Capítulo 668
-Pues no viene a nada que la haya rechazado. ¿Por qué lo preguntas?
-Por nada. Me extraña un poco que le digas que no a Irene. Tenéis química y eso. Y como ella y Mario son tan abiertos en ese aspecto...
-No me apetecía hacer nada. No tenía cuerpo. Demasiada mierda me pasa últimamente.
-Pero todo ya va a mejor, ¿no?
-Sí, bueno.
-¿No?
-Sí, sí.
-No te he notado muy convencido.
-Es que han sido muchas cosas de golpe. Estoy un poco...
-¿Me echas de menos?
-Joder... No lo sabes bien.
-Yo también. Estas dos semanas que llevo aquí han sido intensitas.
-Me lo imagino por todo lo que me has contado.
-Me vendría bien... Para liberar tensiones.
-Bueno... -dije sin saber muy bien cómo responder.
-¿Conmigo tampoco tendrías ganas? -preguntó bajito para que su madre no la escuchara, tal y como hizo al preguntar lo de Irene.
-No lo sé. Estás muy lejos y no lo podemos saber.
-Ya... -decía apenada.
-Puedes liberar tensiones de otra manera...
-Ya, jajaja. Tú también, ¿no?
-La verdad es que llevo bastante que no. Lo último que hice fue contigo.
-Uff... Para ser tú es muuuuuucho, ¿eh?
-Bueno...
-Ay... Ojalá pudiera estar ahí contigo ahora mismo para darte un buen abrazo.
-Estaría muy bien, sí.
-Jejejeje. ¿Y no han ido éstos a verte este finde?
-Pues no. He visto que tenían algún plan con la familia.
-Vaya... ¿Y tu compañera está por ahí?
-Tampoco. Se ha ido a casa.
-¿Estás solito?
-Sí.
-¿Y por qué no llamas a alguien para no estarlo?
-No conozco a tanta gente aquí en realidad. Los que conozco están fuera o tienen otros planes.
-¿Y si vas a casa a ver a la familia?
-No me apetece. Me van a notar de bajón y me van a dar la chapa.
-Intento buscar soluciones, pero no ayudas nada, ¿sabes? Jajaja.
-Me apetece estar tranquilo, la verdad.
-Te iba a decir que llamaras a mi hermana, pero mejor no, que se pone pesada y te va a dar dolor de cabeza.
-Uff, mucho movimiento para la tranquilidad que busco yo ahora mismo.
-Y Cintia también descartada, ¿no?
-Al 100%.
-Vaya...
-No te preocupes. Estoy bien ahora mismo. Estoy hablando contigo y me haces muy buena compañía así.
-Lo mismo digo.
-Tú también tienes a tu madre.
-Ella está como loca con todo lo que ve. Le gusta mucho este sitio. Lo malo es que tengo que salir con ella para que se pueda comunicar y es un poco coñazo. Me apetece estar tranquila también, que en el trabajo a veces se ponen intensos y acabo cansada y con la cabeza como un bombo.
Eran conversaciones muy normales entre amigos las que teníamos, pero me ayudaba tanto a pasar el tiempo de manera alegre que estaba muy agradecido de poder tenerla así en mi vida, aunque me habría encantado que fuera de una manera mucho más cercana y que no estuviera tan lejos para poder vernos, pero no podía ser. El domingo por la tarde regresó Andrea a casa, saludando como si no nos hubiéramos enfado el viernes, aunque tuvimos que tratar el tema. Llegamos a un acuerdo en el que ella podía traerse a sus amigas con la condición de que ya no estuvieran allí cuando yo regresara de trabajar, llegando a decirme que la avisara si alguna vez salía antes para que no tuviera lugar ese problema de nuevo. Eso y que no traspasaran mucho el pasillo, dejándoles lo justo para que pudieran ir al baño si lo necesitaban. A mí me daba bastante igual por las demás, pero de Noelia me podía esperar cualquier cosa.
Andrea me dijo que la vigilaría cuando dijera de ir al baño, yendo ella su habitación, que estaba entre mi baño y el suyo para ver si tenía la intención de ir hasta la mía. Seguía sin estar conforme con la idea de que Noelia volviera por casa, pero cuando me pidió que lo pensara me ablandé bastante, porque lo hizo con una cara de pena bastante grande. Me comentó que de siempre le había costado hacer amigos por pensar que no encajaría bien con los demás, aunque me acabó confesando que en el colegio le hacían bullying por estar un poco gordita y que desde entonces trataba de no acercarse mucho a la gente por pensar que se acabarían burlando de ella. Eso me dio bastante pena y acabé aceptando a su petición, pero debía cumplir todo lo que me había dicho para que no hubiera ningún problema, quedando ella bastante conforme y pasando a sonreír bastante.
Aunque no tardaría mucho en romperse ese acuerdo, pensando yo que no fuera por culpa de Andrea, pero sí que me encontré el martes de la semana siguiente a Noelia en casa. Fue al llegar de trabajar, por la noche, una vez entré y fui a mi habitación para cambiarme y ponerme algo más cómodo. Entré en mi habitación y me quité la parte de arriba de la ropa que llevaba, echándola a la cama. Cuando me giré hacia la izquierda me la encontré junto a la puerta totalmente desnuda. Me asustó tanto que me eché hacia atrás y mi respiración se agitó. Al parecer me estaba esperando detrás de la puerta. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, pero ahora podía ver que no llevaba nada de ropa encima, porque di la luz antes de entrar y la podía ver perfectamente. Y la notaba cambiada, algo más delgada, aunque con sus curvas pronunciadas, pero había muchos cambios en ella. Tenía un piercing en cada pezón y tenía vello púbico, de la manera que más me gustaba a mí, siendo la primera vez que lo veía en ella, porque ocasiones de verla desnuda no me habían faltado por desgracia. Pero quizá, el cambio más significativo para mí fue ver que había recortado su melena bastante, dejándola a la altura de sus hombros, pareciéndose aún más a su hermana si cabía.
Como un rayo, vino hacia mí, con intenciones claras pese a que le dije que no lo hiciera. Tuvimos un pequeño forcejeo en el que la levanté, porque de las ganas que tenía se medio tropezó. O tal vez es que tenía muy claro lo que quería y se lanzó a ello, pues sus manos iban a mis caderas. Con una fuerza poco usual en una chica de su estatura consiguió repeler mis manos para desabrocharme el cinturón y el botón de los vaqueros para tirar de ellos con mucha fuerza hacia abajo. Así fue como liberó mi polla, que no estaba dura en absoluto. La miró durante no más de un segundo y sin que me diera tiempo a apartarme, en parte por tener los pantalones por los tobillos, cosa que me dificultaba poder retirarme, se la metió en la boca, exhalando mucho aire por su nariz. Se hincó de rodillas en el suelo y se la metió entera del tirón, aunque así era mucho más fácil. Pero la sorpresa fue que mi polla se empezó a hinchar en su boca, ganando rápidamente una buena erección, interpretándolo ella como algo muy positivo, arrancándose a mamar. Le dije que parara e incluso le empujé la cabeza para que se la sacara de la boca, pero ella estaba decidida a seguir chupando.
Fue mayor la sorpresa cuando me vi a mí mismo empujando su cabeza una vez más, aunque ahora lo hacía de manera inversa a la anterior, porque la empujaba hacia mi cuerpo para que se la tragara lo máximo que pudiera. En ese momento no regía nada y solo me centraba en que me la comiera. Por eso agarré su cabeza con mis manos y le empecé a follar la boca. Lo hice con rabia y de manera agresiva, porque se atragantó en varias ocasiones, apretando yo más hasta que me hincaba las uñas en mis muslos y me empujaba para poder respirar. Noelia gemía mientras me comía la polla como si estuviera degustando el manjar más exquisito del mundo. No se cortaba nada en ese aspecto, como yo ya bien conocía por experiencias pasadas. Y en esta ocasión no era menos. Si parecía que la estaba follando por su forma de gemir, aunque tenía pinta de que se estaba tocando a la vez, pero yo no podía verlo con exactitud.
La chupaba muy bien. Demasiado. Me notaba hasta cerca de acabar de hecho, pero por increíble que parezca, paró de chupar. Aunque no para quedarse quieta desde luego, porque lo que hizo fue empujarme a la cama, cayendo yo de manera fuerte sobre ella. En lo que me estabilizaba, ella me terminó de desnudar al quitarme toda la ropa de manera fugaz. Ahora tenía un nuevo objetivo. Era bastante claro lo que buscaba cuando se puso a gatear, mirándome con una cara de deseo que era imposible que fuera a más. Se subió a mí a horcajadas, metiéndose mi polla del tirón dentro, dando un grito que tuvo que escuchar todo el vecindario. Lo encontré estrecho, cosa que me extrañó a más no poder, pero lo caliente que lo tenía le robó todo el protagonismo a ese pensamiento. Casi quemaba. Y estaba empapada. Me llegaba un olor a coño muy excitante y ella no dudó en empezar a follarme, dando unos botes que hacía que sus tetas también los dieran. Esas tetas más grandes que la de su hermana y con esos pezones pálidos apuntando hacia arriba y ahora perforados por un piercing con dos bolitas metálicas a los lados cada uno eran hipnotizantes.
El sonido a palmadas retumbaba por toda la habitación, sonando también a mojado por lo húmedo que lo tenía, dejándome así también el pubis y los muslos. Si lo de antes era gemir, esto ya era gritar. Noelia lanzaba alaridos que parecían que la estaban matando, aunque por el placer que estaba recibiendo, parecía ser así. Rápidamente pasó a follarme como a mí más me gustaba, hincándosela lo más profundo que pudo para empezar a moverse hacia delante y atrás a un ritmo endiablado. Podía notar cómo sus pezones se ponían muy de punta, cómo se oscurecían un poco, cómo le daban escalofríos, poniéndose su piel de gallina y cómo se enrojecían algunas partes de su cuerpo, como si tuviera eccemas repartidos por todo su cuerpo, en especial por su pecho y su cuello. Puso sus manos en mi pecho para agarrarse bien a mí y no perder el equilibrio. Luchaba por mantener sus ojos abiertos para mirarme fijamente, pero no podía evitar cerrarlos por el placer que recibía.
Y de repente dio un grito superior a los demás, pasando a quedarse quieta para tener su orgasmo, empezando a su cuerpo a vibrar mientras erguía su espalda y echaba su cabeza hacia atrás. Notaba perfectamente las contracciones de su pequeño coño y cómo sus fluidos se escurrían por mi cuerpo mientras me hincaba esas uñas negras y un poco largas, pareciendo ser naturales, para arañar mi pecho. Luego se derrumbó sobre mí, poniendo su cabeza de lado sobre mi hombro, en dirección a mi cuello. Yo no podía evitar seguir a esas alturas, por lo que puse mis manos en su culazo, dándole una buena palmada en cada nalga con cada una de ellas para abrírselo, sujetarlo y continuar la follada al hincar mis talones en la cama, empujando hacia arriba para seguir con la estimulación. Ella se encogió un poco, dando otro grito, pero después pasó a dar gemidos muy agudos. No colaboraba para ponérmelo más fácil y tuve que ponerla bocarriba, agarrando sus tobillos y pegando sus piernas a su torso para continuar follándola.
Tuvo otro orgasmo casi de manera instantánea pocos segundos después haberla puesto así. Tenía todo el sentido del mundo, porque en esa postura es muy fácil estimular el punto G al meterla y estando ya bastante sensible de por sí, pues fue muy fácil provocarle otro orgasmo, temblando sus piernas bastante en lo que ella agarraba más sábanas con fuerza para retorcerlas. Aquí ya no pude aguantar más y se la saqué a prisa para no acabar dentro de ella, pues no me había puesto condón en ningún momento. Empecé a soltar varios latigazos espesos de semen que le llegaron hasta su cara e incluso más allá. Llevaba sin descargar un par de semanas y se notaba bastante. Le llené el cuerpo, aunque no parecía ser algo que a ella le ocasionara un problema. Todo lo contrario de hecho, porque hasta abría su boca como acto reflejo, buscando que cayera algo ahí.
Y también manché las sábanas por la fuerza con la que salieron los primeros chorros. Noelia temblaba mucho, agarrando las sábanas de nuevo con fuerza, retorciéndolas por momentos. También apretaba sus ojos con fuerza y se le escapaba algún que otro gemido lastimero. Yo acabé mareado también, por lo que me eché un poco en la cama, tratando de recuperarme, pudiendo hacerlo con el paso de los minutos, sin pensar en nada más. Cuando me logré recuperar, la miré, viendo que ya estaba con gesto relajado, aunque seguía con sus ojos cerrados, pero parecía muy contenta. Me quedé unos instantes mirando al techo y preguntándome qué coño acababa de pasar. No me podía creer que una vez más me hubiera dejado llevar con esta chica, tal y como hice en nuestro primer encuentro prácticamente. Solo esperaba que haber caído de nuevo no me fuera a traer tantos problemas como lo hizo en su día.
-Voy a darme una ducha. Más te vale no estar aquí cuando vuelva -dije yéndome hacia el cuarto de baño.
-Vale, ¿pero me puedes desbloquear para poder escribirte y llamarte? -preguntó de manera dulce.