Capítulo 663
Quedó para comer con los tres y fue cuando les contó el tema. Los tres estaban muy impresionados por lo que les contó, pasando a desearle mucha suerte para su nuevo trabajo y su nueva vida allí, aunque también comentaron que era una pena que se marchara, porque disfrutaban mucho cuando quedaban con ella y ahora iba a estar mucho más difícil y serían menos las ocasiones. Ángela me comentó que preguntaron por mí, por cómo me había tomado la noticia y me fue sincera al decirme que les comentó que no me había hecho mucha ilusión. Intenté rebatirle aquello, pero es que llevaba razón y ella creía entender el por qué, aunque algún detalle se le escapaba en realidad. No quisimos estar todo el tiempo hablando de eso, por lo que tocamos otros temas hasta que terminamos y nos marchamos, pidiéndome Ángela de ir a mi casa, porque en la suya se encontraba su hermana y su madre.
Por suerte, al llegar a casa, no nos encontramos a Andrea en el salón. Quizá previsora de lo que pensaba que pasaría al ver que había quedado con Ángela se marchó a su habitación para dejarnos más intimidad por si decíamos de ir, como efectivamente acabó pasando. Y tampoco era muy tarde, pues apenas habían pasado unos minutos más allá de las 11 de la noche. Pero fue un gesto que me gustó, ya fuera voluntario o no. Así que aprovechamos esa intimidad para quedarnos un poco en el salón, sentados en el sofá para hablar tranquilamente, contándome ella algunos planes que tenía una vez llegara, porque como ya he explicado anteriormente, le gustaba mucho hacer turismo. Y justamente acabamos recordando nuestro viaje a Lille, aunque íbamos con más gente. Pero ella obviaba ese detalle, porque solo contaba lo que le gustó ir y ver la ciudad y las anécdotas de cuando me puse malo en ferry de camino a Inglaterra.
Recordamos varias cosas, nos reímos y acabamos besándonos. Empezaba a asumir su marcha y me hacía a la idea de que lo nuestro no podía ser, pero todo era muy reciente y seguía sintiendo esas cosas que tan confundido me tenían. Sentir sus labios era algo hasta mágico en ese momento y que quería aprovechar todo lo que pudiera, porque no iba a haber otra ocasión, al menos en un buen tiempo según me contó. Fue ella misma la que sugirió irnos a mi habitación para poder seguir allí tranquilamente, pero estaba tan a gusto sentado en el sofá en ese momento con ella besándome que no quería moverme ni un centímetro por miedo a dejar de estarlo. Hasta la acomodé al ponerla sobre mí con una pierna a cada lado para poder besarnos con más facilidad. Sus pequeñas risas juguetonas no hacían más que alegrarme el momento y saber que había hecho bien al quedarnos un poco más allí, aunque me dijo que no se quería ir muy tarde a casa para dormir bien antes de irse.
Me quedé mirándola un poco, con una sonrisa en mi cara, imitando ella el gesto y me levanté, cargando con mi amiga para marcharnos a mi cama y seguir allí. Ella se abrazó bien a mi cuerpo y hasta dejó caer su cara sobre mi hombro, hasta que llegamos y me senté en la cama, con ella aún pegada a mí, para vencerme y tumbarnos, continuando con los besos. En lo que lo hacíamos, le quité sus sandalias y empecé a jugar con sus muslos y con su culazo al meter mis manos por dentro de su vestido. Ángela empezaba con sus típicas risas y se volvía más juguetona al acariciar mi cara, amagando con besar mi cuello, cosa que no me habría importado lo más mínimo en ese momento. No tardé mucho en quitarle el vestido al tirar de él hacia arriba, siendo más fácil de lo que pensaba. Ángela se quedó en un conjunto de ropa interior blanco bastante bonito, aunque era más pequeño de tamaño de lo habitual. Sobre todo, su sujetador, que no tenía tirantes que se ajustaba bien a su cuerpo. Acaricié su esternón, sonriendo ella y mirando mi mano, hasta que rodeé el contorno de uno de sus pechos para agarrarlo con toda mi mano, pasando ella a reír de nuevo.
Le dije que me gustaba mucho, limitándose ella a sonreírme para agradecer las palabras. Tiré de ella hacía mí para volver a pegar nuestros cuerpos y besarnos una vez más, siguiendo con las caricias y aprovechando para quitarme ella el polo que llevaba puesto, intentando hacer lo mismo con los pantalones, pero de desabrochar el cinturón, el botón y bajar la cremallera no pasó por estar tan juntos nuestros cuerpos. Yo sí que fui capaz de quitarle el sujetador para dejarlo apartado, viendo cómo sus pezones estaban ya de punta. Me encantaba verlos así, por eso me lancé a por ellos, con ella estremeciéndose y suspirando. Hasta se le ponía la piel de gallina. Pero no nos quedamos ahí, porque también le quité su tanga, dejándolo junto al sujetador, para volver a ponerla sobre mí y manosear más su culo todavía, abriéndolo bastante, con ella gimiendo en mi boca pese a no estar estimulándola.
No le hice sufrir más y me desnudé por completo yo también, quedándose ella en medio de la cama, sentada sobre sus talones y con sus manos en sus rodillas, esperándome a que terminara. Nos quedamos mirando y me acerqué a ella para besarle, pasándole el pelo por detrás de la oreja. Tras eso, pegué nuestros cuerpos otra vez y la puse sobre mí, quedando mi polla entre nuestros cuerpos, bastante dura. Solo me apetecía estar así por el momento, con esos besos y esas caricias en las que Ángela también participaba, dejándose llevar bastante al seguirme perfectamente, aunque le notaba con bastantes ganas, claro indicio de ello era cómo buscaba mi polla con frecuencia al meter su mano entre nuestros cuerpos, llegando a agarrarla para apretarla, aunque no movía su mano para masturbarme ni nada, pero el estímulo que me hacía con su mano era bueno igualmente.
-Todavía no te has ido y ya te estoy echando de menos... -le dije bajito, haciendo que ella se apartara un poco de mí para mirarme, poniendo esta vez una expresión triste.
Pero eso no le quitaron las ganas de continuar, porque después de darme un pico, me empezó a besar por todo el cuerpo hasta que llegó a mi polla, la cual besó también para chuparla a los pocos minutos, sabiendo ella cómo tenía que hacerlo para que me gustara. Habría estado más tiempo con esos besos y caricias, pero esto tampoco estaba nada mal y me estaba gustando mucho, pero le pedí que se pusiera sobre mi cara, porque quería comerle el coño yo también. Y me hizo caso, apoyando sus manos en el cabecero de la cama, con sus piernas bien abiertas, dejándome hacer algo que me encantaba, con ella frotándose después de unos breves minutos, continuando yo hasta que se corrió, con jadeos entrecortados y con unos temblores típicos de alcanzar un orgasmo. Intenté seguir una vez lo alcanzó, pero ella se bajó y se tumbó en la cama, haciéndose un ovillo, aprovechando yo para abrazarla desde atrás y besar su cabeza y su hombro.
Aunque rápidamente se dio la vuelta y se puso a tono de nuevo, buscando mis labios para continuar jugando y así acabar sobre mí, echando algo de saliva que no veía muy necesaria con lo que estaba lubricando ella para empezar a metérsela. Cuando se la metió por completo, lanzó un suspiro y cerró sus ojos, echando su cabeza hacia atrás para decirme que ella también me iba a echar mucho de menos. Así, empezó a moverse ligeramente hacia delante y atrás para follarme. Una vez más, me hubiera gustado mucho que ese ritmo lento hubiera durado más, pero ella tenía algo de prisa y también muchas ganas. Por eso aceleró el ritmo con rapidez, pasando también a botar encima de mí, aunque tuve que pararla en un par de ocasiones al estar haciendo más ruido de la cuenta y eso que reprimía bastante sus gemidos. Pero al final, viendo que estaba con muchas ganas, pues pegué su cuerpo al mío y la follé desde abajo al sujetar su culo y abrirlo bien, hincando mis talones en la cama y moviendo mis caderas para penetrarla lo más rápido que pudiera.
En cuestión de segundos le llegó su segundo orgasmo, estando yo muy cerca también, pero se agitaba tanto por sobreestimularla yo que acababa teniendo espasmos y mi polla se salió de su interior. Se quedó sobre mí para recuperar el aliento, encantándome cómo quedamos tumbados, aunque ella estaba dispuesta a seguir. No la vi excesivamente excitada cuando la vi en casa ni durante la cena, pero estaba bastante insaciable esa noche. Por eso no tardamos en volver a ponernos manos a la obra, haciéndolo esta vez de lado, metiéndosela yo desde atrás. Le estimulaba los pezones y también el clítoris, con ella gimiendo contra la almohada al empujar su cara contra ella, aunque me pidió que cambiáramos de postura, pasando a estar ella a cuatro y yo dándole desde atrás. Cada vez lo hacía con más intensidad, aunque me cuidaba de que no sonara más de la cuenta el ruido que hacíamos. Ángela hacía por donde para callar sus gemidos de nuevo contra la almohada, aunque erguía su espalda de una manera en la que su culo quedaba muy en pompa y por lo tanto, bastante sexy.
Ahora sí que estaba por llegar al fin, y no era el único, porque también notaba cómo se estremecía mi amiga, tirando de mi mano para que pegara mi cuerpo al suyo y estuviéramos tumbados completamente. Me pedía que acabara dentro de ella, porque estaba por acabar y quería que lo hiciéramos juntos. No fue muy difícil llegar con lo poco que me quedaba y al notar el suyo, con esas contracciones internas que me estimulaban además del roce que provocaba yo al moverme. Fue un orgasmo muy placentero y ella parecía agotada, aunque me pidió que no me moviera y que permaneciera así. Y así estuvimos hasta que nos calmamos del todo, con ella yendo al baño para limpiarse bien, aunque acudió de vuelta en muy poco tiempo. Nos quedamos tumbados unos pocos minutos, en silencio y mirando al techo, aunque ella rompió ese silencio después de lanzar un suspiro.
-Ha estado muy bien para despedirnos, ¿no?
-Sí. Me ha encantado. Hoy estabas muy encendida.
-Sí, jajajaja. Es que quería aprovechar antes de irme.
-Pues sí.
-No creo que allí esté igual que contigo, así que hemos hecho bien en quedar hoy.
-¿Y eso?
-Pues porque no, ya me conoces. No soy mucho de ir de flor en flor, ya sabes. Siempre se puede dar que conozca a alguien y que coja confianza con esa persona, pero no sé... No me termino de ver.
-Bueno, nunca se sabe.
-Porque de relaciones paso. No me veo preparada aún para volver a intentarlo y pensando de esa manera, pues es más complicado llegar a eso...
-Ya veo -dije pensando que había sido un acierto no decirle nada al ver lo que me contó.
-Es que... Desde que jugaron conmigo, solo me he visto con Finn, contigo y con Irene y Mario para eso. Y ya han pasado unos meses, pero no sé.
-No me dirás que sigues sintiendo cosas por ese desgraciado...
-No, no. No es eso. Simplemente no me apetecía mucho... No sé cómo explicarlo. Me empecé a ver con Finn porque en su día sabía que yo le gustaba y quedamos bastante a solas para tomar un café y tal y pues acabamos en la cama cuando fuimos a su casa. Tampoco me acostaba mucho con él. Si solo lo he hecho dos o tres veces... Contigo lo he hecho mucho más. Y lo de Irene y Mario fue algo muy puntual, porque también estabas tú.
-¿Aún te duele lo que te hicieron?
-Sí.
-Bueno, quizá te venga bien irte para despejarte del todo.
-Puede. Pero también sé algo.
-¿El qué? -pregunté distraído.
-Pues que a ti no te pasa igual.
-¿Eh? -dije pensando que me había pillado en lo que empezaba a sentir por ella.
-¿Pues qué va a ser? Que tú sí querrás verte con chicas, ¿no?
-Ah, pues bueno...
-Lo haces muy fácil para haberlo pasado lo mal que lo has pasado.
-Bueno, lo mío me ha costado, ¿sabes?
-Ya. Ya lo sé. Pero bueno, lo que te quería decir es que he estado hablando con Cintia. Se nota que tiene ganas de verte para... Y creo que tú también. Así que te he allanado un poco el terreno con ella diciéndole que lo que tiene que hacer es portarse bien contigo y no echarte nada en cara, ni lanzar puyitas. Así seguro que disfrutáis más. Y lo mismo te digo a ti. Si quieres pasar un buen rato con ella, pues trátala bien y verás cómo la noche va de maravilla.
-Pero es que yo no necesito que me allanes nada -dije molesto por hacer de celestina conmigo cuando precisamente lo que quería era estar con ella-. Yo sé lo que tengo que hacer. Y no me interesa mucho verme con ella.
-Pero no te enfades conmigo... -decía con algo de pena- Si yo solo quiero que estés contento y que lo pases bien.
-No me enfado, pero no hace falta que hagas eso. Con que me prometas que vamos a estar en contacto mientras estés fuera, me conformo.
-Pues claro -dijo poniéndose de lado para abrazarme.
-¿Y cómo vas a ir mañana am aeropuerto? -pregunté para cambiar de rumbo la conversación.
-Pues iremos en taxi.
-Si quieres os acerco yo y ya nos despedimos del todo.
-¿Sí?
-Claro. Mañana es sábado y no tengo que ir a trabajar, así que puedo llevaros.
-Estaría muy bien, aunque no quiero llorar tampoco, que me conozco, jejejeje.
-Bueno, si en unos pocos meses vuelves por Navidad. No es para tanto.
-Ya...