Capítulo 687
No sé qué les había dado a todos de repente con el tema de Ángela, pero tampoco hablamos mucho más del tema, porque él también tenía una buena resaca y estuvo descansando la vista el resto del viaje. Ya en casa, después de dejarlo a él en la suya, me acomodé y le dije a Ángela de hacer la videollamada aprovechando que estaba solo en casa y no dejarla para después cuando ya se hiciera tarde y tuviera a Andrea en casa y probablemente a alguien más, porque me apetecía estar tranquilo y con Noelia por allí iba a ser imposible. Así que la llamé en cuanto terminé de colocarlo todo, allí mismo, en mi habitación, para tener más intimidad por si decía de venir alguien más. Aunque la pillé duchándose y tuve que esperar a que terminara, porque ella tenía su ritual al darse un baño de vez en cuando, echarse sus cremas y demás para quedarse totalmente relajada. En cuanto abrió la videollamada la vi más animada de lo que podía aparentar con la conversación que tuvimos la noche pasada, aunque también estaba más pendiente de lo guapa que estaba pese a estar vestida de ir por casa, pero es que me encantaba verla al natural sin nada de maquillaje y esas dos trencitas típicas suyas.
Estuvimos hablando con más detenimiento todas las cosas que tratamos la noche anterior, preguntándome ella con curiosidad por la fiesta a la que había ido, cómo íbamos disfrazados y demás. Así que le empecé a describir bien todo, aunque ella no conocía mucho a mi grupo de amigos, porque no había tenido la ocasión de salir con ellos. Me contaba que solo había ido una vez, al poco de conocer a Irene y Mario, en alguna de esas ocasiones en las que se quedaba para cenar todos en un bar. Fue una ocasión en la que ni yo ni mi expareja estábamos por allí, porque nos pilló con un plan entre manos y efectivamente, yo no me acordaba de haberla visto con todos los demás. Pero igualmente se interesó por cómo iban disfrazados y por cómo era el ambiente. Luego me contó lo que hizo ella, siendo algo muy normalito y casi que por compromiso. Le pregunté si había algún problema con la gente con la que trabajaba, pero nada más lejos. Me contaba que todos eran muy majos y que le habían dado la bienvenida muy bien, esforzándose por integrarla y demás al ver que le interesaba mucho el tema. Recurría a lo que ya me había contado a mí en alguna ocasión, al igual que hizo con mis amigos: echaba muchas cosas de menos.
Traté de buscar una manera de que se sintiera mejor y que dejara así de pensar en esas cosas, pero sabía que iba a ser solo momentáneo y que seguramente después de la llamada volvería a pensar en eso. Aunque traté de hacer que se distrajera durante esos minutos que estábamos reunidos. Le empecé por recordar nuestro viaje a Manchester, el cual no quedaba tan lejos. Vi cómo puso una buena sonrisa en su cara cuando le empecé a hablar de aquello y se animó bastante a comentar todo lo que hicimos ese fin de semana que yo pensaba que sería tan diferente y que cambió las cosas entre nosotros, porque su manera de abrirse a mí hizo que la viera con otros ojos, especialmente cuando sacó el tema de su padre. Hablamos de ello para que se distrajera a cambio de abrir un poco alguna herida que aún tenía reciente por su marcha a Francia y por no buscar una relación que me hubiera gustado empezar con ella, aunque pagué ese precio con sumo gusto con tal de verla sonreír.
Aunque tras un buen rato hablando de aquello, volvimos a lo de la fiesta del sábado noche, porque le dije que llevé a mi amigo Hugo y que había conocido al resto allí. Le entró curiosidad por saber si acabamos todos bien la noche. Me reí un poco con desgana, algo que llamó su atención. Le expliqué que sí que esperaba que la noche fuera bien, aunque lamentablemente no fue así para nada. Ella me preguntó qué había pasado y le expliqué que en lo que nosotros hablábamos ellos se fueron desperdigando y acabé solo. Riendo, me decía que no lo podía creer y a la vez me pedía perdón por haberme chafado la noche, aunque le dije que no había sido así para nada, porque me gustó mucho hablar con ella y se me pasó el momento muy rápido. Aquello hizo que volviera a poner una sonrisa en su cara y me dio las gracias por esas palabras, diciéndome a mí lo mismo, porque necesitaba ese contacto con alguien que conociera de manera más cercana.
Entre una cosa y otra acabamos hablando de temas más íntimos, porque como no tuve suerte esa noche, le entró curiosidad y me preguntó cuánto llevaba sin irme a la cama con alguien, reconociéndole yo que ya llevaba unos días, aunque sí que había tenido sexo con cierta regularidad, con ella riendo divertida. Pero yo también quería saber, por eso le pregunté. No me extrañó cuando me dijo que la última vez que había echado un polvo fue conmigo, pues tampoco hacía tanto que se había ido. Me dijo que no tenía tampoco muchas ganas y que cuando las tenía, pues se aliviaba y a otra cosa. Hasta me comentó que Finn no le había vuelto a hablar desde que nosotros nos empezamos a ver. Siguiendo con la curiosidad le pregunté cuánto llevaba sin aliviarse y me dijo que llevaba unos días ya. Con la tontería nos fuimos poniendo a tono y empezamos a decirnos alguna que otra guarrería hasta que le sugerí que se empezara a tocar.
A ella le hacía gracia y me decía que le costaba ponerse así tan de repente y a palo seco. Le recordé que cuando nos veíamos antes de que se fuera, no necesitaba gran cosa para que le entraran ganas, con ella riendo, aunque decía que no era lo mismo estar en persona que al otro lado de la pantalla. Así que me quité la sudadera para ver si eso le ayudaba a ponerse a tono del todo, diciéndome que no estaba nada mal. Hasta hice la tontería de apretar para marcar músculos, con ella aplaudiendo entre risas. Aunque me preguntó si tenía por ahí aceite de bebé para echarme un poco por el cuerpo y la verdad es que yo no gastaba de aquello, pero le dije que me esperara un momento para ver si mi compañera de piso tenía. Así que fui a su baño y vi que tenía un bote junto a alguna que otra crema y algo de maquillaje, por lo que me eché un poco y me lo empecé a esparcir al volver a mi habitación. Me encantó cómo olía y hasta empecé a apretar de bueno los músculos para marcar más.
A Ángela le gustaba lo que veía, haciendo hasta un sonido que a mí me hizo gracia. Ya se le empezaban a marchar esas chapetas que siempre le salían cuando se excitaba. Le dije que estaba guapísima y que me encantaba ese peinado suyo con sus trenzas. Empezó a poner caras de niña buena y rio, aunque la cosa se empezó a animar más y se quitó su sudadera varias tallas más grandes de la suya para quedase con una camiseta de tirantes, marcando pezones. Llevaba sin sexo varios días y antes de ir a mi ciudad esperaba tener después de la fiesta, no siendo así, por eso se me puso dura de momento al verla de esa manera. Bajé la persiana, cerré la puerta de mi habitación y di la luz para que me pudiera ver bien, con ella animándose también al dar más luz en la habitación en la que se encontraba, preparando la cámara para tener un mejor ángulo. Poco a poco empezamos a subir la temperatura con las cosas que nos decíamos.
Hasta empezamos a hacer algún juego para desnudarnos lentamente y como nos dijéramos el uno al otro. Ángela me reprochó un poco que no siguiera depilado entero como a ella le gustaba cuando me quedé en boxers y vio el vello que tenía por las piernas, así como el que empezaba a asomar por el pubis cuando empecé a bajar mis calzoncillos de manera lenta. Le dije que así me resultaba más cómodo y que no tenía ese picor molesto todo el tiempo y por todo el cuerpo, que bastante tenía con las zonas que ya cuidaba de por sí como para sumarle otras más. También le dije que seguro que ella ya no lo llevaba como más me gustaba al no tener que darme ese gusto por no poder vernos, aunque me dijo que lo mismo me llevaba una sorpresa y que quizá estaba equivocado. Aquel comentario hizo que me entraran más ganas, por eso me entró la prisa y me lo quité todo de golpe para empezar a tocarme, mirándome ella con atención con media sonrisa en su cara. Le pregunté si le gustaba lo que veía, respondiendo ella asintiendo con su cabeza en lugar de decírmelo directamente.
Le rogué que no me hiciera espesar más y que me enseñara lo buena que estaba, levantándose para quitarse su camiseta y quedarse con las tetas al aire, aprovechando yo para tocarme con más intensidad, aunque no se quedó ahí, pues se quitó los leggings negros que llevaba para quedarse con un tanga blanco que me enseñó bien al mover su culo de un lado a otro, ganándose que le soltara un buen piropo, aunque quizá fui demasiado explícito. En cualquier caso, hice que se riera una vez más y ella se sentó de nuevo para poner sus manos en sus rodillas. Nos quedamos mirándonos mientras yo me seguía tocando, prestándome ella mucha atención y pasando yo a preguntarle por qué paraba. Ella decía que le daba un poco de vergüenza, quedándome yo pasmado por su salida y preguntándole por qué. Decía que no se había encargado de mantener aquello muy arreglado y que le daba vergüenza que le viera así.
Más ganas me entraron aún de verla sin nada, tanto por curiosidad, como por pensar que lo tendría diferente, en específico como a mí más me gustaba con un triángulo en su zona íntima. Le pedí por favor que me dejara verlo y que continuáramos con aquello, porque estaba muy excitado. Así que ella se quitó su tanga rápidamente, aunque lo hizo de tal manera que no pude apreciar nada, tapándose con una mano además de cerrar sus piernas. La veía bastante roja y la verdad es que estaba para comérsela. Le dije que ojalá la tuviera a mi lado, porque me moría por ganas de estar con ella en ese momento y de verla así. Poco a poco abrió sus piernas y fue quitando su mano para dejarme verlo y me encantó. No era nada exagerado como cabría esperar con lo que comentó, porque tan solo tenía algo más de vello repartido por su pubis, como si la franja que se dejó se hubiera expandido un poco, aunque también estaba el detalle de que tenía el pelo de esa zona un poco más largo. Ángela se tapaba la cara con sus manos por la vergüenza, aunque se la destapó cuando le dije que me encantaba, con la voz un poco ida por lo cachondo que estaba.
Verla así hizo que me empezara a masturbar con ganas y con fuerza y ella al verme así también se empezó a tocar, aunque tuve que pedirle que cambiara un poco la manera de hacerlo, pues entre que se metía uno o dos dedos con una mano y con la otra se tocaba el clítoris, pues me tapaba el detalle ese que tanto me gustaba. Me complació al cambiar sus manos para dejarme verlo todo bien y estuvimos unos momentos dándonos autoplacer mirando cómo lo hacía el otro. Ángela estaba preciosa. No podía verla más guapa y más mona. Me moría por tenerla pegada a mi cuerpo en ese momento, por besarla, por olerla... Pero por desgracia no podía ser. Sin embargo, sí que disfrutamos de una buena sesión de cibersexo que no llegó a una duración extensa precisamente, pues ambos nos calentamos mucho una vez nos desnudamos. Yo fui el primero en acabar al hacerlo sobre mi torso, llegándome un chorro a la barba incluso. Ella llegó mientras me veía acabar a mí, escapándosele algún que otro gemido alto. Ambos quedamos extasiados, con ella teniendo sus ojos cerrados mientras que yo la miraba serenarse. Me encantaba verla así, aunque se volvió a poner colorada cuando abrió sus ojos. Rápidamente se empezó a tapar, haciendo yo algún comentario que hizo que le entrara la risa en lo que me limpiaba con papel.
Charlamos un rato más, de manera distendida y sin tener que ver con lo que acabábamos de hacer, aunque dejamos de hablar no mucho tiempo después, pues se acercaba la hora de la cena y quería prepararse algo. Así que colgamos, despidiéndonos hasta la próxima vez que habláramos y dándonos las buenas noches. Era algo temprano aún, por lo que me di una ducha para limpiarme mejor y poder dormir así más cómodo, dándome un buen susto al salir al toparme con Andrea y darme de bruces con ella, teniendo la suerte de que iba con la toalla enrollada a la cintura, porque de no ser así me habría visto desnudo. Ni reparé en su reacción, porque me fui a mi habitación para vestirme y echar la ropa a lavar después, preparándome algo ligero para cenar y hacerlo en mi habitación mientras miraba algo en el ordenador. No vino Noelia y pude hacerlo en el salón con mi compañera de piso, pero después de un comentario que me hizo en ese encontronazo en el que me dijo que estaría bien que le respondiera los mensajes a Noelia, prefería hacerlo tranquilamente sin que empezáramos de nuevo a discutir por lo mismo de siempre. Y ahí me quedé, solo y tranquilo en mi habitación, haciendo sueño mientras jugaba a algo o me veía alguna película, intentando después descansar para empezar una nueva semana.
El lunes fue un día normal, casi como cualquier otro. Nosotros no hicimos puente, cuando lo más normal era que sí lo hiciéramos al ir al compás de los alumnos, quienes no tenían clases. Y tampoco es que fuéramos una academia tan grande como para tener que estar siempre disponibles, pero al parecer no habían sido pocas las veces que muchos padres y madres habían ido con quejas cuando se cerraba en los puentes, porque decían que teníamos que estar algo más pendientes de los niños y niñas para que sacaran buenas notas, animándonos incluso a ponerles ejercicios para los días que fueran festivos y que pudieran continuar ocupados. Yo lo veía de otra forma, porque era bastante evidente que la mayoría de ellos lo que querían era quitárselos del medio para poder estar tranquilos un rato. Por eso mismo pensaba también que estaban interesados en que les mandáramos actividades para casa. A mí no me importaba mucho, porque poco iba a variar mi día a día teniendo en cuenta que no hacía gran cosa cuando no tenía que ir a trabajar, aunque mi jefa nos prometió que en el de diciembre no habría nada de problema.
Tenía unos días bastante buenos para descansar y poder hacer algo más fuera de lo común, como irme a Francia a ver a Ángela, pero seguía pensando que era un poco tontería cuando pocas semanas después iba a venir ella misma por las fiestas. Tenía tiempo para comprar billetes de ida y vuelta con bastante tiempo de antelación y que así me salieran a buen precio, pero no lo veía necesario. Las clases se dieron bien, aunque más que eso, tranquilas, ya que muchos faltaron por ser puente. No teníamos ni la mitad de las clases que solíamos tener en lo que a cuantía de alumnos se refiere. Los que más acudieron eran los de ciclos, que lo hacían por un intentes más grande que el que pueda tener alguien que va a primaria o secundaria. Lo bueno de aquel día fue que al llegar a casa todo estaba muy tranquilo. Andrea me dejó un mensaje en el que me decía que estaba en casa de Noelia y que seguramente iba a pasar allí también la tarde, que no la esperara ni para comer ni para cenar.