Capítulo 703
Sofía se apartó un poco bruscamente de mí. No entendí por qué hizo eso, sobre todo cuando tenía una sonrisa en su cara y me acarició la mía. Quizá le di el beso demasiado cerca de la boca, pero tampoco entendía cuál era el problema en eso, si ya nos habíamos besado en varias ocasiones, y más cosas que habíamos hecho. No le di tampoco más importancia y ella me devolvió el abrazo, para esta vez sí, marcharse de casa, pidiéndome que fuera a verla cuando tuviera ocasión si tenía algún descanso en el trabajo o algo, porque le gustaba mucho verme. No quedamos en concreto cuándo hacerlo, pero sí que dijimos que nos llamaríamos para mantener el contacto. Me quedé un poco pensativo con ese gesto de apartarse de esa manera. La verdad que es que me parecía raro, al igual que eso de no querer quedarse a comer cuando acababa de irse de casa para dar una vuelta e ir de compras. No sabía qué pasaba con ella, aunque una llamada por parte de Ángela no mucho tiempo después me distrajo bastante y se me acabó olvidando el tema.
Le conté a Ángela lo mismo que a Sofía, porque me llamó interesándose por cómo había ido la cena con Valentina. Dijo que era una pena, aunque la notaba que no sabía muy bien qué decir. Ella no había visto ni siquiera a Valentina en persona para saber cómo era, pero con lo que le hice y con lo que le conté yo se hacía una idea y no le sorprendía tampoco mucho la reacción que tuvo esa misma mañana. Su opinión era que Valentina seguía sintiendo cosas por mí, que por eso se seguía preocupando, quería seguir viéndome y demás, pero que le entró miedo seguramente por acabar descontrolando como lo hizo. También me preguntó cómo estaba yo, diciéndole que bien, porque tampoco tenía pensado retomar nada con ella, en especial después de la mala impresión que seguía teniendo de mí y porque no nacía nada en mí al verla más allá del cariño que le cogí en su día y de ese deseo que fui capaz de complacer la noche anterior. La seguía queriendo, pero no era lo mismo. También mencionó el tema del reloj, porque Sofía la había llamado minutos antes y le había contado que se lo había dado para que se lo devolviera a sus dueños.
A ella tampoco le pareció bien que hubiera hecho eso, porque para mí seguían siendo mis amigos y así debía seguir siendo, porque estaba segura de que ambos iban a cambiar de opinión en unos días, pensando que seguro que me llamaban para volver a vernos y hacernos amigos de nuevo. Yo no lo tenía tan claro, porque ni ella ni Sofía vieron cómo estaban Irene y Mario y como me dijeron todo aquello, en especial esas últimas palabras. Dudaba mucho que nos fuéramos a reconciliar, aunque lo deseaba con todas mis fuerzas, porque ya me sentía solo de por sí en las últimas semanas, pero con esto de perderlos a ellos también, me sentía mucho más solo. Ángela parecía leerme la mente, animándome de nuevo para que fuera a verla en el puente, pero yo seguía sin verlo claro, llegando ella a decir que estaba pensando en pedirse unos días para volver antes a casa y poder verme así antes, cosa a la que me negué por miedo a que le dijeran algo o a que lo tuvieran en cuenta para mal, diciéndole que no estaba tan mal la cosa como para hacer eso, sobre todo cuando no quedaba casi nada para vernos.
La semana siguiente empezó relativamente tranquila, porque el lunes me levanté bien temprano para ir al gimnasio y recuperar algo del tiempo perdido de los días que no pude ir. No me encontré a Hugo, como solía hacer, cosa que me extrañó, pero que al mismo tiempo me vino hasta bien para poder concentrarme mejor en mis ejercicios, porque cuando nos encontrábamos nos poníamos a hablar y a veces me quedaba algo corto de tiempo. Ese día sí que rendí mejor, aunque tampoco es que hubiera descansado mucho más de lo que lo hacía últimamente como para tener más energía, pero no podía quedarme en casa sin hacer nada. Necesitaba activarme y cambiar un poco el ritmo de vida en vista a tanta negatividad. Pero me costaba. Se estaban acumulando demasiados palos en los últimos meses y sentía que tragaba y tragaba y me lo guardaba dentro todo. Quizá se me notara por momentos, porque algunos alumnos me llamaban la atención o intentaban sacar algún tema de conversación como tantas veces hacían, pasando yo a no participar en la conversación o a cortarla directamente.
Y también estaba más callado de la cuenta, más de lo que solía al intentar que las clases fueran más amenas pensando que estaría bien entablar esas conversaciones con los alumnos para que me vieran más como un colega que como un profesor al que le tienen que hacer caso cuando ni siquiera quieren estar ahí. Sacaba mi trabajo adelante, resolvía dudas, explicaba el temario que me preparaba en casa en algunos ratos muertos, pero mi cercanía no era la misma. Estoy seguro de que Andrea también notaba esto, porque ahora con lo que había pasado con mis amigos la notaba mucho más cercana que en las últimas semanas. Desde que apareció Noelia por casa, básicamente. Se esforzaba por sacarme tema de conversación mientras comíamos o cenábamos, y yo participaba, pero no de la misma manera que antes. Me limitaba a comunicarme con ella con monosílabos o con oraciones de escasa construcción sintáctica.
Me preguntaba mucho si me encontraba bien, a lo que yo siempre le respondía que sí, o simplemente asentía con la cabeza. Me sugería jugar juntos a la consola, ahora que se había vuelto un poco fanática de ello, pero yo la verdad es que tenía pocas ganas. Incluso me regaló un juego, al que jugamos juntos tan solo una vez, porque yo solía encerrarme en mi habitación para tenderme en la cama y tratar de descansar, aunque no pudiera dormir, pero al menos el cuerpo se relajaba. También miraba alguna cosa en el ordenador o en el móvil. No jugaba a gran cosa. No me apetecía simplemente. Había momentos en los que de repente sí que me entraban ganas de jugar a algo o de hacer algo en especial, pero es que segundos después se me iban las ganas completamente. Sí que me esforcé más cuando me preguntó si le podía echar una mano con el francés. No fue como hacíamos en el curso anterior, porque de tiempo no echábamos ni la mitad diría yo, pero al menos ella quedaba contenta con el resultado, porque tampoco es que tuviera gran cosa hasta el momento, además de que se ayudaba de sus amigas para hacer trabajos y demás.
Ese mismo lunes me encontraría la sorpresa de ver a Noelia tras la puerta cuando llamaron poco más de la 1 de la tarde. Estaba con sus manos juntas por delante, entrelazando sus dedos, con sus cejas caídas y pasando a mirar al suelo. Me había acostumbrado a su no presencia en los últimos días, aunque de un ligero cambio en mi rostro no pasó la sorpresa. Le dije que no quería verla, pero ella puso la mano en la puerta para impedir que la cerrara y pedirme, o más bien suplicarme que la dejara pasar, que se quería disculpar bien conmigo. Le dije que no hacía falta y que lo que quería era que me dejara en paz. Ella insistió y la dejé pasar, pidiéndole que fuera algo rápido. Entró y anduvo lentamente hacia el salón, donde dejó su mochila en el suelo, apoyada contra el sofá, pasando a sentarse en él, esperándome a que me acercara, quedándome yo de pie a su lado. Se me quedó mirando durante unos segundos y le repetí que fuera rápida.
-Lo siento -empezó, poniendo una cara triste-. En ningún momento quería que pasara nada de lo que ha pasado. No tenía ni idea de que iban a venir. Te lo juro.
-Ya...
-Javi, de verdad. No lo sabía. Si hasta lo estuvimos comentando Andrea y yo. Precisamente no quería que pasara algo así y ella tampoco sabía nada. Por eso montamos la fiesta. Fue un poco improvisado, pero tuvimos suerte de que vinieran todos.
-Sí, fue una suerte que vinieran todos -dije enfatizando esa última palabra.
-Bueno, claro... Yo me quedé de piedra cuando los vi. En realidad, me alegró verlos, porque sé que son muy importantes para ti y yo también he tratado con ellos y...
-Al grano.
-No supe qué hacer, por eso intenté llevarlo con normalidad, pero está claro que no pudo ser. Me da mucha pena que no podamos...
-¿Qué no podamos, qué?
-Pues que no podamos ser como erais... Pfff... -resopló, pasando a agarrar mis manos para que me sentara a su lado, siguiendo con ese agarre- Me gustaría que estuviéramos juntos y que todos podamos ser amigos. Quiero que todo sea igual que antes de que nos viniéramos tú y yo a vivir a esta ciudad. Me encantaría estar contigo y que ellos fueran nuestros amigos, quedar con ellos, salir juntos a cenar, hacer algún plan...
-Ya empiezas con tus delirios...
-Qué no. Que te lo digo de verdad. De corazón.
-Y yo te digo de verdad que estás delirando. ¿Cuántas veces te he dicho que quiero que me dejes en paz y que no te quiero ver?
-Muchas. Muchísimas. Pero es que yo no quiero dejar de verte. Te quiero tanto... Y no quiero que estés solo. Sé que por mi culpa lo estás. Y mucho. Y quiero llenar ese gran hueco que tienes por mi culpa.
-¿Llenarlo? ¿Cómo? ¿Metiéndote en mi casa cada dos por tres sin mi permiso? ¿O cómo?
-No. Quiero que tú seas el que quiera estar conmigo también. Me gustaría mucho poder pasear contigo de la mano, comer y cenar juntos, incluso vivir contigo. Aunque eso ya lo hemos hecho, jeje.
-Flipo contigo, de verdad.
-Javi, Andrea me ha dicho que Irene y Mario te han dado de lado. Me quiero disculpar contigo por eso. No sé cómo compensarte. Bueno, sí sé cómo hacerlo, pero también tienes que querer tú. Por favor, dame una oportunidad -suplicaba con sus ojos llenos de lágrimas a punto de desbordarse.
-No. No. No. No sé cuántas veces te lo tengo que decir.
-Pero... -dijo empezando a llorar.
-Noelia, no hay nada en este mundo que me haga cambiar de opinión. No puedes hacer nada para que sea como tú quieras.
-Pero Javi, estás muy solo y muy triste. Y yo también. ¿Por qué no nos hacemos compañía y resolvemos ese problema?
-Porque no te soporto. Nunca lo he hecho.
-Ya no soy así. Date cuenta de una vez.
-Sí que lo eres, pero estás haciendo un papel.
-No. No lo estoy haciendo. Yo también lo he pasado mal, ¿sabes? La gente cambia, como lo has hecho tú también.
-No estoy tan seguro de ello.
-¿Qué tengo que hacer para que me perdones y me des una oportunidad?
-¿Te lo tengo que decir otra vez?
-Mira, Andrea me ha dicho que no venga más por aquí, que le has dicho que se tendría que ir si me traía más. Y no he venido. ¿Ves?
-Y sin embargo estás aquí.
-Porque necesitaba hablar contigo y quería hacerlo en persona. Estamos hablando cosas importantes como para hacerlo por llamada o mensaje y para que encima no me respondas.
-¿Me lo echas en cara?
-No, no. Es que quiero hablar contigo, ver cómo te ha ido el día, pero tú nunca respondes.
-Ya sabes de sobra porqué.
-He respetado esos días que necesitabas para estar tranquilo. ¿No tienes en cuenta esos detalles?
-Lo malo pesa demasiado.
-No quiero que estés solo, por favor -dijo acariciándome la cara-. He venido ahora para que Andrea no me eche la bronca luego. Que habíamos quedado todas para hacer un trabajo juntas, pero solo tenemos disponible esta casa por una cosa u otra. A ver cómo lo hago para ayudar...
-En la biblioteca hay mucho sitio.
-No nos gusta. Algunas se distraen mucho y hacemos la mitad de lo que solemos hacer aquí.
-Mira... Me da igual que vengáis aquí mientras esto esté libre para cuando salga de trabajar.
-Eres tan bueno... -dijo acariciándome la cara de nuevo- Por favor, Javi, piénsatelo un poquito más. No quiero que estemos solos y mal. Sé que lo vamos a estar si seguimos así. Pero si estamos juntos, no. Nos podemos dar cariño y todo lo que tú quieras. Mira -decía buscando alternativas, diciéndolo incluso animada, aunque tenía la cara llena de lágrimas aún-, podemos vernos muy poco a poco si quieres. A lo mejor cuando Andrea se vaya a su casa los fines de semana. Así no nos ve nadie, si eso es un problema para ti.
-Ese no es el problema.
-Y ahora se acerca la Navidad -seguía-. Podemos vernos en esos días, que se paran las clases. Mmm, yo puedo venir en autobús o me puedo quedar unos días más y quizá podamos vernos. Mmm, no sé, para cenar, para vernos una peli, lo que tú quieras.
-Noelia, de verdad... Estás fatal.
-Fatal voy a estar si no nos vemos. No sabes la de noches que me he pasado llorando. Menos mal que Andrea ha pasado alguna de ellas conmigo y me lo ha hecho más llevadero. Es una gran amiga.
-También es mi amiga. ¿Ves cómo no estamos tan solos?
-Ya. Es verdad. Y también tengo a las demás. Pero yo necesito algo así -dijo apretándome las manos-. ¿Y tú? ¿A quién tienes además de Andrea?
-A mi amiga Ángela, a Sofía, a mi amigo Hugo. A todos los que viste aquí en la fiesta. Y a mi familia.
-Ah, ¿con Sofía no hay problema? Creía que sí.
-No. Ella siempre es muy comprensiva.
-Menos mal... Ojalá haberla conocido un poco mejor. Seguro que nos podríamos haber hecho amigas. Pero de todas maneras... A los otros que había aquí en la fiesta... Seguro que no son amigos tan cercanos como...
-Y qué más te da eso a ti.
-Por lo que te he dicho, Javi. Necesitamos a alguien más. Yo solo tengo a Andrea como alguien muy cercano. Con las demás no es lo mismo.
-Yo la tengo a ella, a Sofía y a mi amiga Ángela.
-Pero Sofía está en tu ciudad. ¿Y Ángela no andaba lejos también?
-Pero hablamos todos los días prácticamente.
-Y eso está muy bien. Pero no es lo mismo que un trato en persona.
-Bueno, ¿has acabado ya?
-Si fuera por mí seguiría y me quedaría aquí, pero quiero que veas que respeto lo que me dices, así que me voy a ir ya. Y de paso evitamos problemas con Andrea. Pero, por favor, piénsatelo. ¿Vale?