esperaba que fuera una casa de alto standing y cumplía lo que me había imaginado, pues también tenía una de esas enormes neveras americanas de dos puertas con dispensador de agua y hielo. Me gustó mucho lo que vi por el momento y ella se puso a contarme lo que estaba haciendo de comer, siendo algo que ya había hecho en mi casa y que me gustó mucho una vez lo probé.
Cuando me explicó lo que estaba haciendo de comer, bajó la intensidad de la vitrocerámica para que se terminara de hacer sin que se llegara a quemar, volviendo a agarrar mi mano para llevarme por toda la casa y enseñármela. Al salir de la cocina, seguimos por ese pasillo unos metros más hasta que llegamos a su final, aunque se bifurcaba a izquierda y derecha. A la derecha se encontraba el salón. Era enorme, con mucha luz también en donde predominaba una decoración basada en tonos blancos y de color crema, como en el resto de la casa como ya vería después. En él tenía dos mesas. Una rectangular de café situada entre una enorme televisión y un gran sofá muy parecido al que tenía yo en casa. La otra mesa era redonda y grande, con varias sillas, aunque estaban apartadas. Sobre ella estaba todo listo para que nos sentáramos a comer, con su mantel, servilletas de tela, cubiertos, algo para picar e incluso un jarrón con flores como centro. También me percaté de que había un piano, cosa que ya sabía por detalles que Valentina me había contado en las tantas veces que habíamos hablado ya.
Seguimos por el otro camino y nos encontramos la primera habitación, siendo la de invitados, bastante amplia y con mucha luz, como el resto de habitaciones. Me explicó que la tenía lista por si tenía alguna visita o por si había alguna emergencia, pero según me contaba, eso no tenía lugar nunca. Lo siguiente que me encontré al seguir por ese segundo pasillo fue un pequeño baño, aunque tenía ducha y demás, pero lo encontraba pequeño en comparación al grande de mi casa. Luego nos topamos con una sala de estar. No tan grande como el salón, pero bastante apañada, con un sofá similar al del salón y otra televisión grande en ella, con una mesa rectangular grande y algunas sillas alrededor de ella. Hasta nos asomamos un poco a las ventanas que tenía, dándome un poco de vértigo por la altura tan grande a la que estábamos. Desde ahí se veía la piscina comunitaria que tenían, siendo bastante grande y con alguien por ahí, aunque no había mucha gente como quizá debería.
La siguiente habitación fue otra que era de dimensiones similares a la que acabábamos de visitar. Se trataba de una especie de despacho en el que Valentina hacia sus cosas del trabajo según me contaba. Era muy bonito y todo estaba perfectamente ordenado. Me decía que ahí había pasado noches en vela alguna vez que otra por algún contratiempo que había surgido en su trabajo o cuando tenían un proyecto muy importante entre manos. Siguiendo, nos topamos con el otro baño, siendo este mucho más grande que el anterior, dejándome bastante impresionado. Era más grande que el de mi casa y lo más reseñable era que había una bañera de hidromasaje, de esas que tienen chorros y que es todo de pizarra. Muy bonita, aunque no era lo único, pues al lado había una bañera que parecía un jacuzzi, aunque no se veían los agujeros de los chorros. Parecía que simplemente era para darse un baño en ella y la verdad es que no era tan alto como uno para llenarla tanto.
Siguiendo, había otra habitación, ésta cerrada y con llave, explicándome ella que se trataba de una habitación que usaba como trastero y que la tenía cerrada así para que nadie entrara, porque a ella se le hacía muy feo cómo lucía pese a estar todo bien ordenado. Así que pasamos a la siguiente habitación, la cual era la última, tratándose de su dormitorio. Éste era amplio, con una cama enorme que estaba deseando probar con ella. Todo muy blanco y muy iluminado al tener las persianas subidas, aunque no entraba el sol directamente, cosa que se notaba al no hacer tanto calor en la casa. Volvimos a la cocina una vez terminamos y preparamos los platos para llevarlos al salón y comer allí. Una vez nos sentamos, empezamos a comer, estando lo que preparó delicioso, como yo ya sabía, pero esta vez más aún. Estuvimos muy bien almorzando tranquilamente mientras nos contamos nuestra mañana, recogiendo todo una vez acabamos y llevándolo a la cocina, ayudándola yo a lavar los platos y demás pese a que ella me decía que no hacía falta.
Cuando acabé y ella estaba terminado de limpiar la vitrocerámica al pasar una bayeta me puse detrás de su espalda, con ella riendo bajo y de manera socarrona, aunque dio un respingo cuando notó cómo empecé a bajar por su cuerpo. Me puse de rodillas a la altura de su culo para darle algún mordisco por encima de los vaqueros que llevaba puestos. Unos vaqueros ajustados que le hacía un culo impresionante. Valentina seguía con la risa previa a llegar yo a esa parte de su cuerpo, pero yo quería más, por eso eché mano a la parte delantera de su prenda, desabrochando el botón y bajando la cremallera. Valentina se resistía un poco, diciéndome de ir a la habitación, pero yo siseé para que me dejara hacer. Me apetecía mucho hacer una guarrería con ella allí mismo y me dispuse a ello al tirar de sus pantalones para bajárselos, cosa que me costó por los ajustados que eran, teniendo algún problema para pasar de su culo.
Entre risas nerviosas le pregunté cómo hacía ella para ponerse y quitarse unos pantalones así con lo que me estaba costando a mí, ganándome una risa agradable por su parte. Al final logré hacerlo, pasando a toparme con uno de sus típicos culottes, de esos que transparentaban un poco, siendo en esta ocasión de color azul claro. Antes de bajárselo también le di un par de mordiscos por su culo, esta vez sobre su piel directamente, aunque también le di algún que otro beso en esas nalgas, murmurando ella con tono de agrado. Pero luego se lo bajé y le abrí las nalgas para ver su sexo expuesto ante mí. Se me llegó a erizar la piel al verlo así todo tan abierto y no pude evitar lanzarme a comérselo todo. Ella pegó esta vez un respingo más grande, pero yo la mantuve bien sujeta para comerle el coño en esa postura, con ella empezando a gemir, aunque muy bajito.
Fueron unos pocos minutos en los que ella ponía su culo en pompa para ponérmelo más fácil, dejándose hacer con gusto mientras se agarraba al filo de la encimera. La cosa es que yo estaba tan encendido que subí una marcha más, llegando chuparle el culo. Esta vez no pegó un respingo, sino que dio un bote bastante alto, lanzando también un gritito muy mono y agudo que me gustó y me encendió aún más. Ella me decía que no le hiciera eso, pero yo lancé un sonido mientras continuaba estimulando esa parte de su cuerpo para decirle que me dejara hacer, aunque no sabía si me entendería, pero al ver que me dejó, pues supongo que lo hizo. Estaba cachondísimo comiéndole el culo mientras le abría bien las nalgas con firmeza, aunque también pasaba mi lengua por su coño para estimularla todo lo que pudiera. Valentina seguía con esos gemidos tímidos, y con sus piernas temblando ligeramente por momentos.
Ya no podía más y me puse de pie para darle la vuelta y mirarla fijamente, teniendo unas ganas locas de besarla, aunque se me venían imágenes de haberlo intentado después de simplemente comerle el coño y llevarme alguna cobra. Pero eso ya estaba superado por su parte para mi sorpresa como comprobé la semana anterior en el apartamento con ese cambio de marcha que hizo conmigo a lo que al sexo se refiere. No solo permitía eso, sino que también me la había empezado a comer sin condón, cosa que veía bastante lejana por otra de las situaciones peliagudas que habíamos tenido. Me dio por pensar que seguiríamos avanzando en el tema en ese aspecto para poder permitirme besarla en ese momento, porque, además, su culo estaba perfecto, por lo que me lancé a darle uno, pero ella se retiró como yo esperaba de primeras. E intenté darle otro, pero obtuve el mismo resultado.