Capítulo 762
Al día siguiente me haría una visita casi rondando el mediodía. Fue una sorpresa encontrarla allí, porque pensaba que estaría ocupada yendo a ver a sus familiares y a sus amigos, pero me contó que quiso sacar un hueco para venir a verme, porque no habíamos hablado desde que me fui de su casa cuando la llevé después de recogerla nada más venir desde Francia. Tampoco era para eso, porque apenas habían pasado dos días de aquello, pero le apetecía, pensando que podíamos comer juntos y no estar yo tan solo.
Me pareció una buena idea y le pregunté si tenía pensado algo, aunque se me fue un poco el santo al cielo viendo lo guapa que venía con su vestido gris de lana que le llegaba hasta las rodillas, ajustándose a su cuerpo para marcar bien su bella figura. Llevaba también unas botas negras con tacón y una suela gruesa, parecido llevar unas medias claras por lo que le brillaban las piernas.
Esta vez llevaba su pelo suelto, aunque nada de maquillaje, pero es que daba igual, porque no lo necesitaba. Estaba guapísima de cualquier manera. Me volvió a repetir lo que me había dicho de ir a algún bar o algo, sugiriéndole yo ir a un restaurante si le parecía bien. Ella lo vio bien, pero dijo que se maquillaría entonces un poco antes de salir para no parecer tan niña según ella.
Tan solo me pidió de elegir mi ropa, no teniendo yo ningún problema en ello. Mientras tanto, estuvimos charlando durante un buen rato en casa, sentados en el sofá. Me contaba con mucho detalle lo que hacía en su trabajo, aunque ya lo había hecho en numerosas ocasiones, pero daba igual, porque me gustaba hablar con ella y en persona era mucho mejor que por llamada o a través de la pantalla. Ella también me preguntaba mucho acerca del mío, interesándose por si habían salido todos mis alumnos bien en las notas, preguntando también con qué me distraía para pasar el tiempo.
Pero se acercaba la hora de comer, por lo que nos fuimos a mi habitación para ver qué quería que me pusiera de ropa. Yo me senté en la cama, echándome hacia atrás para apoyarme en mis manos mientras ella miraba el armario para ver qué encontraba. Me dijo que no tenía mucha cosa, pero que había elementos que le gustaban mucho, a lo que yo sentía diciendo que ella era la entendida en moda trabajando donde trabajaba, lo que causó su risa.
Al final se decantó por unos pantalones de los que usaba para salir, de color azul oscuro, además de elegir una camisa blanca y un jersey azul más claro que los pantalones. Me contó que con ese jersey iría muy bien un pantalón blanco, pero no tenía ninguno, ni me apetecía, porque no me hacían mucha gracia ese color para un pantalón. No hizo falta que me duchara, porque lo había hecho hacía poco al regresar de hacer deporte, por lo que cogí la ropa esperando a que ella saliera, pero como no lo hacía, pues me empecé a cambiar.
-¿Es que te da corte?
-No, pero no sé... Lo normal es dejar a solas a la persona que se cambia, ¿no?
-Qué tontería... Si ya nos hemos visto todo. Y miles de veces. ¿Cuál es el problema? -preguntó riendo.
-No, ninguno.
-Te noto más delgado -dijo acariciando mi torso con sus manos frías, haciéndome estremecer.
-¿Tú crees?
-Sí. Aunque se te marcan los oblicuos. Eso me gusta...
-Mi trabajo me cuesta tenerlos así.
-Ya, lo sé. Te ha dado fuerte con el gimnasio, ¿eh?
-Me ayuda a liberar tensiones y me suele distraer bastante bien. Me sirve para despejar la mente.
-¿Y no tienes más métodos?
-No mucho más...
-Am. Pues qué pena. Voy a maquillarme, que tú ya casi estás.
-Muy bien.
Ángela se fue a maquillarse al baño que usaba yo, no tardando yo en seguirla cuando terminé de vestirme del todo para ir a peinarme un poco, sobre todo la barba y para echarme algo de colonia. En cuanto aparecí, ella me miró sonriendo, diciendo que estaba muy guapo, a lo que yo le respondí diciendo lo mismo, porque la veía preciosa.
De hecho, me quedé mirándola cómo se maquillaba, mirándome ella de reojo algunas veces hasta que terminó y guardó sus cosas en su bolso para que nos pudiéramos ir. En lo que me ponía el abrigo, vi que estaba mensajeándose con alguien en el móvil, aunque no le pregunté ni nada.
Al rato lo volvió a hacer, aunque esta vez mientras paseábamos para ir hacia el restaurante que acordamos antes de salir aprovechando que hacía buen día pese al frío de la época. Tampoco le dije nada más allá de que tuviera cuidado, porque no estaba muy pendiente de por dónde iba y tenía que avisarla yo.
La ciudad estaba muy bonita con los adornos de Navidad, sobre todo en los escaparates de las tiendas. Ella, al pasar por algunas, me dijo que tenía un regalo para mí, pero que no me lo iba a dar hasta que no fuera el día de Reyes. Yo había pensado en comprarle algo también, pero aún no lo había hecho, dándome sin querer un toque de atención para que no me durmiera en aquello.
Ángela era la única persona con la que me apetecía tener un detalle así en esos días, sin contar a la familia. Pero no sabía muy bien qué regalarle, por lo que tendría que pensarlo, pero aún tenía unos días hasta el día de Reyes, por lo que no era algo que me agobiara.
No tardamos mucho más en llegar al restaurante para sentarnos y pedirnos algo para comer, pidiéndonos lo que solíamos para esas ocasiones y pensando en luego pedir un par de postres para compartir y poder probar ambos.
Ahí fue cuando volvió a coger el móvil para escribirse con alguien por lo que podía ver al teclear ella tanto. Pero esta vez sí que me dijo con quién lo estaba haciendo. Resulta que había hablado con Cintia unos días atrás, comentándole que iba a volver, por si le apetecía quedar para que se pudieran ver. No terminaba de entender cómo era mi amiga la que buscaba ese contacto, diciendo ella que le había caído bien y que le apetecía verla.
Por lo visto habían estado concretando cuándo hacerlo, aunque Ángela me contó que antes de decirle algo quería preguntarme a mí, porque pensaba que estaría bien que quedáramos con ella para tomar un café y poder charlar con ella y demás, pero que si no me parecía bien, pues que ya encontraría otra ocasión, porque había venido a verme a mí y no me quería dejar tirado. Le dije que no me importaba si quería irse con ella, pero Ángela se puso firme diciendo que no, que haríamos lo que a mí me pareciera mejor.
No sabía qué hacer, porque no quería que dejara de verla por mi culpa, porque se le veía que tenía ganas y pensando yo que a saber cómo le sentaría a Cintia. Ángela me decía que no iba a pasar nada si decíamos de quedar con ella, porque la notaba muy bien y no veía nada raro en sus palabras, a lo que le pregunté si le había contado que estaba comiendo conmigo.
Y así fue, no pareciéndole mal a Cintia, como tampoco puso ninguna pega si yo me apuntaba a ese café según me contaba mi amiga. Seguía sin verlo muy claro, pero veía a Ángela con ganas de verla, por lo que le di luz verde, sonriendo ella y escribiéndole rápidamente a Cintia para concretar hora y lugar.
Notaba a Ángela mucho más contenta de lo que ya lo estaba, animándose incluso a darme de comer de su cuchara cuando por fin vinieron los postres, estando muy risueña. No entendía cómo le tenía ese aprecio a Cintia, pero viendo lo bien que se portaba con ella, tampoco estaba tan preocupado.
Nos tomamos con tranquilidad ese momento de tomarnos el postre, con Ángela contándome que había hablado unas cuantas veces con ella mientras estaba fuera. Al parecer seguían manteniendo el contacto y se llevaban muy bien por lo que me contaba.
No es que tuviera unas ganas increíbles de que llegara el momento, pero definitivamente sí que me fui relajando conforme mi amiga me hablaba de ella y de lo que solían hablar. Y no fue tan mal el momento una vez se dio, porque hasta me llegó a saludar con dos besos, quedando yo impresionado.
A medida que íbamos charlando para hablar de lo típico que se habla cuando dos personas llevan bastante tiempo sin verse, me daba cuenta de que parecía otra persona. No quise preguntar nada del tratamiento que supuestamente había empezado a seguir por no incomodar a nadie, pero desde luego parecía estar funcionando, pensando que luego tenía que preguntarle a Ángela para ver si sabía algo.
Cintia también fue muy guapa ese día, yendo en su línea con ropa de chica un poco pija, aunque la verdad es que le quedaba bastante bien y tenía un estilo que era agradable de ver por cómo combinaba esos colores crema, beige, blancos y marrones. La notaba muy cercana, sobre todo con Ángela, contándonos cosas de su trabajo de las cuales yo no tenía ni idea.
Casi que ni sabía a lo que se dedicaba, porque no recordaba que me lo hubiera mencionado, y si lo había hecho, habría sido muy de pasada. Sí que recordaba que me dijo en una ocasión que su familia tenía mucho dinero y que no necesitaba trabajar, pero que ella quería hacerlo para no aburrirse y para sentirse de provecho.
Y la verdad es que parecía interesante su trabajo por lo que nos contaba, aunque también se interesó por los nuestros, gustándole mucho también el de Ángela y viéndose sorprendida por el mío, sobre todo con lo de impartir varias asignaturas.
Con la tontería se nos pasó el tiempo volando, invitándonos Cintia a su casa para estar más tranquilos allí, porque en la cafetería estaba empezando a entrar mucha gente. Bueno, en esa y en todas al tener la gente más tiempo libre por las fiestas, por lo que fuimos hasta allí, porque en la calle no se podía estar del frío que hacía, además de que el tiempo estaba amenazando con llover por las nubes que se habían levantado.
Allí seguimos con la charla e incluso llegamos a cenar en casa de Cintia pidiéndonos algo, pero no mucho después yo dije de irme, porque estaba cansado. Apreciaba de verdad el día que había echado con Ángela y en cierto modo también con Cintia, pero no me apetecía seguir, prefiriendo estar en casa más tranquilo, por eso me despedí, diciendo Ángela de irse conmigo, aunque le dije que no hacía falta.
Sabía leer entre líneas y podía ver que tenía ganas con ella, dándome la razón al quedarse callada una vez nos quedamos a solas en la puerta. Le dije que lo pasara bien y que me llamara por si necesitaba algo, pero que yo estaba cansado y me quería marchar a casa.