Memorias de una solitaria

Por la mañana me desperté todavía echada sobre su pecho. Era bastante temprano y empezaba a amanecer. Aún tenía el semen seco de Luis en mis nalgas y una extraña sensación en el cuerpo. El sexo también deja resaca, pero la mía era diferente. Estaba algo arrepentida de lo que había hecho. No por echar un polvo con el chico que todavía me gustaba, sino por haberle dado a entender con mi actitud que podíamos continuar, alimentando su ego. Me había equivocado y tenía que solucionarlo.

Me limpié en el daño intentando no hacer ruido pero Luis dormía profundamente seguramente satisfecho por pensar que me recuperaba y los dos polvos que habíamos echado, especialmente el segundo donde yo irracionalmente había tomado la iniciativa.

Realmente estaba muy guapo dormido boca arriba con las piernas entreabiertas ocupando casi toda la cama. Su respiración era muy profunda haciendo que su pecho se hinchara y deshinchara rítmicamente y lucía una divertida erección matutina que me sacó una sonrisa. “Siempre preparado…” me dije a mí misma mientras la pena me embargaba. Cuánto me gustaba ese niño y que mal me había venido. No había llegado en el momento más adecuado y encima se había comportado como el culo demostrándome que como el dios Jano tenía dos caras: la sensible y otra oscura que le hacía buscar que le hincharan el ego permanentemente, y eso pasaba porque se hinchara otra parte de su cuerpo antes.

Me vestí sigilosamente y guardé las pocas pertenencias que había traído para mi efímero paso por la residencia. Mientras preparaba la documentación que iba a entregar en secretaría de la facultad saqué un folio y escribí una nota para Luis. Le había comprado una camiseta de un equipo de futbol italiano con su apodo impresionado detrás por su cumpleaños y había pensado dejárselo en la residencia para que lo recogiera pero las circunstancias habían hecho que nos encontráramos de forma imprevista para mí y decidí dejarle su regalo junto con la carta que estaba escribiendo y decía así:

“Luis, he sido contigo muy feliz pero mis objetivos me impiden seguir embarcada en el viaje que iniciamos el año pasado. Nos falta experiencia para dar un salto tan grande. Lo que hemos vivido juntos ha dejado una huella imborrable de alegrías y sinsabores. Si el destino quiere nos volveremos a encontrar, aunque quiero que sepas que siempre seré tuya. Te quiero, Claudia.”

Pensé que de esa forma corregiría el error de haberme acostado con él cuando teóricamente estaba rompiendo definitivamente. Además no pensaba comer con él como le había dicho la noche anterior y coger el primer autobús que pillara en cuanto terminara mis gestiones.

Antes de salir eché un vistazo. Sentí un nudo en el estómago y no pude evitar besarle la mejilla antes de irme. No sé si soñaba pero pareció sonreír y me aparté rápido por temor a que se despertara.

Dejé las llaves en recepción confiada en que Luis se despertara antes de que fueran a recoger la habitación. Jamás volvería a aquella residencia en que había vivido tan intensamente. Por suerte allí sólo había buenos recuerdos junto a Luis.

Tras terminar en la facultad me fui a la estación de autobuses pero no salía ninguno hasta mi destino hasta una hora más tarde. Luis no dejaba de llamarme al teléfono y yo no contestaba. Sabía que tras leer la carta no se iba a conformar. Pero era lo mejor para los dos. Él me sustituiría rápido y yo me centraría en la oportunidad que se me abría.

Me fui entonces a la cercana estación de ferrocarril y allí sí que compré billete para el tren que salía en apenas media hora. Me dirigí al andén por si ya estaba el tren y acomodarme dentro cuando de golpe me encontré a Luis sentado con la cara entre sus manos. No iba a huir y directamente me dirigí a él.

-Luis, ¿qué haces aquí?

Levantó la mirada turnando su angustie en sorpresa y sin decir nada se levantó y me abrazó llorando como un niño mientras me decía:

-No me hagas esto, por Dios. No te vayas así.

De nuevo me descolocaba. No sabía qué hacer y además la gente nos miraba. Pero consiguió ablandarme y lo acogí entre mis brazos como a un niño diciéndole:

-Precisamente para evitar esto…

-Sé que no te merezco- respondió- pero no me puedes llevar al cielo para abandonarme después en el infierno…

-No entiendo cómo puedes ser tan cursi en un momento así…

-Idiota, no sé decirlo de otra manera…

-¿No entiendes que es lo mejor?

-Irte así, ¿sin más? Adiós muy buenas te quiero mucho pero me largo. No moleste…

El tren iba a salir y tenía que irms. Le di un suave beso en los labios y salté hacia la escalerilla de acceso al vagón. Sin mirar atrás busqué mi asiento y me senté intentando asimilar lo difícil que Luis me ponía las cosas. De golpe alguien se sentó a mi lado y al mirarlo lo vi:

-¿Qué haces aquí?-

-Me bajo en la siguiente parada…pero no podía despedirme así.

Luis era así. Por eso te ganaba. Era esa impulsividad suya. Ese voluntarismo que le hacía caer en el mayor de los pesimismos y después estar exultante por un mínimo gesto. Esa capacidad para arrastrarte a su mundo de sentimientos exaltados tan alejado de la serenidad que yo buscaba, y que sin embargo, conseguía hacerte sentir bien.

Quería hablar y tirando de mi mano me llevó junto a la entrada del vagón. Qué distinto a cómo nos habíamos encontrado un año antes en un tren como aquel y habíamos terminado follando en el baño. Pero ahora ya solos en el descansillo empezó a hablarme:

-Me he equivocado en muchas cosas en mi vida. Pero desde luego tú nunca has sido un error. Has sido lo mejor de mi vida. Yo te he fallado y he hecho imposible nuestra relación a distancia pero sé que te quiero como no quiero a nadie más.

-Pero yo eso lo sé, Luis…

-¿Y por qué me abandonas de esta manera?

-Porque tú lo has dicho. La relación a distancia es imposible. Pero si de verdad me quieres y yo te quiero tendremos un futuro.

-¿Y si conocemos a alguien de por medio?

-Entonces es que lo que tienes ahora es un capricho momentáneo, Luis…

-¿Y tú?

-Yo ya he decidido. Tengo tres opciones, futuro, tú, o futuro contigo. Mi presente es preparar mi futuro. Si me acomodo a ti no preparo ese futuro. Si el destino lo quiere mi futuro será contigo.

-¿Y mientras? Yo acepto tus deseos pero espero que tú aceptes uno mío. Demostrando haber tenido demasiada paciencia suspiré y le di pie a que continuara:

-Que no perdamos el contacto y si te vienes a estudiar a mi ciudad nos veamos…

No era mi idea, pero para salir del paso respondí escuetamente:

-Hecho…

Se lanzó a besarme y nos abrazamos. De haber sido un perrillo su cola se menearía de alegría porque acababan de darle un regalo. Pero el tren frenaba y llegábamos a la primera parada tras Granada. Le metí prisa para que se bajara del tren pero no se movía. La bocina ya avisaba que reanudaba la marcha cuando me dio un pico y salió por la puerta diciéndome que me quería. Me sorprendí a mí misma respondiéndole: “Y yo a ti, mucho…”

No me lo podía creer. Otra vez lo había hecho. Y no era sólo culpa de su insistencia. Yo me había dejado llevar y había follado y dormido con él, y ahora confirmaba ese sentimiento con mi respuesta. No conseguía sacármelo de dentro y verlo no era lo mejor.

Agobiada pero a la vez reconfortada por sentirme querida intenté relajarme durante la hora y pico de viaje que me quedaba. Pero fue imposible. Aún tenía su olor en mi nariz, su sabor en mi boca, su voz en mi oído y cierto cosquilleo en la entrepierna, mientras el corazón no dejaba de latirme a mil.
 
Me he equivocado en muchas cosas en mi vida. Pero desde luego tú nunca has sido un error. Has sido lo mejor de mi vida. Yo te he fallado y he hecho imposible nuestra relación a distancia pero sé que te quiero como no quiero a nadie más.
Joder.
Si hasta a mi se me ha hecho el chirri agua y ni siquiera tengo uno.
 
No me lo podía creer. Otra vez lo había hecho. Y no era sólo culpa de su insistencia. Yo me había dejado llevar y había follado y dormido con él, y ahora confirmaba ese sentimiento con mi respuesta. No conseguía sacármelo de dentro y verlo no era lo mejor.
Ya te digo.
Cada vez que se te pone delante picas.
Almu ¿hay algo que nos quieras contar sobre lo que paso tras aquel café?
A ver si toda esta historia sobre claudia es para contarnos que volvió a picar.
 
Yo ya he decidido. Tengo tres opciones, futuro, tú, o futuro contigo. Mi presente es preparar mi futuro. Si me acomodo a ti no preparo ese futuro. Si el destino lo quiere mi futuro será contigo.
Si una chica cualquiera le suelta esto a un tío, cualquier tío, a mi por supuesto, seguro que llega el tren a la siguiente parada , o dos paradas más, y todavía está intentando averiguar que es lo que quiere decir.
¿Me está dejando o no?
¿Hoy follo?
 
Si una chica cualquiera le suelta esto a un tío, cualquier tío, a mi por supuesto, seguro que llega el tren a la siguiente parada , o dos paradas más, y todavía está intentando averiguar que es lo que quiere decir.
¿Me está dejando o no?
¿Hoy follo?
"Yo ya he decidido. Tengo tres opciones, futuro, tú, o futuro contigo. Mi presente es preparar mi futuro. Si me acomodo a ti no preparo ese futuro. Si el destino lo quiere mi futuro será contigo."

Es que esta frase resume la esencia de lo que es la relación entre Claudia y Luis, la columna vertebral de lo que han sido ellos.
 
Esto me está recordando a los capítulos de Oliver y Benji, que se pegaban 4 capítulos para tirar a portería y 10 para marcar.
Pues aquí igual. Lo interesante, para mí es ver cómo le fue cuando ya corto todo contacto con Luis y sobre todo que pensaba cuando se reencontró con el en el Hospital donde trabaja.
Aunque claro, eso ya sería casi el final.
 
Lo interesante, para mí es ver cómo le fue cuando ya corto todo contacto con Luis y sobre todo que pensaba cuando se reencontró con el en el Hospital donde trabaja.
De eso ya contó algo al principio.
La cosa es si se volvieron a ver tras aquel café.
Y claro, profundizar un poco más en el reencuentro.
 
El relato es genial, y tengo la sensación de que hay bastante verdad detrás de la ficción(en La Residencia especialmente). Si no es así enhorabuena doble, porque es demasiado realista.

Ahora bien, Luis es un tóxico de la hostia, con el tiempo me da la sensación que cambia, pero a estas alturas todavía está embriagado de universidad. Lo mejor que pudo hacer Claudia fue huir de ahí.
 
Con Edu nuestro primer polvo y mañana durmiendo juntos había sido bastante esclarecedor. Había algo entre nosotros que ni yo misma era capaz de definir por lo que tampoco podía exigírselo a él. Sólo sabía que me encantaba pasar tiempo con él y evidentemente acabar follando. Además como en el trabajo todo el mundo daba por hecho que ya había ocurrido algo entre nosotros cuando realmente pasó tampoco hubo necesidad de explicar nada si la gente nos veía salir juntos en un mismo coche.

Yo no había tenido sexo desde que había roto con Borja y los dos momentos vividos con Edu me habían hecho volver a darme cuenta de algo muy básico y es que lo echaba en falta. Aunque también dejaba en muy mal lugar al pobre Borja, tan buena persona, pero tan aburrido en el fondo. Con Edu había una complicidad ya olvidada acentuada por el deseo que su presencia me provocaba.

El día que nos estrenamos en mi cama tras dormir el resto de la mañana acabamos follando otra vez por la tarde de una forma que no parecía la propia de dos personas que están conociéndose todavía desde el punto de vista sexual. Y es que cuando Edu me puso a cuatro en la cama y empezó a darme caña por detrás no dejé de gemir y gritar hasta que me fallaron las piernas de placer. Y es que sentir como mi toro de cojones gordos me montaba por detrás mientras sus brazos se apoyaban en la cama a ambos lados de mi cuerpo me hacía sentir una verdadera hembra en celo seducida por el macho alfa que había vencido al resto de la manada.

Edu había despertado una libido olvidada en mí. Apenas me masturbaba y los días después de aquellos polvos me autoestimulé varias veces alcanzando el clímax sólo recordando los polvos echados. Aunque también sabía que no era un sentimiento exclusivo mío pues suponía que todas las chicas que había estado enrolladas con él habrían vivido las mismas sensaciones. Aunque seguro que ninguna necesitaba que le limpiaran las telarañas como a mí que casi había visto atrofiado mi deseo sexual en los meses anteriores.

Un de aquellas tardes en que nuestros turnos no eran 100% coincidentes no dudé en provocarlo en el mismo vestuario donde le había hecho la mamada en la que puse mis cartas sobre la mesa y simplemente bajándome el pantalón del pijama y las bragas me empotró contra la pared dejándome las piernas flojas para el resto de la guardia.

El sexo entre nosotros funcionaba bien. Muy bien. El problema empezó a ser el de convivencia y no porque nos lleváramos mal ni mucho menos, sino por los mundos tan distintos en los que nos habíamos movido los años anteriores. Pero vayamos por partes, pues todo fue progresivo.

Edu y yo sólo dormíamos juntos los días en los que teníamos sexo. Algo común en una pareja que empieza y además no tiene otras pretensiones. De hecho la vez que me empotró en el vestuario casi nos pillan a pesar de que me tapó la boca con su mano para enmudecer mis gemidos mientras me percutía por detrás, pero es difícil de explicar lo que sentía cada vez que sus caderas hundían su polla completamente en mis entrañas. Por eso llegamos a la conclusión de no follar en el trabajo, y más viviendo yo sola.

Una noche vino a casa al terminar su turno para verme pues yo había descansado ese día. Preparé una cena fuerte para alimentar a ese cuerpo cansado de toda la jornada de trabajo y mientras comía le lancé una pregunta que no se esperaba:

-¿Estás follando con alguien más?

Su mirada pasó de la sorpresa a la molestia y respondió con un evidente “claro que no”. Ante su incomodidad me expliqué:

-Edu, confío en ti. No son celos. Es que quiero hacerlo a pelo contigo y no quiero riesgos…

Su rostro se relajó y sin más no terminó la comida. Se levantó me tomó en brazos y emulando la frase de película me respondió:

-Como desees…

Me llevó hasta la cama donde sin miramientos me quitó el pantalón de chándal y las bragas y me comió el coño hasta que le empapé la cara para una vez satisfecho de su logro, verdaderamente fácil con esos labios carnosos y esa lengua larga, se desnudó para colocarse entre mis piernas y hacerme sentir por primera vez ese pollón sin preservativo abrirse paso en mi coño empapado hasta dejarme muda por falta de aire. Era increíble sentir como su glande hinchado empujaba hasta el cuello de mi útero haciéndome gritar de placer.

Perdí la cuenta de las veces que me corrí hasta que Edu me preguntó que donde quería que se corriera y ante mi incapacidad para responder levantó mi camiseta regándome la barriga y el pubis con su semen espeso.

Cuando tras terminar me besó y se fue al baño a limpiarse y buscar papel para limpiarme a mí, entre temblores de placer me pasaron dos ideas totalmente opuestas.

La primera, que ojalá se hubiera corrido dentro y sentirlo hasta el final. La segunda, ¿cómo ese corpachón musculoso podía tener ese culo tan chico? Estaba claro que había quedado satisfecha y sonriente.
 
La leche!!!
Esta chica es la leche!!!
Nos acaba de contar lo “muy mucho bien” que se lo pasa y sin darnos tiempo a disfrutarlo ya nos anuncia que viene alguna nube.
Igual debería mirar si susana la psicóloga trabaja en el hospital.
 
Pero en el fondo éramos muy distintos. Salíamos junto a otros compañeros de vez en cuando como antes de enrollarnos pero él era muy reacio a acompañarme a mis reuniones sociales en casa del Dr. García u otros eventos a los que yo me había acostumbrado a ir antes de estar con él: ópera, teatro, cenas benéficas o presentaciones de libros.

Sin embargo cuando él me propuso salir con sus compañeros de remo no puse objeción. Aunque cuando me vi en aquel bar tomando cervezas entre cuatro tíos de más de metro noventa admito que me cohibí. Aunque para mi gusto Edu era el más guapo eran todos unos tiarrones altos y fuertes que lo sabían y se gustaban. Todos llevaban suficientemente desabrochada la camisa para lucir sus pectorales anunciando alguno tatuajes, aunque el más llamativo de todos se llamaba Mauro y lucía una melena rubia suelta enmarcando una perilla del mismo color.

Al principio me saludaron efusivos pero al poco empezaron a hablar de sus historias sintiéndome algo desplazada y perdida teniendo que levantar la cabeza para poder seguir sus conversaciones a pesar de mi metro setenta.

Pero aprovechando mi presencia empezaron a recordar anécdotas de entrenamientos y competiciones y descubrí que muchos de sus tatuajes habían sido consecuencias de aquellas anécdotas hasta que uno de ellos me preguntó si había visto los tatuajes de Edu. Con una sonrisa de orgullo respondí que los había visto todos y los tenía bien estudiados. Entre el jolgorio de mi respuesta tan resuelta me explicaron que el pulpo era consecuencia de una apuesta perdida, pero para mi decepción su causa no había sido sexual sino una simple competición alcohólica que evidentemente mi Edu había perdido.

Por fin me estaba divirtiendo con aquellos tíos, pero todo cambió cuando cambiamos de las cervezas a las copas y entramos en un pub donde solían acudir habitualmente por como los saludó el portero y sobre todo una camarera bastante llamativa. Muy alta, o con mucho tacón que no veía tras la barra, vestida con ropa muy ajustada y un escotazo con una cremallera que luchaba por sujetar dos tetas muy apretadas que no sabría decir si eran naturales u operadas. Las bolas de sus pechos se completaban con un tatuaje en el esternón que se perdía entre ellas y una cara muy maquillada.

Al llegar allí la actitud de los chicos cambió. Observaban a la gente que había allí especialmente las chicas: empezaba la cacería. Aunque su presencia física era un reclamo bastante fuerte para muchas de las chicas que había allí, preparadas para pillar cacho también a juzgar por su actitud y la ropa arreglada que llevaban en contraste con un vestido sencillos de manga corta que yo me había puesto, que sólo tenía de sexi las medias negras con botas que asomaban bajo la minifalda.

Al quedarme más apartada con Edu me explicó que él había trabajado allí mientras estudiaba y que por eso conocía a todo el mundo. De hecho incluso el encargado del local se acercó a saludarlo y a conocerme. Lo interesante es que ante todos me presentaba simplemente como Claudia, sin poner ninguna etiqueta, novia, amiga, compañera de trabajo…Yo era Claudia y me agarraba por la cintura así que parecía dejar claro que yo era la dueña de su cama en ese momento.

Mauro en poco rato se estaba comiendo la boca con una morena cerca de la puerta de los baños mientras Edu me confesaba que acababa así todas las noches que salían. Debió notar en parte mi incomodidad de estar presente en la cacería de sus amigos y me propuso volver a mi casa. Eso significaba dos cosas: despedirnos y evidentemente tener sexo al llegar a mi piso. Ambas cosas me apetecían.

De camino al coche abrazados por la calle íbamos charlando sobre como había ido la noche y le hice un comentario que lo puso en guardia:

-Tú y la camarera habéis tenido algo, ¿verdad?

-¿Por qué dices eso?

-Edu, la forma de saludaros. Cómo me ha estado observando toda la noche…

-Yo no me he dado cuenta.

-Cosas de mujeres. Pero ¿a que he acertado?

-Tener, tener…éramos compañeros de trabajo…

-Y follabais de vez en cuando.

-Bueno, algo hubo- admitió.

-Entonces te gustan las chicas…¿Cómo diría? Exuberantes…

-Jajajaja. ¿Te lo parece?- preguntó divertido.

Me separé de él e hice el gesto de levantarme las tetas como si llevara un sujetados push-up intentando imitar sus labios bastante gruesos. Edu con la misma cara divertida me dio la vuelta y pegando mi espalda a su pecho coló una mano en la chaqueta contorneando mi teta mientras me decía al oído:

-Yo diría que estas tetitas me gustan mucho más…

Sin cambiar de postura le pregunté entonces:

-¿Y que te atrajo de ella entonces?

-¿Realmente quieres saberlo?

-Así te conoceré aún mejor…

De ese modo llegamos al coche. Cuando nos detuvimos delante de la puerta del coche me abrazó por la cintura pegando su paquete a mi culo y me dijo al oído:

-Cuando algo le gusta va a por ello, y nunca dice que no a nada…

Abrí la puerta y el rodeó el vehículo para entrar por la puerta de acompañante. Me senté en el asiento y metí la llave en su ranura pero no arranqué el coche. Cuando las luces interiores se apagaron me giré para él y le dije:

-Yo todavía no te he dicho que no a nada…

Mientras con mis manos empecé a desabrochar su pantalón.

-¿Qué haces?- preguntó sorprendido.

-Voy a por algo que me gusta…
 
Pero en el fondo éramos muy distintos. Salíamos junto a otros compañeros de vez en cuando como antes de enrollarnos pero él era muy reacio a acompañarme a mis reuniones sociales en casa del Dr. García u otros eventos a los que yo me había acostumbrado a ir antes de estar con él: ópera, teatro, cenas benéficas o presentaciones de libros.

Sin embargo cuando él me propuso salir con sus compañeros de remo no puse objeción. Aunque cuando me vi en aquel bar tomando cervezas entre cuatro tíos de más de metro noventa admito que me cohibí. Aunque para mi gusto Edu era el más guapo eran todos unos tiarrones altos y fuertes que lo sabían y se gustaban. Todos llevaban suficientemente desabrochada la camisa para lucir sus pectorales anunciando alguno tatuajes, aunque el más llamativo de todos se llamaba Mauro y lucía una melena rubia suelta enmarcando una perilla del mismo color.

Al principio me saludaron efusivos pero al poco empezaron a hablar de sus historias sintiéndome algo desplazada y perdida teniendo que levantar la cabeza para poder seguir sus conversaciones a pesar de mi metro setenta.

Pero aprovechando mi presencia empezaron a recordar anécdotas de entrenamientos y competiciones y descubrí que muchos de sus tatuajes habían sido consecuencias de aquellas anécdotas hasta que uno de ellos me preguntó si había visto los tatuajes de Edu. Con una sonrisa de orgullo respondí que los había visto todos y los tenía bien estudiados. Entre el jolgorio de mi respuesta tan resuelta me explicaron que el pulpo era consecuencia de una apuesta perdida, pero para mi decepción su causa no había sido sexual sino una simple competición alcohólica que evidentemente mi Edu había perdido.

Por fin me estaba divirtiendo con aquellos tíos, pero todo cambió cuando cambiamos de las cervezas a las copas y entramos en un pub donde solían acudir habitualmente por como los saludó el portero y sobre todo una camarera bastante llamativa. Muy alta, o con mucho tacón que no veía tras la barra, vestida con ropa muy ajustada y un escotazo con una cremallera que luchaba por sujetar dos tetas muy apretadas que no sabría decir si eran naturales u operadas. Las bolas de sus pechos se completaban con un tatuaje en el esternón que se perdía entre ellas y una cara muy maquillada.

Al llegar allí la actitud de los chicos cambió. Observaban a la gente que había allí especialmente las chicas: empezaba la cacería. Aunque su presencia física era un reclamo bastante fuerte para muchas de las chicas que había allí, preparadas para pillar cacho también a juzgar por su actitud y la ropa arreglada que llevaban en contraste con un vestido sencillos de manga corta que yo me había puesto, que sólo tenía de sexi las medias negras con botas que asomaban bajo la minifalda.

Al quedarme más apartada con Edu me explicó que él había trabajado allí mientras estudiaba y que por eso conocía a todo el mundo. De hecho incluso el encargado del local se acercó a saludarlo y a conocerme. Lo interesante es que ante todos me presentaba simplemente como Claudia, sin poner ninguna etiqueta, novia, amiga, compañera de trabajo…Yo era Claudia y me agarraba por la cintura así que parecía dejar claro que yo era la dueña de su cama en ese momento.

Mauro en poco rato se estaba comiendo la boca con una morena cerca de la puerta de los baños mientras Edu me confesaba que acababa así todas las noches que salían. Debió notar en parte mi incomodidad de estar presente en la cacería de sus amigos y me propuso volver a mi casa. Eso significaba dos cosas: despedirnos y evidentemente tener sexo al llegar a mi piso. Ambas cosas me apetecían.

De camino al coche abrazados por la calle íbamos charlando sobre como había ido la noche y le hice un comentario que lo puso en guardia:

-Tú y la camarera habéis tenido algo, ¿verdad?

-¿Por qué dices eso?

-Edu, la forma de saludaros. Cómo me ha estado observando toda la noche…

-Yo no me he dado cuenta.

-Cosas de mujeres. Pero ¿a que he acertado?

-Tener, tener…éramos compañeros de trabajo…

-Y follabais de vez en cuando.

-Bueno, algo hubo- admitió.

-Entonces te gustan las chicas…¿Cómo diría? Exuberantes…

-Jajajaja. ¿Te lo parece?- preguntó divertido.

Me separé de él e hice el gesto de levantarme las tetas como si llevara un sujetados push-up intentando imitar sus labios bastante gruesos. Edu con la misma cara divertida me dio la vuelta y pegando mi espalda a su pecho coló una mano en la chaqueta contorneando mi teta mientras me decía al oído:

-Yo diría que estas tetitas me gustan mucho más…

Sin cambiar de postura le pregunté entonces:

-¿Y que te atrajo de ella entonces?

-¿Realmente quieres saberlo?

-Así te conoceré aún mejor…

De ese modo llegamos al coche. Cuando nos detuvimos delante de la puerta del coche me abrazó por la cintura pegando su paquete a mi culo y me dijo al oído:

-Cuando algo le gusta va a por ello, y nunca dice que no a nada…

Abrí la puerta y el rodeó el vehículo para entrar por la puerta de acompañante. Me senté en el asiento y metí la llave en su ranura pero no arranqué el coche. Cuando las luces interiores se apagaron me giré para él y le dije:

-Yo todavía no te he dicho que no a nada…

Mientras con mis manos empecé a desabrochar su pantalón.

-¿Qué haces?- preguntó sorprendido.

-Voy a por algo que me gusta…
El pulpo se acabará también, tengo ganas de saber si se reencontrará con su amor perdido y que pasará 🤨 más desde el encuentro en el hospital, y ya sé que casi todos sabéis la historia pero yo sé poco de ella 😁
 
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