Keranos
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Capítulo 633
Al poco de sentarnos me llamó Daniela, llegando a preocuparme un poco por pensar que había pasado algo con Valentina, por lo que me levanté y me aparté un poco para cogerle la llamada y hablar con ella. Solo me dijo que había pasado el día anterior por casa y que lo acababa de hacer con la idea de poder hablar acerca de lo que dijo Valentina de que no me acercara a ella, porque pensaba que era una muy mala influencia para ella. Tuve que contarle que me había ido a pasar el fin de semana a la playa con la intención de desconectar, entendiéndolo ella y dejando esa conversación por lo tanto para otra ocasión. Le dije que ya nos pondríamos de acuerdo para quedar y poder hacerlo tranquilamente. También le pregunté cómo estaba mi ex, ya que seguía estando muy encima de ella y me contó que seguía igual, aunque ya no la veía tan enfadada, pero sí que se mantenía muy callada sin embargo. Le volví a recordar que no era mi intención hacerle eso y que nadie más que yo tenía la culpa de lo que había pasado, pero que fue algo que no pude evitar.
Dejamos ahí la conversación y volví con Ángela, quien me preguntó si pasa algo. Como no fue nada del otro mundo, le conté de qué había ido la conversación y con quién la había tenido. Ella parecía entender la postura de Valentina, aunque no estaba para nada de acuerdo con ella, pero se ponía en su lugar y pues veía normal que estuviera tan enfadada como para decir eso. Aunque rápidamente cambió de tema para no seguir por ahí, porque la idea de que hubiera ido hasta allí era para no estar pensando en eso y poder descansar la mente. Sacó el tema del sexo por otro lado, estando bastante sorprendida por el cambio que había dado yo en ese aspecto. Mencionó que físicamente tenía el cuerpo más bonito por mucho que ya le gustara cuando nos conocimos y demás, pero lo que más le llamaba la atención era en lo curioso que me había vuelto según sus palabras. Después me dijo que era un poco guarro por cómo lo habíamos hecho últimamente, todo ello entre risas.
No era nada nuevo que quisieran jugar con su culo, porque según me contaba, era la parte de su cuerpo que más les gustaba a sus parejas sexuales, porque siempre que estaban en el tema, era lo que le decían. Por eso no se sorprendió cuando le dije de querer jugar con su culo para acariciarlo y acabar comiéndoselo. Lo que le pareció más raro fue el tema de los pies. Nunca le había pasado que nadie con quien se había ido a la cama hubiera tenido interés por esa parte de su cuerpo, cosa que me extrañó, porque los tenía bastante bonitos. Yo pensé que simplemente no habría dado con alguien a quien le gustara esa parte del cuerpo, porque feos no eran precisamente. Le conté por encima que había aprendido a disfrutar de esa parte del cuerpo en experiencias anteriores, sin llegar a nombrar a nadie en especial, aunque tenía toda la pinta de que sabía por dónde iban los tiros, preguntándome yo si Irene tenía que ver algo en eso.
Pero de la misma manera que le extrañó que hiciera aquello, también me confesó que fue algo que estuvo bien para ella. De primeras raro, por la novedad y por no haber pensado nunca en esa parte de su cuerpo como algo erógeno. Pero conforme se relajó y se dejó hacer en el jacuzzi, le parecía sexy. Así que tomé nota para futuros encuentros entre nosotros, riendo ella porque le parecía una tontería en realidad. Luego estuvimos hablando del tema culo. Era algo que ya había practicado con anterioridad, aunque no mucho, pero que no tenía problema en hacer si la otra persona se lo hacía bien. Y por lo que me contaba y había notado ya, yo no iba mal encaminado. Le reconocí que me había fijado miles de veces en él en los días en los que nos veíamos mucho para irnos a la cama, con la intención de sugerirlo alguna vez, pero que no acabé de hacer por un poco de vergüenza y porque no sabía cómo se lo podía tomar.
Ángela seguía riendo, como siempre, diciendo que era una lástima que no se lo hubiera propuesto, aunque ahora tendríamos oportunidad, pero que igualmente le daba un poco de miedo por el tamaño, porque siempre que había hecho algo por ahí, había sido con poca cosa, ya fuera por algún chico no tan bien dotado o porque de comérselo y meterles los dedos no pasaban, como era el caso de cuando lo hacía con chicas. Le pregunté si no usaba dildos en esas ocasiones y me dijo que no, que era muy raro usar uno cuando se acostaba con una chica. Comentó que como nunca se lo había propuesto, pensaba que no me gustaba nada, porque siempre salía de la otra persona hacer algo en esa zona. Y no iba tan mal desencaminada, porque prefería de la forma más convencional, pero también es verdad que tampoco le había hecho ascos a ningún culo cuando había tenido ocasión.
Volvió a salir eso de que era la parte de su cuerpo que más le llamaba la atención a todo el mundo, preguntándome si era así también para mí. Yo estaba entre esa parte y su cara, porque me parecía una chica guapísima con esa belleza de chica joven con cara aniñada que buen partido le sacaba cuando llevaba poco maquillaje o nada, pero que también resultaba increíble cuando se ponía algo más. Confesé que me gustaba todo de su cuerpo y que no pensaba que algo pudiera ser mejor, echándose a reír ella. Le dije que iba en serio y que no me podía decantar por ninguna parte de su cuerpo en especial, preguntándole si ella tenía alguna parte favorita de su cuerpo. Me dijo que le gustaba su culo y sus ojos, estado yo de acuerdo también en eso último, porque como ya conté cuando la describí por primera vez, Ángela tenía unos ojos de color raro, pero preciosos igualmente.
Aunque también sacó a pasear sus complejos que yo pensaba que no tenía. El primero era su nariz. Pensaba que tenía una imperfección y que por eso le hacía la cara algo aniñada, cosa que no le terminaba de gustar. Me sorprendió mucho que dijera eso, porque a mí me encantaba, tanto su nariz como su cara aniñada. Le dije que tenía que estar de broma con lo que me estaba diciendo, pero ella pensaba así, aunque no tenía en mente hacerse ningún retoque ni nada por suerte. El segundo era que pensaba que tenía sus pechos pequeños. Y es verdad que los tenía así, pero le expliqué que eso no era un problema para los chicos al menos, porque grandes o pequeñas, estando en la cama con una chica que te gusta, vas a disfrutar igual de esa parte de su cuerpo. Hizo un gesto como de entenderlo, extrapolando ella eso a el tamaño del pene. Pensaba exactamente lo mismo respecto a la importancia que se le suele dar, más por nuestra parte que por la de las chicas prácticamente, contándome que pensaba igual. Hasta le conté que había estado con una chica en los últimos meses que prácticamente tenía el pecho plano y que no fue algo que restara una vez nos acostamos.
Pareció quedar más conforme con esa parte de su cuerpo, aunque no volvimos a tratar más de su cuerpo después de que le preguntara si no se animaba a hacer topless aprovechando que estábamos los dos solos, riendo ella. Luego me preguntó a mí. Yo en realidad no había tenido nunca ninguna parte favorita en mi cuerpo. Podría decir una clara, pero tampoco es que fuera con la polla fuera para presumir. Pasó entonces a preguntarme si había tenido algún complejo, contándole yo que antes de ir a la universidad era más corpulento y que no me gustaba nada mi cuerpo. Estaba tan descontento que no me gustaban ni mis manos. Ella se sorprendió bastante, diciéndome que le gustaba todo de mí. Hasta parecía preocupada, pero la tranquilicé al decirle que todo eso formaba parte del pasado y que ya no era así. Como ella me preguntó a mí, hice yo lo mismo con ella para saber cuál era su parte favorita de mi cuerpo. Me volvió a decir que le gustaba todo, pero por quedarse con algo, dijo mi cara, cosa que me sorprendió, porque yo pensaba que no era para tanto. Eso y la expresión que ponía al hablar con ella, eso era lo que más le gustaba de mí.
Dejamos aparcados esos temas para hablar de otras cosas, aunque poco nos duró el rato tranquilo, porque apareció Lucía, llamándonos desde lejos. Ángela reía al darse cuenta, pero no como lo hacía conmigo, porque tenía pinta de que le iba a echar una bronca a su hermana. La verdad es que me apetecía estar tranquilo, porque lo que le pedí que no se metiera mucho con ella, porque para nada que nos quedaba allí, no merecía la pena. Ángela reprochaba que era Lucía la que se metía con ella siempre que podía. Al final quedamos en que no diría mucho, pero que si su hermana la empezaba a chinchar, pues ella se defendería. No lo puso fácil de primeras, saludando alegremente, aunque soltando el chascarrillo de que sí que habíamos madrugado para lo entretenidos que habíamos estado la noche pasada. Yo la saludé ignorando lo que dijo después, haciendo Ángela lo mismo, aunque con desgana.
L: No tenía ni idea de que estabais aquí anoche. Oí algún ruido y tal, pero no pensaba que estuvierais aquí... Jijijiji.
J: Es que teníamos calor y como no podíamos dormir por lo mismo, pues bajamos a darnos un baño.
L: Pero si hay aire acondicionado en toda la casa.
A: Javi no está acostumbrado a la humedad que hace aquí.
L: Ammm... -decía riendo por no creérselo- Cuando llegamos, pensaba que era una pareja y nos quedamos ahí por curiosidad.
J: Pues eso no se hace. ¿No ves que de haber sido así les habrías cortado el rollo?
L: Ah, ¿pero que no lo hice ya?
A: Javi y yo no somos pareja. Lo sabes de sobra.
L: No, si lo digo por cómo salió el del agua. Entre eso y que estaba desnudo, pues sí que os corté el rollo.
J: A ver... Eso fue un juego. ¿No viste que tu hermana llevaba puesto el bikini?
L: Sí, pero...
J: ¿Dentro del agua? Qué incómodo, ¿no? Si se te tiene que irritar todo con el agua salada.
L: ¿No has follado entonces nunca en la playa?
J: En la orilla, como en la películas -dije riéndome.
L: ¿Y se puede saber con quién?
A: ¿Y para qué quieres saber tú eso?
L: Solo pregunto. Para descartar que seas tú.
J: Con una novia que tuve.
L: ¿Y qué juego era ese para estar desnudo y salir...?
J: Pues uno en el que nos contábamos cosas que habíamos visto en la playa por la mañana.
L: Ah... Jajajaja.
A: Lucía, usarías protección, ¿no?
L: Sí, la misma que usas tú.
A: Eh...
L: Es broma. Él traía condones. Pero que si me vas a echar la charla, aplícate el cuento tú antes, ¿vale?
A: ¿Y qué sabrás tú?
L: Sé que no usáis condones, porque no ni rastro de ninguno en la basura. Ni envoltorios ni nada.
J: Como si fuera el único método...
L: Ella dijo una vez que lo más cómodo es usar condón. Así que descarto que haya usado otro método...
A: Pero la diferencia es muy grande, porque conozco a Javi desde hace casi 10 años. Tú a ese chico lo conocías de no hacía ni un día.
L: Es que no sé cuál es el problema. Conocí a un chico y echamos un polvo con protección. ¿No lo has hecho tú nunca? Joder, que tienes 27 años y parece que no te has enterado aún de lo que puede pasar cuando follas sin condón por ahí, aunque el chico controle...
A: Vale, ¿y lo de que tienes novio? ¿Eso cómo va?
L: Corté con él antes de venir. Estaba harta ya de él.
A: ¿Y por qué no me lo has contado?
L: Porque estabas ocupada con otra cosa -dijo mirándome.
J: Bueno, ya está bien. Vamos a dejar el tema.
L: Iba a decir de hacer topless, más que nada para estar un poco en paz contigo, que te he visto ya desnudo dos veces, pero mejor me callo, jajajaja.
Lucía se fue un momento al agua para mojarse el cuerpo después de haberse echado crema y esperar a que su piel la absorbiera un poco, quedándonos en silencio, aunque aproveché para comentarle algo.
-Ángela, lo de la protección...
-¿Qué pasa?
-Pues que tu hermana lleva razón en realidad. Tendríamos que haber usado algo.
-Ya habíamos hablado esto, ¿no?
-Sí, pero...
-Mira, mañana voy a pedir cita con una ginecóloga. Tengo que consultar algunas cosas. Ya sabes que no puedo tomar pastillas.
-Sí, lo sé. Aunque no me contaste nunca los motivos.
-Uff... Reglas irregulares, problemas de piel, los pezones se me ponen más sensibles... ¿Sigo? Jajajaja.
-Joder... Ni que estuvieras tomando veneno.
-Para algunas chicas casi que lo es. Hay gente a la que no le afecta nada, otras tienen algunos problemillas y otras los tenemos todos. Así que eso descartado. Pero no te preocupes, porque quiero hacerlo como lo hemos estado haciendo estos días y que podamos llegar hasta el final. Tiene que ser...
-Joder, sí que te ha gustado volver a probarme... -le dije riendo.
Al poco de sentarnos me llamó Daniela, llegando a preocuparme un poco por pensar que había pasado algo con Valentina, por lo que me levanté y me aparté un poco para cogerle la llamada y hablar con ella. Solo me dijo que había pasado el día anterior por casa y que lo acababa de hacer con la idea de poder hablar acerca de lo que dijo Valentina de que no me acercara a ella, porque pensaba que era una muy mala influencia para ella. Tuve que contarle que me había ido a pasar el fin de semana a la playa con la intención de desconectar, entendiéndolo ella y dejando esa conversación por lo tanto para otra ocasión. Le dije que ya nos pondríamos de acuerdo para quedar y poder hacerlo tranquilamente. También le pregunté cómo estaba mi ex, ya que seguía estando muy encima de ella y me contó que seguía igual, aunque ya no la veía tan enfadada, pero sí que se mantenía muy callada sin embargo. Le volví a recordar que no era mi intención hacerle eso y que nadie más que yo tenía la culpa de lo que había pasado, pero que fue algo que no pude evitar.
Dejamos ahí la conversación y volví con Ángela, quien me preguntó si pasa algo. Como no fue nada del otro mundo, le conté de qué había ido la conversación y con quién la había tenido. Ella parecía entender la postura de Valentina, aunque no estaba para nada de acuerdo con ella, pero se ponía en su lugar y pues veía normal que estuviera tan enfadada como para decir eso. Aunque rápidamente cambió de tema para no seguir por ahí, porque la idea de que hubiera ido hasta allí era para no estar pensando en eso y poder descansar la mente. Sacó el tema del sexo por otro lado, estando bastante sorprendida por el cambio que había dado yo en ese aspecto. Mencionó que físicamente tenía el cuerpo más bonito por mucho que ya le gustara cuando nos conocimos y demás, pero lo que más le llamaba la atención era en lo curioso que me había vuelto según sus palabras. Después me dijo que era un poco guarro por cómo lo habíamos hecho últimamente, todo ello entre risas.
No era nada nuevo que quisieran jugar con su culo, porque según me contaba, era la parte de su cuerpo que más les gustaba a sus parejas sexuales, porque siempre que estaban en el tema, era lo que le decían. Por eso no se sorprendió cuando le dije de querer jugar con su culo para acariciarlo y acabar comiéndoselo. Lo que le pareció más raro fue el tema de los pies. Nunca le había pasado que nadie con quien se había ido a la cama hubiera tenido interés por esa parte de su cuerpo, cosa que me extrañó, porque los tenía bastante bonitos. Yo pensé que simplemente no habría dado con alguien a quien le gustara esa parte del cuerpo, porque feos no eran precisamente. Le conté por encima que había aprendido a disfrutar de esa parte del cuerpo en experiencias anteriores, sin llegar a nombrar a nadie en especial, aunque tenía toda la pinta de que sabía por dónde iban los tiros, preguntándome yo si Irene tenía que ver algo en eso.
Pero de la misma manera que le extrañó que hiciera aquello, también me confesó que fue algo que estuvo bien para ella. De primeras raro, por la novedad y por no haber pensado nunca en esa parte de su cuerpo como algo erógeno. Pero conforme se relajó y se dejó hacer en el jacuzzi, le parecía sexy. Así que tomé nota para futuros encuentros entre nosotros, riendo ella porque le parecía una tontería en realidad. Luego estuvimos hablando del tema culo. Era algo que ya había practicado con anterioridad, aunque no mucho, pero que no tenía problema en hacer si la otra persona se lo hacía bien. Y por lo que me contaba y había notado ya, yo no iba mal encaminado. Le reconocí que me había fijado miles de veces en él en los días en los que nos veíamos mucho para irnos a la cama, con la intención de sugerirlo alguna vez, pero que no acabé de hacer por un poco de vergüenza y porque no sabía cómo se lo podía tomar.
Ángela seguía riendo, como siempre, diciendo que era una lástima que no se lo hubiera propuesto, aunque ahora tendríamos oportunidad, pero que igualmente le daba un poco de miedo por el tamaño, porque siempre que había hecho algo por ahí, había sido con poca cosa, ya fuera por algún chico no tan bien dotado o porque de comérselo y meterles los dedos no pasaban, como era el caso de cuando lo hacía con chicas. Le pregunté si no usaba dildos en esas ocasiones y me dijo que no, que era muy raro usar uno cuando se acostaba con una chica. Comentó que como nunca se lo había propuesto, pensaba que no me gustaba nada, porque siempre salía de la otra persona hacer algo en esa zona. Y no iba tan mal desencaminada, porque prefería de la forma más convencional, pero también es verdad que tampoco le había hecho ascos a ningún culo cuando había tenido ocasión.
Volvió a salir eso de que era la parte de su cuerpo que más le llamaba la atención a todo el mundo, preguntándome si era así también para mí. Yo estaba entre esa parte y su cara, porque me parecía una chica guapísima con esa belleza de chica joven con cara aniñada que buen partido le sacaba cuando llevaba poco maquillaje o nada, pero que también resultaba increíble cuando se ponía algo más. Confesé que me gustaba todo de su cuerpo y que no pensaba que algo pudiera ser mejor, echándose a reír ella. Le dije que iba en serio y que no me podía decantar por ninguna parte de su cuerpo en especial, preguntándole si ella tenía alguna parte favorita de su cuerpo. Me dijo que le gustaba su culo y sus ojos, estado yo de acuerdo también en eso último, porque como ya conté cuando la describí por primera vez, Ángela tenía unos ojos de color raro, pero preciosos igualmente.
Aunque también sacó a pasear sus complejos que yo pensaba que no tenía. El primero era su nariz. Pensaba que tenía una imperfección y que por eso le hacía la cara algo aniñada, cosa que no le terminaba de gustar. Me sorprendió mucho que dijera eso, porque a mí me encantaba, tanto su nariz como su cara aniñada. Le dije que tenía que estar de broma con lo que me estaba diciendo, pero ella pensaba así, aunque no tenía en mente hacerse ningún retoque ni nada por suerte. El segundo era que pensaba que tenía sus pechos pequeños. Y es verdad que los tenía así, pero le expliqué que eso no era un problema para los chicos al menos, porque grandes o pequeñas, estando en la cama con una chica que te gusta, vas a disfrutar igual de esa parte de su cuerpo. Hizo un gesto como de entenderlo, extrapolando ella eso a el tamaño del pene. Pensaba exactamente lo mismo respecto a la importancia que se le suele dar, más por nuestra parte que por la de las chicas prácticamente, contándome que pensaba igual. Hasta le conté que había estado con una chica en los últimos meses que prácticamente tenía el pecho plano y que no fue algo que restara una vez nos acostamos.
Pareció quedar más conforme con esa parte de su cuerpo, aunque no volvimos a tratar más de su cuerpo después de que le preguntara si no se animaba a hacer topless aprovechando que estábamos los dos solos, riendo ella. Luego me preguntó a mí. Yo en realidad no había tenido nunca ninguna parte favorita en mi cuerpo. Podría decir una clara, pero tampoco es que fuera con la polla fuera para presumir. Pasó entonces a preguntarme si había tenido algún complejo, contándole yo que antes de ir a la universidad era más corpulento y que no me gustaba nada mi cuerpo. Estaba tan descontento que no me gustaban ni mis manos. Ella se sorprendió bastante, diciéndome que le gustaba todo de mí. Hasta parecía preocupada, pero la tranquilicé al decirle que todo eso formaba parte del pasado y que ya no era así. Como ella me preguntó a mí, hice yo lo mismo con ella para saber cuál era su parte favorita de mi cuerpo. Me volvió a decir que le gustaba todo, pero por quedarse con algo, dijo mi cara, cosa que me sorprendió, porque yo pensaba que no era para tanto. Eso y la expresión que ponía al hablar con ella, eso era lo que más le gustaba de mí.
Dejamos aparcados esos temas para hablar de otras cosas, aunque poco nos duró el rato tranquilo, porque apareció Lucía, llamándonos desde lejos. Ángela reía al darse cuenta, pero no como lo hacía conmigo, porque tenía pinta de que le iba a echar una bronca a su hermana. La verdad es que me apetecía estar tranquilo, porque lo que le pedí que no se metiera mucho con ella, porque para nada que nos quedaba allí, no merecía la pena. Ángela reprochaba que era Lucía la que se metía con ella siempre que podía. Al final quedamos en que no diría mucho, pero que si su hermana la empezaba a chinchar, pues ella se defendería. No lo puso fácil de primeras, saludando alegremente, aunque soltando el chascarrillo de que sí que habíamos madrugado para lo entretenidos que habíamos estado la noche pasada. Yo la saludé ignorando lo que dijo después, haciendo Ángela lo mismo, aunque con desgana.
L: No tenía ni idea de que estabais aquí anoche. Oí algún ruido y tal, pero no pensaba que estuvierais aquí... Jijijiji.
J: Es que teníamos calor y como no podíamos dormir por lo mismo, pues bajamos a darnos un baño.
L: Pero si hay aire acondicionado en toda la casa.
A: Javi no está acostumbrado a la humedad que hace aquí.
L: Ammm... -decía riendo por no creérselo- Cuando llegamos, pensaba que era una pareja y nos quedamos ahí por curiosidad.
J: Pues eso no se hace. ¿No ves que de haber sido así les habrías cortado el rollo?
L: Ah, ¿pero que no lo hice ya?
A: Javi y yo no somos pareja. Lo sabes de sobra.
L: No, si lo digo por cómo salió el del agua. Entre eso y que estaba desnudo, pues sí que os corté el rollo.
J: A ver... Eso fue un juego. ¿No viste que tu hermana llevaba puesto el bikini?
L: Sí, pero...
J: ¿Dentro del agua? Qué incómodo, ¿no? Si se te tiene que irritar todo con el agua salada.
L: ¿No has follado entonces nunca en la playa?
J: En la orilla, como en la películas -dije riéndome.
L: ¿Y se puede saber con quién?
A: ¿Y para qué quieres saber tú eso?
L: Solo pregunto. Para descartar que seas tú.
J: Con una novia que tuve.
L: ¿Y qué juego era ese para estar desnudo y salir...?
J: Pues uno en el que nos contábamos cosas que habíamos visto en la playa por la mañana.
L: Ah... Jajajaja.
A: Lucía, usarías protección, ¿no?
L: Sí, la misma que usas tú.
A: Eh...
L: Es broma. Él traía condones. Pero que si me vas a echar la charla, aplícate el cuento tú antes, ¿vale?
A: ¿Y qué sabrás tú?
L: Sé que no usáis condones, porque no ni rastro de ninguno en la basura. Ni envoltorios ni nada.
J: Como si fuera el único método...
L: Ella dijo una vez que lo más cómodo es usar condón. Así que descarto que haya usado otro método...
A: Pero la diferencia es muy grande, porque conozco a Javi desde hace casi 10 años. Tú a ese chico lo conocías de no hacía ni un día.
L: Es que no sé cuál es el problema. Conocí a un chico y echamos un polvo con protección. ¿No lo has hecho tú nunca? Joder, que tienes 27 años y parece que no te has enterado aún de lo que puede pasar cuando follas sin condón por ahí, aunque el chico controle...
A: Vale, ¿y lo de que tienes novio? ¿Eso cómo va?
L: Corté con él antes de venir. Estaba harta ya de él.
A: ¿Y por qué no me lo has contado?
L: Porque estabas ocupada con otra cosa -dijo mirándome.
J: Bueno, ya está bien. Vamos a dejar el tema.
L: Iba a decir de hacer topless, más que nada para estar un poco en paz contigo, que te he visto ya desnudo dos veces, pero mejor me callo, jajajaja.
Lucía se fue un momento al agua para mojarse el cuerpo después de haberse echado crema y esperar a que su piel la absorbiera un poco, quedándonos en silencio, aunque aproveché para comentarle algo.
-Ángela, lo de la protección...
-¿Qué pasa?
-Pues que tu hermana lleva razón en realidad. Tendríamos que haber usado algo.
-Ya habíamos hablado esto, ¿no?
-Sí, pero...
-Mira, mañana voy a pedir cita con una ginecóloga. Tengo que consultar algunas cosas. Ya sabes que no puedo tomar pastillas.
-Sí, lo sé. Aunque no me contaste nunca los motivos.
-Uff... Reglas irregulares, problemas de piel, los pezones se me ponen más sensibles... ¿Sigo? Jajajaja.
-Joder... Ni que estuvieras tomando veneno.
-Para algunas chicas casi que lo es. Hay gente a la que no le afecta nada, otras tienen algunos problemillas y otras los tenemos todos. Así que eso descartado. Pero no te preocupes, porque quiero hacerlo como lo hemos estado haciendo estos días y que podamos llegar hasta el final. Tiene que ser...
-Joder, sí que te ha gustado volver a probarme... -le dije riendo.